LOS CANDIDATOS DEL PSOE
Artículo de
C. Mudarra en “Voto en
Blanco” del 15-1-12
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web.
Que
estos dos personajes, Carmen Chacón y Rubalcaba, se postulen vivificadores del
socialismo español, hoy cianótico, suena a mofa grotesca. La una sólo cuenta
con su devoción zapaterista y el otro con el tardo felipismo, quemado en el servicio de Zapatero, quien lo
dotó de tan amplios poderes, que ya podía, en ese momento, haber vivificado y
renovado el partido socialista, en lugar de arruinarlo, dejar pasar a Bildu y el asunto Faisán.
Chacón pertenece al grupo de esas chicas encumbradas por el zapaterismo
a las esferas ministeriales, sin otro mérito ni currículum que su entusiasta
militancia y su procedencia nacionalista; se recuerda estos días en los Medios,
que fue ella, la que se adhirió rápidamente al grosero dicho del tal Rubianes.
Esta mujer medio catalana y andaluza cree que se halla en disposición de guiar
y dirigir el PSOE, sólo por haber paseado el cargo de Ministra del Ejército en
el desastroso equipo de ZP, ejecutoria de la que tan frívolamente se siente
orgullosa. Sus aspiraciones sucesorias y el meteórico ascenso entre los suyos
se esfumaron cuando la crisis tan negada obligó al Gobierno a dar un giro
radical a su política económica y Zapatero terminó entregando todo el poder al
superministro Rubalcaba; entonces ella se desmarcó de la línea oficial e
impulsó una alternativa socialdemócrata a la salida de la crisis.
El contenido de su míting en Olula,
aderezado con calculadas risas, “bien desmenuzado, no resiste el análisis
político; es impúdicamente tarde para que esta mujer se arrogue con oportunismo
de bajo alcance sus raíces andaluzas o castellanas en el intento de zafarse de
su nacionalismo catalán, separatista y antimilitarista” (El MUNDO 8-1-12,
Victoria Prego), y de su firme adhesión a un
estatuto, a más de antiespañol, tan egoísta. Para el observador de fuera, ha
dibujado una imagen demagógica y chabacana que devalúa su pretensión de ser una
figura del partido que ha quedado destrozado por la huida de votantes.
Es ridículo pensar que estos dos candidatos van a incitar y levantar el partido
socialista; ninguno de los dos tiene carácter de Jefe con arrastre, con tirón
de futuro y armamento para entusiasmar los ánimos deprimidos de las bases
socialistas, ninguno da el perfil; el uno es el pasado chamuscado y embadurnado
y la otra, sólo una risa ficticia e insulsa, bañada en demagogia superficial;
los dos carecen de credibilidad y de viabilidad, al proceder del gobierno que
ha esquilmado el erario público y dejado cinco millones de parados y lastra la
imagen de una impronta viva y refrescante. No pueden ser alternativa;
no tienen capacidad para guiar y mover a los suyos, recuperar los ánimos caídos
e inocularles la ilusión de victoria.
Lo curioso del caso es que, en estos tiempos de vacío que vivimos, los
militantes se han decantado por una u otro y la tercera vía va desapareciendo
del todo. Tal vez, sea necesaria esa tercera vía de que se habla, que inspire
el aire nuevo, la ilusión y la solidez de mando y regeneración que asiente las
premisas de cambio y unidad limpiando de mangantes y derrochadores y reformando
el sistema autonómico y local, para que sus votantes vuelvan a creer en el
PSOE.