POR UNA RENOVACIÓN DEL PACTO CONSTITUCIONAL ESPAÑOL
Artículo de Luis Míguez Macho en “El Semanal Digital”
del 15.02.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un breve comentario al
final:
¡CIUTADANS DE CATALUNYA! (L. B.-B., 15-2-06,
20:30)
La vida política tiene sus tiempos, y ahora lo que toca es
combatir el nuevo Estatuto catalán, al que amenazan con seguir, por un lado,
una cohorte de imitaciones de segunda salidas de las demás Comunidades
autónomas y, por otro, un Plan Ibarretxe bis que es,
junto con la amnistía encubierta a los etarras, el precio de la tregua con la
que Rodríguez espera frenar la debacle electoral a la que lo anterior le
conduce. Pero si el político ha de atender a esto, quienes reflexionamos sobre
la política debemos mirar un poco más lejos.
La ruptura del consenso de 1978 y su sustitución por una nueva legitimidad
urdida entre la izquierda y los nacionalistas, excluyendo al centroderecha,
deja a éste con las manos libres para proponer a los ciudadanos una renovación
del pacto constitucional que preserve todo lo bueno del todavía vigente y
corrija sus defectos. A diferencia de las maquinaciones oscurantistas y
sectarias de la izquierda y los nacionalistas, esa renovación tiene que ser
pública y abierta a todas las personas y fuerzas políticas y sociales
comprometidas con el patriotismo reformista español.
No es difícil apuntar cuáles deberían ser los pilares de la renovación del
pacto constitucional: el papel del Estado como garante de la libertad, la
seguridad y la igualdad de los ciudadanos en todas las partes de España, y de
la solidaridad interterritorial; y el principio de subsidiariedad como
principio rector de la asignación del resto de las competencias a las
Comunidades autónomas y las entidades locales.
Así, las competencias del Estado quedarían fijadas de manera taxativa en la
Constitución, sin posibilidad de transferencias o delegaciones a las
Comunidades autónomas, y las competencias de éstas serían todas las no
reservadas al Estado. Pero la ruptura del proceso de consolidación de
sociedades cerradas y oligárquicas en las Comunidades autónomas según el modelo
catalán requiere también profundas modificaciones de la representación política
de los ciudadanos.
Si el Senado ha de convertirse en una verdadera cámara de representación
territorial, con funciones en consonancia con ello, el Congreso debería
reforzar su carácter de representación del Pueblo español en su conjunto. Hay
muchas fórmulas para conseguirlo: desde la circunscripción nacional única,
hasta la combinación de la circunscripción provincial con listas nacionales al
estilo alemán, pasando por las barreras porcentuales de entrada y los premios
de representación a la lista nacional mayoritaria.
Todo esto exige el trabajo conjunto de las elites intelectuales, a las que el
patriotismo exige no sólo dar ideas, sino también contribuir activamente desde
sus privilegiadas posiciones a evitar que se consolide la nueva legitimidad
anticonstitucional, con la gente de a pie, cuya presión desde la calle es
fundamental para neutralizar la hegemonía cultural y mediática de los
sectarios.
Breve comentario final:
¡CIUTADANS DE CATALUNYA! (L. B.-B., 15-2-06,
20:30)
Estos días hemos celebrado una Asamblea de profesores
universitarios de "Ciudadanos de Cataluña", movimiento que está en
proceso de constitución como partido político. No creo que sea faltar a ninguna
obligación el hacer público un aspecto del debate que tiene un alto
significado: se planteó la pregunta a los que dirigían la reunión acerca de las
características que creían que iba a tener el futuro partido en cuanto a su
orientación ideológica, si de izquierdas o liberal. Los que presidían la
reunión afirmaron que todo dependía de lo que decidieran los miembros cuando el
partido se constituyera, aunque los dos elementos a considerar que apuntaron
fueron los siguientes: el primero, que lo que se observaba en las distintas
reuniones que se iban celebrando es que lo que unificaba las actitudes
presentes en las Asambleas era el hartazgo de nacionalismo, en cuanto ideología
que estaba dañando la democracia en Cataluña por su esquizofrenia, monolitismo
patriotero y distanciamiento del pueblo catalán, agravadas por el hecho de la
endogamia y cierre oligárquico del conjunto de su clase política, resultantes
de la traición de la izquierda a sus principios y electores.
Por ello, de ahí surgía la necesidad de recuperar la democracia
dañada mediante un amplio movimiento democrático para acabar con la hegemonía
de las actitudes nacionalistas en la sociedad catalana.
Por otra parte, y en relación con lo anterior, se hacía evidente
también el déficit de representación del sistema político catalán con respecto
a un sector de ciudadanos que repetidamente votaban al PSOE en las
elecciones generales y se abstenían en las autonómicas.
Estos dos elementos, la necesidad sentida entre sectores amplios de
la clase media y media alta de combatir la hegemonía del nacionalismo y
adheridos, y la necesidad observada entre sectores populares de amplias zonas
de Cataluña de sentirse representadas políticamente sin mediaciones ---o
traiciones. dirían algunos--- nacionalistas, parecían
los componentes esenciales de la realidad a orientar políticamente.
A mi juicio, la combinación de ambos componentes parece exigir la
formación de un partido democrático de centro izquierda, firme ante el
nacionalismo, que sintonice políticamente con el pluralismo identitario
de Cataluña, recupere la vitalidad democrática del país, lo abra a la
colaboración solidaria con el resto de la sociedad española, y revitalice el
espíritu cosmopolita y progresista de la sociedad catalana de siempre.
¿Qué conclusión extraer de todo ello? Creemos de una vez un Partido
para la Renovación Democrática de Cataluña que active un proceso de ventilación
del marasmo catalán. La sociedad civil lo demanda, pero lo que hace falta son
políticos que pierdan el miedo y encabecen el proceso. ¡A ver si aparecen!