LAS COSAS CLARAS
Editorial
de “Noticiero Magenta” del 3-10-09
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
En el panorama de enorme confusión que reina hoy en UPyD, ante el cruce de declaraciones contradictorias de uno y otro signo, de escalada de descalificaciones que se retroalimentan, de tener cada vez más sorprendida a la opinión pública (que de la poca información que le llega no puede entender nada), y de abrirse ante nosotros un panorama que, de no cambiar, sólo nos puede colocar ante el abismo, conviene dejar claras algunas cosas.
1) UPyD sufre una crisis política de suma
importancia. Tratar de negarla con eufemismos sólo puede dejar en ridículo a
quienes lo hacen. Los hechos son innegables. No sabemos el número exacto de
expedientes que han sido abiertos por la Dirección del partido, pero sí sabemos
que la mayoría de ellos corresponden a militantes que ocupaban cargos de
responsabilidad en su estructura orgánica; también conocemos el hecho de que
diversas Coordinadoras territoriales y provinciales están funcionando
provisionalmente con gestoras impuestas; y tampoco puede ocultarse que, a lo
largo de meses, un número indeterminado de afiliados (algunos de indiscutible
relevancia) han abandonado el partido. Que a esto hay quien quiera llamarlo “crisis
de crecimiento” sólo se explica echando mano de una evidente perversión del
lenguaje. Desconocemos también el número de nuevos afiliados que ha compensado
esta “hemorragia”, porque el número de afiliados reales que tiene el partido
sigue siendo uno de los secretos mejor guardados.
2) Esta crisis es absurda en sí misma, porque era innecesaria. Nadie ha
discutido el liderazgo de Rosa Díez, nadie ha querido desplazar a la actual
Dirección del partido (ni siquiera a alguno de sus más que discutidos componentes),
y nadie, sintiéndose en minoría, ha querido romper la baraja. La crisis la
provoca la propia Dirección, al querer imponer un modelo de partido que no es
el que estaba implícito en el pacto de fundadores, y negarse a un debate sobre
el cambio de modelo en el Congreso de noviembre, alterando previamente las
reglas de juego con la aprobación del Reglamento en el Consejo Político del
pasado 28 de marzo. Y no contenta con esto, decide suspender de militancia –con
un pretexto ignominioso- a quienes pretendían democráticamente dirimir esta
discusión en el propio Congreso, precisamente para que no puedan estar
presentes en el mismo. Esta crisis descansa en un acto de sectarismo máximo que
deja al desnudo todas las proclamas de Regeneración Democrática sobre las que
descansaba la razón de ser del partido. Y, naturalmente, deja tocado, antes que
a nadie, a quien es responsable del mismo.
3) La solución de la crisis no está en manos de los expedientados, que han
declarado por activa y por pasiva, que no se quieren ir de un partido que han
contribuido a fundar y en el que se han dejado lo mejor de sí mismos. La
solución tampoco pasa por llenar de improperios a los llamados “críticos”, como
hace profusamente el número 2 del partido –se supone que con el permiso del
número 1- sino por tratar de encontrar la salida en dos instancias: la primera
es la propia Dirección que tiene que mostrar la voluntad de abrir un diálogo
con ánimo de querer resolver el problema; y, la segunda, está en los propios
afiliados, que tienen que dar un paso al frente y, además, de situar a la
Dirección ante su responsabilidad, tienen que exigirle la solución razonable
del contencioso de la única forma posible: levantar los expedientes y permitir
la celebración de un Congreso verdaderamente soberano, sin trampas ni
condicionamiento de ninguna clase. Y, de no ser así, todos saldremos perdiendo.
No podemos profetizar cual será el futuro del partido, pero de lo que estamos
seguros es que su encantamiento habrá acabado para siempre, porque será un
partido como los demás.
La Redacción