LA PATRAÑA DE LAS IDENTIDADES
Artículo de Gregorio Morán en “La Vanguardia” del 18.02.06
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Estamos enfermando de estupidez. Un viaje de trabajo a Asturias meha dejado
inquieto. ¿Cómo es posible que se estén diciendo y escribiendo las melonadas que
hoy son comunes, de curso diario, sin que alguien exija que se detengan, que ya
está bien, que tenemos suficiente con las dosis de insolidaridad y desprecio que
constituyen el pan cotidiano? Fue como una revelación; todas las tonterías que
uno ha de soportar de vez en cuando en los foros de la catalanidad repetidas
hasta la saciedad en mi Asturias natal, donde no sé si por suerte o por
desgracia acaban de inventarse una bandera muy divertida, en azul y con la Cruz
de la Victoria. Ahí es nada, con la izquierda posmoderna babeando de
satisfacción; la Cruz de la Victoria que Franco sostuvo en memorable ocasión,
apenas terminada la Guerra Civil, para acusar a los asturianos de que tenían lo
que habían sembrado. Lo que nos ocurre a una parte de nuestra generación es que
hemos pasado de no comprender nada, a no querer comprender nada, porque es muy
duro de llevar.
Hasta anteayer la supuesta conflictividad entre comunidades españolas se
limitaba a la mili, felizmente fenecida, y al fútbol, un deporte tan parcelado y
corrupto que no consentía los consensos amplios - vascos contra catalanes,
madrileños contra andaluces- sino la competitividad a secas. Así era posible que
los vecinos se odiaran los domingos por la tarde - Barca-Español,
Madrid-Atlético, Oviedo-Gijón, Sevilla-Betis...- lo cual facilitaba mucho la
tranquilidad social gracias a las pérdidas de testosterona derrochadas en esos
ejercicios de sexualidad de grupo que son los grandes partidos de fútbol. No
conozco ningún fanático que no sea hincha de algún club, y esto es así hasta tal
punto que uno de los problemas que debía resolver el KGB soviético se reducía a
que un par de grandes espías británicos huidos a Moscú exigían saber con
velocidad real los resultados de la Liga inglesa. Ojo, no digo que los socios de
un club sean fanáticos, todo lo contrario porque el fútbol es un deporte vistoso
y de caballeros, lo que digo es que no conozco ningún fanático que no sea hincha
de un club de fútbol.
Una de las características del nacionalista es la singular pituitaria que le
permite ser muy sensible a las ofensas ajenas y muy benévolo a las afirmaciones
de los suyos. Es decir, que si yo soy asturiano - ¿qué demonios será ser
asturiano, digo yo? ¿una seña de identidad? ¿y cuál es la seña de identidad de
un asturiano, un cántabro, un gallego o un catalán? Hostia, vaya lío en el que
me meto, porque inmediatamente debo abordar el tema de las nacionalidades
históricas y ahí sí que no hay broma porque el complejo asunto de las
nacionalidades históricas está hoy en manos de mis antiguos cofrades de la
izquierda comunista, hoy conversos, y así resulta que para mis antiguos
camaradas la comunidad histórica que pasa por la prueba del algodón, es decir,
que mancha y deja huella, es la suya.
La memoria en España se ha convertido en un elemento peligroso. Entre nosotros,
la clarividencia consiste en acordarse de todo, y es letal. No hay fuente de
conocimiento tan valiosa en este país peninsular como la memoria. Y resulta que
hemos olvidado, mis amigos y yo, aquellas burlas que dedicábamos al viejo
Federico Engels cuando osó referirse a "los pueblos sin historia", al Este
europeo que hoy nadie se atrevería a cuestionar. ¿Cuántos pueblos sin historia
hay en España? ¿Y cómo se lo explicamos, así de pronto, y les decimos, después
de todo lo que ha caído, que son pueblos sin los mismos derechos que los otros?
Canarias, por ejemplo. ¿Qué hacemos? ¿Qué les contamos? ¿Que son el pueblo sin
historia que ha tenido una importancia capital en todos los pueblos de España
porque la pusieron sobre el papel don Benito Pérez Galdós, y la elevaron a
categoría política con don Juan Negrín, sin el cual España no tendría siquiera
un premio Nobel de la ciencia? Vaya lío. Por eso es ideal la mentalidad del
hincha de fútbol: "Yo soy partidario de quien lleve los colores de mi equipo,
sea de donde sea y de la raza que le haya tocado mientras gane partidos y me
haga sentirme alguien".
Acababa yo de leer un titular de este periódico donde se informaba que "los
primeros catalanes, hace un millón de años, eran de Terrasa" y aún me
desternillaba de risa imaginando la catalanidad de aquellos tiempos, cuando me
encontré en Asturias con que en Tazones, hermoso puerto donde arribó,
equivocado, por supuesto, Carlos V y se armó la de dios, tanto, que aún lo
celebran. En Tazones, digo, han encontrado la huellas del saurópodo más
importante del mundo mundial, con gran perplejidad del personal que no tiene ni
zorra idea, como yo mismo, de qué es un saurópodo y de la utilidad del tal
animal para la promoción turísitica. Pero no es sólo eso, porque Asturias está
de suerte, y en la vecina Lastres, han hallado ¡oh, milagros de la ciencia! unas
huellas de dinosaurio. Pero no un dinosaurio cualquiera, como los que hay por
ahí a la vuelta de la esquina, sino un dinosaurio carnívoro. ¡Qué otra cosa
podía ser un dinosaurio en Asturias, carnívoro!
Pero no es sólo eso, con ser mucho como aporte asturiano al mundo mundial, es
que el consejero de Justicia, ínclito representante de la izquierda radical en
Asturias y profesor en excedencia del colegio para niñas de las Reverendas
Madres Ursulinas, ha propuesto que los astures usen la ropa tradicional como
signo identitario, y así el ciudadano Amadeu Benavente, presidente del Conceyu
Cultural pal Usu y Promoción del Traxe ´ l País La Corexa,ha lanzado a la
opinión, con el pleno apoyo de las autoridades autonómicas, el canon del traje
de la identidad asturiana. Para mujer y para hombre, pero me detendré en el
hombre para evitar las ofensas de género, que se dice ahora. Así, el de
caballero, lleva camisa, calzoncillos calzón, faxa, chamarreta - imagino el
orgasmo del catalanismo ante el vocablo, pero sosiéguense porque todos fuimos
esclavos romanos-, xilecu, chaqueta y capa. Todo realzado con una montera
picona, que es un sombrero de un cursi que te mueres, y casi tan fea como la
barretina catalana, pero que puede ser de postín (con un ala), o de aldeano (con
dos) porque las bajaban y servían para protegerse del frío.
Por si esto no fuera poco, se imparten clases de asturianía, especialmente
indicadas para la colonia astur en América, tradicionalmente rica y muy apegada
al terruño, a los que imagino deben instruir en las recónditas artes de cómo
escanciar sidra, hacer tortos de maíz, preparar una fabada y condimentar un
equilibrado pote asturiano. ¿Cuánto dinero se irá en esta estupidez llamada
identitaria? Y sobre todo ¿cuánta gente vive de esto y estaría dispuesto a matar
en legítima defensa de su puesto de trabajo? Imagino al lector catalán, con la
sonrisa beatífica y una actitud comprensiva ante esos pueblos sin historia,
ajenos ellos a las precisiones de Federico Engels. Pero imagínense que de pronto
paso de mis queridos paisanos, casi siempre benévolos en todo lo que no haga
referencia a su honor y a su capacidad de comer, y que doy un salto a Catalunya.
Yo puedo descojonarme de la batalla de Covadonga, de la Virgen del mismo nombre,
de la bandera azul y la Cruz de la Victoria, de la fabada y el pote, y hasta de
la montera picona y los tortos de maíz, pero si hiciera lo mismo sobre elementos
catalanes, empezando por el Barça y siguiendo por los habilidosos monjes de
Montserrat, la tendríamos liada.
¿Se han dado cuenta de la proliferación de noticias de los ancestros? ¡Noticias
de los ancestros! Un hallazgo terminológico que me reservo, porque va más allá
de lo que los pedantes llaman un oxímoron; es un sinsentido. Acabo de enterarme
de que entre los cursos de los presos de ETA hay varios que escogieron el
Cuaternario en Euskadi.¿Pero hay alguien lo suficientemente desvergonzado como
para dar un curso sobre el Cuaternario en Euskadi? ¿Qué diantres estamos
enseñando a la gente? A esos tipos que supuestamente enseñan hay que llevarlos a
los tribunales por fraude. ¿Recoge el Código Penal la estafa ideológica?
Debería, porque no sólo es un delito sino crímenes que salpican el salvajismo
del siglo XX. Se están escribiendo cosas que son dinamita y basta una mecha para
que exploten. El nacionalismo campante, aquí y acullá, no es consciente de su
carácter reaccionario, tópico, eclesial, cavernario. Cuando leo a algunas
plumillas salomónicas me evocan el olor a cazo carlista; patata y berza, y cerdo
para sustancia. Hay que limitar las identidades a los carnets de identidad, como
su propio nombre indica. Deberíamos hacer un homenaje a Luis Carandell y a su
terapéutica Celtiberia Show,y admitir que la línea de continuidad que había
robado Pilar Primo de Rivera y sus Coros y Danzas de la Sección Femenina a la
tradición liberal y rigorista de la Institución Libre de Enseñanza se está
desarrollando de una manera espuria. Porque a mí me parece magnífico que el
aurresku y la sardana y el xiringuelu se mantengan y estén vivos, pero
convertirlos en iconos de la identidad me da en que es una desmesura.
Hay que volver a la calificación de mentecato. Aunque sólo sea como homenaje
real y sin rebomborio al Quijote, donde aparece. Yo recuerdo a una amiga mía,
nacionalista, que estaba confusa cuando su hija le preguntaba: "¿Mamá, adónde va
Catalunya?" Si un hijo mío preguntara, sin descojonarse de risa, adónde va
España, o Catalunya, o el Occidente entero, mi primera reacción sería darle una
toba por estúpido, cosa que hoy te puede costar una condena por violencia. La
segunda, y más razonable, estaría en llevarle al psiquiátrico, o como mínimo al
psicólogo, porque está enfermo.
Las identidades colectivas son una enfermedad de difícil curación y con alto
grado de contagio, inclinadas siempre hacia el fascismo. El fascismo es la forma
más cercana a la autoridad y al sentimiento de seguridad que concede la tropa y
el ganado. O defendemos las identidades individuales o nos van a crujir con las
identidades históricas.