UN ESTATUTO RECORTADO Y UN 'PACTO DEL TINELL' A NIVEL NACIONAL
Editorial de “El Mundo” del 23.10.05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Este periódico revela hoy que el Gobierno ofrecerá a los nacionalistas catalanes una fórmula más «generosa» de financiación y un aumento de competencias a cambio de pactar recortes drásticos en el texto del Estatuto. Estos incluirían la sustitución del término nación por una fórmula alternativa, la supresión del artículo que rompe la caja única de la Seguridad Social, la eliminación del blindaje de competencias, y la modificación de aquellos puntos que dibujan una relación de bilateralidad entre Cataluña y España. El hecho de que el texto que se utilizará como referencia para la negociación vaya a ser el Estatuto vigente y no el que han apadrinado Maragall y Mas sugiere que tanto el Gobierno como el PSC son conscientes de que el disparate remitido por el Parlamento catalán es sencillamente inaceptable: un misil en la línea de flotación de la Constitución.Esto podría ser un motivo de consuelo y alivio si no fuera por lo que pone de manifiesto respecto a la forma de gobernar de Zapatero y su proyecto político.
El discurso del presidente del Gobierno ha evolucionado de forma rotunda en dos años, dejando entrever una inquietante combinación de falta de ideas claras y tendencia a la improvisación. Zapatero se está viendo obligado a dar marcha atrás en un proceso que él mismo impulsó cuando en el famoso mitin de noviembre de 2003 prometió aceptar el Estatuto que aprobara el Parlamento catalán, y más tarde cuando calificó el término nación como «discutido y discutible». Esto no sale gratis. Después de alimentar el discurso del agravio en el que se basa el nacionalismo para plantear su insaciable acoso al Estado, Zapatero lleva camino de sentar un nefasto precedente. El que consiste en premiar a una comunidad autónoma por el mero hecho de que renuncie a dinamitar la Constitución.De forma que todas las demás comunidades sabrán que el modo de obtener beneficios ecónomicos y nuevas competencias es planteando un órdago al Estado.
Pero si esto es gravísimo, todavía lo es más la intención, que se vislumbra en el comportamiento tanto de Zapatero como de los partidos catalanes, de forjar una alianza entre nacionalistas y socialistas, excluyendo al 40% de los españoles y a su representación política, el Partido Popular. Es decir, un Pacto del Tinell a nivel nacional. En este contexto se enmarcarían las lamentables declaraciones de ayer de Bargalló en el sentido de que «los demócratas del Estado» -es decir, nacionalistas, PSOE e IU- «hemos de detener esta ofensiva antidemocrática, de las que Cataluña y el Estatuto sólo son una parte». No es la primera vez que la alianza entre nacionalistas y socialistas se plantea en términos semejantes.Ya en la primera mitad de los 90, Txiqui Benegas propugnó un «bloque constitucional» formado por CiU, PNV, el CDS y el PSOE.
Lo que entonces fue un intento de acallar las críticas que arreciaban contra un felipismo sumergido en el lodazal de la corrupción está hoy destinado a encubrir la colosal chapuza política que se oculta tras la reforma del Estatuto catalán. Un proceso que no está haciendo más que dar alas al nacionalismo -ahí está la propuesta de Ibarretxe de un pacto que admita la autodeterminación del País Vasco- y poner en peligro la convivencia en nuestro país.