UN SISTEMA INSOLIDARIO Y POCO TRANSPARENTE
Editorial de “El Mundo” del 13 de julio de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este
sitio web
El nuevo modelo de financiación de las Comunidades Autónomas va a
suponer, a corto plazo, un aumento del déficit público -11.000 millones de
gasto adicional, que representan nada menos que el 1% del PIB-, y un incremento
del peso relativo de las autonomías con respecto a una Administración Central
en retirada y cada vez más débil. A medio plazo se producirá el efecto perverso
de profundizar aún más en las diferencias que ahora existen entre las regiones
más ricas y más pobres de España. Es, además, una propuesta hecha a la medida
de las necesidades políticas y hasta electoralistas de Zapatero, especialmente
en Cataluña.
La vicepresidenta económica del Gobierno subrayó ayer que todos salen ganando con el nuevo sistema, pero la realidad es que Cataluña recibirá una financiación adicional de unos 3.800 millones de euros, lo que supone el 35% de los 11.000 millones de incremento total.
Cataluña
tiene el 16% de la población española, pero su PIB supone el 18% porque es una
de las comunidades con rentas más altas. A pesar de ello, recibirá una financiación
por encima de la media nacional, lo que resulta bastante difícil de conciliar
con una noción redistributiva de los impuestos.
Como
se ha podido constatar en los últimos días, Zapatero ha negociado de forma
bilateral con Montilla, que ha conseguido un trato de privilegio para Cataluña.
El president ha hecho valer la fuerza de los escaños del PSC en el Congreso y
la importancia de una alianza política que es vital para que el PSOE siga
gobernando. Igualmente, la amenaza de ruptura de ERC -socio del tripartito-
forzó a Zapatero a elevar en el último momento su ya generosa oferta.
Como
aseveró ayer Cristóbal Montoro, el Gobierno ha diseñado un sistema «antisocial»
que «va a dar más al que tiene más», primando los criterios de interés político
sobre los principios de cohesión y solidaridad.
Lo
primero que hay que reprocharle al Ejecutivo es la falta de transparencia de la
negociación, en la que el Gobierno ha marginado al PP. Todo indica que Zapatero
ha primado a las comunidades afines.
Elena
Salgado se jactó ayer de que el nuevo sistema es mucho más justo que el de 2001
porque el Fondo de Garantía de Servicios Públicos Fundamentales va a asegurar
que los habitantes de todas las comunidades tengan una financiación equivalente
para esas prestaciones básicas, como la salud y la educación. El 75% de la
recaudación de todas las comunidades irá a una caja común para financiar ese
fondo, al que el Estado contribuirá también.
La
idea es buena, pero, como Salgado reconoció nada garantiza que las comunidades
dediquen el dinero de ese fondo a servicios básicos. En el libre ejercicio de
su autonomía financiera, podrían dedicar esos recursos a abrir embajadas en el
extranjero, como está haciendo Carod-Rovira.
Otro
de los aspectos más criticables del nuevo sistema es que aumenta la cesión al
50% de la recaudación del IRPF y del IVA a las comunidades, lo que favorece a
las regiones más ricas, cuya media de ingresos fiscales es más alta. Este
incremento hace que el Estado disponga de cada vez menos fondos para
redistribuir.
Habrá
que esperar para valorar con más conocimiento de causa el nuevo sistema de
financiación, ya que ayer Elena Salgado rehusó facilitar cifras concretas. De
momento, el juicio no puede ser favorable. Ni es más equitativo que el anterior
ni va a contribuir a reactivar la economía. Eso sí, las comunidades van a tener
mucho más dinero para gastar cuando todos los ciudadanos se aprietan el
cinturón.