SU ÉXITO VASCO DESESTABILIZA A ZAPATERO

 Editorial de  “El Mundo” del 03 de marzo de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Mientras el PP estaba ayer exultante por la victoria en Galicia, el PSOE transmitía una impresión de desánimo y desconcierto pese a que la derrota de Pérez Touriño obtuvo la compensación de los excelentes resultados de Patxi López.

El PSOE podría haber argumentado que su ascenso en el País Vasco es mucho mayor que su retroceso en Galicia y que los 24 escaños de Patxi López -¡con casi el 31% de los votos!- pueden permitir la ruptura de la hegemonía política del PNV durante 30 años.Incluso podría haber resaltado que el PP ha perdido casi 65.000 votos respecto a las anteriores elecciones en el País Vasco, proporcionalmente más que el PSOE en Galicia. Pero sus dirigentes no sacaron pecho por su gran éxito vasco y se lamentaron de forma casi unánime de su derrota en Galicia, culpando a Pérez Touriño por no adelantar las elecciones y por «dejarse comer el terreno» por el BNG.

El clima era, por el contrario, de euforia en un PP que, además de recuperar Galicia, considera como un éxito que sus 13 escaños en el País Vasco sean la clave para que Patxi López pueda gobernar.El líder socialista declaró durante la noche electoral que pretende ser el nuevo lehendakari. José Blanco respaldó ayer esa voluntad al afirmar que el PSE está en condiciones de liderar el cambio «en solitario» para llevar a cabo «una transformación sustancial» de la sociedad vasca.

La opción más probable es, pues, la investidura de López con el apoyo del PP, ya que sería muy difícil de entender por el electorado socialista que su partido renunciara a encabezar el Gobierno vasco, como ya hizo Benegas en 1984, para permitir que el PNV siguiera manejando un timón que ya lleva desde hace 30 años.

Un portavoz del PNV calificó ayer de «agresión política» el posible pacto entre PSE, PP y UPyD, que, según sus palabras, sería «antinatura».Los nacionalistas amenazaron con utilizar «todos los elementos» a su alcance si son desalojados del Gobierno vasco, una reacción que demuestra que consideran el poder como un patrimonio que nadie les puede arrebatar.

Detrás de las palabras de López y Blanco, subyace el deseo de obtener la investidura con los votos del PP para luego gobernar con apoyos puntuales de unos y otros. Pero el PNV dejó ayer claro que no se va a plegar a esa política y que, si no puede gobernar, pasará a ser la oposición con todas las consecuencias. En esa situación, López no tendría otra opción que decantarse por el apoyo del PP.

Ello supondría un grave contratiempo para la estrategia de Zapatero, que en estos últimos cinco años ha pactado con los partidos nacionalistas para obtener una mayoría parlamentaria. El vuelco propiciado por el PSOE en el País Vasco proporciona al líder socialista la posibilidad de conseguir lo que ningún gobernante ha logrado hasta la fecha, pero le crea a la vez un grave problema que afecta a la estabilidad de la legislatura y hiere de muerte su política de aislar al PP. Por el contrario, la victoria en Galicia refuerza el liderazgo de Rajoy y da credibilidad a su proyecto de centro-derecha nacional con un único discurso en toda España.

En este contexto, la grave crisis económica por la que atraviesa España debería empujar a Zapatero hacia ese gran pacto con el PP, que siempre ha rechazado pero que las circunstancias podrían hacer imprescindible y que sería más fácil si los dos partidos conciertan un acuerdo en el País Vasco.

Las elecciones de anteayer configuran un nuevo mapa político, con un Zapatero obligado a redefinir sus alianzas y con unas elecciones europeas a la vuelta de la esquina.