CÓMO RECIBIR AL 2010 SIN DARSE UN
TRASTAZO
Artículo de Javier Orrico
en su blog del 11
de enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Sin esperanza, con convencimiento, como nos enseñó el poeta. Sin esperanza, porque el año promete ser la cansina reiteración de lo que fue el 2009, un goteo de parados y corderos que asisten indiferentes, inermes, extrañamente abotargados, al despliegue de infinita impostura con que se nos dirige a la ruina. Sin esperanza ante el reino de las mentiras con que el Régimen (del Rey abajo, todos, del Rey arriba, el Rey), sus fantoches, sus instituciones cooptadas y pastoreadas, sus sindicatos de nomenklatura y tripa, sus partidos truhanizados, sostienen la estructura corroída de una Constitución que nació para la concordia y la igualdad y que traicionan cada día que el sol sale.
Y
cuando llueve, también. Incluso entre la nieve brilla majestuosa la sonrisa de
daga blanda de José Luis Rodríguez Zapatero viendo su obra culminada: el rencor, el sectarismo, las
dos Españas en plenitud otra vez. Hasta los muertos parecen querer que no los
encuentren para no ser usados como arma arrojadiza.
Por lo
demás, de España empieza a no quedar ya más que el odio, esa fuerza de la
historia que el ‘nousocialisme’ ha sabido inculcar entre hombres y mujeres,
fumadores y no fumadores, taurinos y antitaurinos, españoles y separatistas,
manchegos y murcianos, católicos y enemigos del crucifijo, abortistas y
antiabortistas, ‘progres’ y ‘fachas’, guayominos y hermannicos, cineastas y cineados, artistas de la ‘zeja’ e
internautas, belenistas y antibelenistas… casi no hay aspecto de la vida
expañola donde no haya sembrado la cizaña le Grand Emmerdeur. Je le dis en français, que
c’est plus comme ça. Aunque para este caso la traducción que prefiero es la
literal, la más literal, o sea, el Gran Enmierdador, que así “todo está mucho
más claro”. Ustedes me sabrán perdonar.
Impasible,
como si no pasara nada, el Gobierno sigue entregado a la ingente (cada vez
menos) tarea de deshacer España, con el ingenioso pretexto de cumplir unas
leyes que él mismo hizo con ese fin: disolvernos en nacioncitas de
Jesmar. Cuando todo el
mundo sabe que este desvarío y la ruptura del mercado son factores esenciales
de nuestro hundimiento, los socialistas reparten lo que fue una nación como se
parte en Caravaca el ‘alfajol’: con alegría de Navidad, digo, de Solsticio.
El
pasado martes, por no ir muy lejos, firmaba Chaves la entrega de la Renfe a
Cataluña en todo lo que tiene que ver con cercanías y con las comunicaciones
entre ciudades catalanas. Sin déficit, por supuesto, limpia como una patena,
como nos dijeron que iban a dejar el ‘Estatut’ dels collons. Mientras aquí tenemos que
pagar hasta para que haya trenes a Lorca y Águilas, seguimos sin un solo
kilómetro de línea electrificada y los pepiños del Adif no paran de anunciar
las grandes mejoras para dentro de un lustro, a los nacionalistas catalanes les
trocean la Renfe de todos y les dan su parte, para que, antes de que el expolio
pueda resultar declarado inconstitucional, sean de facto el verdadero Estado
que Zapatero les
prometió.
Ya no
tenemos ni unidad ferroviaria y Rajoy ni rechista, no vaya a ganar algún voto entre los
catalanes que siguen añorando a Vidal-Quadras y a una oposición digna de tal nombre. A partir de
ahora, los trenes serán todos catalanes, y en catalán, claro, salvo los que
vengan del “estranger”, Francia y España, tierras de Toros. Ya tienen su
Hacienda y su Agencia Tributaria, con casi todos los impuestos cedidos; su
policía y sus guardias de tráfico; su política exterior y de cooperación
internacional (cuando les secuestran a los cooperantes, entonces pagamos los
españoles, eso sí); su reconocimiento como nación en pie de igualdad con España
–eso es la bilateralidad, lo importante es eso y no que diga o no nación- para
negociar e imponer a las comunidades de baja estofa todo lo que a Cataluña
convenga; y hasta sus votaciones de independencia para asustar a los
barcelonistas imbéciles de las Españas con quitarles el Barça.
De
mentirijicas, claro, para qué van a querer la independencia si nunca nos
sacaron más la sangre que ahora, cuando ya todos los impuestos sobre lo que nos
venden no repercute más que en su provecho. Dirá esta izquierda apesebrada que
a los demás se nos ha dado lo mismo. Buena política fiscal, ‘redistributiva’,
la de esta Zurda que devuelve a los ricos lo que es de los ricos y a los pobres
lo que es de los pobres. El Evangelio según San Zopenco.
Tendremos
que reírnos. Aunque no hay que descartar que prohíban la risa, los chistes,
siempre tan incorrectos. Sólo nos queda el descojone con la última de Aído, que quiere acabar con los
váteres ‘de género’, o viendo a ZP, tribuno de sainete, arrastrar por Europa y
el Mundo y el Planeta el orgullo español, lo único que nos alimentó durante
siglos. Paciencia y resistir. Hacernos italianos, aprender a sobrevivir sin
Gobierno, sin esperanza, con convencimiento. Sabiendo que le queden los años
que le queden, hoy es ya uno menos.