FELIPE (II), EL REGRESO Y LA HERENCIA
Artículo de Javier Orrico en su blog del 12 de noviembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Zapatero ha llamado a los pretorianos no sé muy bien si para
que le defiendan o para defenderse de ellos. Hace muchos años que pedí que su
guardia acabara con Zetalígula,
y ese es, al fin, el resultado práctico del cambio de Gobierno y el ascenso a
valido de Rubalcaba: que nos encontramos con un gobierno intervenido por su propia
facción y ficción, que a ZP lo han secuestrado en la máquina del tiempo felipista y lo han desembarcado en aquellos años finales
del GAL y la corrupción a los que quiso repudiar, entre aquellos veteranos a
los que despreció, para que sepa y deguste que sin ellos no es nada, un
fantoche que en una situación incomparablemente mejor que la que ellos se
encontraron ha conducido a España a la ruina y al PSOE al ridículo.
Creo, entre tantas especulaciones como se han hecho, que las confesiones de Felipe González suponen, mucho más que un descargo de conciencia -asunto que no suele ocuparle más de veinticuatro horas, la conciencia, digo-, una auténtica descarga de esa soberbia jabalina que ya casi habíamos olvidado, arrojada sobre la cara del tonto de Z, recordándole a qué cosas tuvo él que enfrentarse en estos momentos en que, frente a una ETA rematada, Zapatero no ha hecho otra cosa que recular. A los mismos que el ojitos Z considera ‘hombres de paz’, González estuvo a punto de volarlos. La diferencia, según Felipe, entre un fantasmón y un gobernante. ¡Hemos tenido que volver para que este imbécil no nos hunda a todos!, gritan los carlancones del aquelarre de la cárcel de Guadalajara.
Agrupación de lumbreras reunida y presidida por la mayor de todas, Rodríguez, exudación perfecta e irreprochablemente psocialista: un muchacho que sólo ha vivido del partido y para el partido, alimentado, promocionado y sostenido por el partido, que jamás hubiera llegado a la cúspide en cualquier otra estructura regida por el mérito, la inteligencia y la autoridad moral.
Deberían preguntarse por qué, qué organización cooptada
diseñaron, qué España corrompida por la estupidez y el nepotismo que ellos
implantaron –destrucción de la enseñanza, de los cuerpos de funcionarios,
ocupación de la universidad, promoción de los adeptos por más idiotas que
fueran, infiltración en las empresas, en la judicatura, en la policía, siempre
en la misma dirección: la de construir un régimen milenario, la de apropiarse
de un país que exigían como compensación a su resentimiento-, es la que ha
producido esta conjunción planetaria de tontas y tontos que los siglos nunca
vieron.
Por lo demás, deberían hacerme caso e inhabilitar a Z antes de que el bochorno nos ahogue a todos. Acaba de ir a decirle al mundo, entre el descojono general, que va a crear un millón de empleos verdes. Él, que ha arruinado las energías sostenibles que previamente había impulsado, sólo para favorecer los intereses del capital- nacionalismo catalán dueño de la mayor gasística española. Perdón, del Estado.
Y ya no únicamente por la vergüenza para esta nación que fuera España y que ya no reconocemos. La pena es que también resulta irreconocible para los saharauis, abandonados a las acciones genocidas del tirano amigo, mientras la Ministra de Exteriores, que ni siquiera supo aprobar la oposición al cuerpo diplomático (¿será por cosas así por las que la izquierda odia tanto las oposiciones?), se iba a ver a Evo Morales, que tanto nos odia, y a llevarle un jamón. Pagado con nuestros sueldos y nuestras pensiones. De bellota, por supuesto.