28-N: LA REBELIÓN DE LOS NACIONAL-"SOCIALISTAS"
Artículo de Clemente Polo
en “Libertad
Digital” del 09 de diciembre de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Si de seguidismo se
puede acusar a Montilla, es de haber seguido y avalado las políticas de
Maragall y Castell. ¿Qué ha cambiado desde entonces para que ahora se
desmarquen del moribundo Montilla?
El estrepitoso fracaso
cosechado por el president Montilla y el Partit dels Socialistas de
Catalunya (PSC) en las elecciones del 28N –228.542 votos menos que en 2006– ha desencadenado,
además de la renuncia del primero a liderar su grupo parlamentario, una oleada
de reacciones en el seno del partido. Por lo miopes, llaman especialmente la
atención las interpretaciones del Sr. Castells, el todavía consejero de Economía cuya falta
de coraje quedó patente al no afrontar el veredicto de las urnas sobre su
gestión de la crisis, y del Sr. Maragall,
consejero de Educación. Ambos avanzan la peregrina idea de que ha sido la
excesiva sumisión del PSC al PSOE la causa principal del desaguisado electoral
y proponen para evitar el hundimiento del Titanic un
tratamiento de choque consistente en pasar de lo que podríamos denominar
nacional–"socialismo" de la era Montilla al
nacional–"socialismo" de una nueva era liderada por estos dos
consejeros y otros distinguidos miembros del PSC, entre los que figuran las
consejeras Tura
y Geli y el ex consejero Mascarell, el mismo que hace ya algunos meses declaró
que "los voluntariosos federalistas... tenemos que desplazarnos hacia la
opción de la independencia".
Al entender de estos nacionalistas hipertrofiados,
"socialistas" del terruño y aguerridos defensores de los derechos de
los territorios, para devolver al PSC su perdida
pujanza, el partido tiene que defender con más ardor e independencia los
intereses de Cataluña, constituyendo con ese fin un grupo parlamentario propio
en el Congreso que condicione las políticas del PSOE. Resulta cuando menos
paradójico que los mismos consejeros del PSC cuyas actitudes y políticas –muy
cercanas a las de sus socios de gobierno de Esquerra Republicana de Catalunya
(ERC)– han conformado la agenda de Montilla y
propiciado los continuos enfrentamientos del Gobierno catalán con los Gobiernos
de Rodríguez Zapatero pretendan eludir ahora su enorme responsabilidad en la
debacle electoral y achacarla al seguidismo de Montilla.
A finales de 2006, el Gobierno español aprobó el Real
Decreto (1513/2006,
de 7 de diciembre) de enseñanzas mínimas que imponía la obligatoriedad de
dedicar aproximadamente tres horas semanales a la enseñanza de la lengua y
literatura castellana en los ciclos de la enseñanza primaria en todo el
territorio del Estado. Pues bien, el Sr. Maragall declaró unilateralmente una
moratoria para impedir su aplicación en Cataluña durante el curso 2007-08,
aduciendo como excusa la dificultad de adaptar los proyectos docentes de los
centros a la normativa estatal; y la prorrogó en el curso 2008-09. Entretanto,
el consejero se puso manos a la obra para tramitar con celeridad una Ley de
Educación de Cataluña (LEC 12/2009) con el fin de desactivar el Real
Decreto y proporcionar impunidad a los centros que incumplieran la normativa
estatal. Montilla avaló (si
no impulsó) las iniciativas del Sr. Maragall y a día de hoy los niños catalanes
no tienen garantizada
la enseñanza de lengua y literatura castellana ni siquiera durante tres horas a
la semana. Esta es la forma generosa de los nacionalistas catalanes de entender
las relaciones entre "las instituciones de la nación catalana" y
"los pueblos de España en un marco de libre solidaridad".
El Sr. Castells protagonizó
también un duro enfrentamiento con el gobierno de Rodríguez Zapatero que se
saldó con la salida
del gobierno del Sr. Solbes, vicepresidente y ministro de Economía, el 7 abril
de 2009. No hace falta decir que Solbes resistió durante tres años todas las
presiones del PSC y se opuso a negociar bilateralmente un nuevo
modelo de financiación autonómica que proporcionara al gobierno
catalán una financiación privilegiada. La salida de Solbes del gobierno
desatascó las negociaciones y apenas tres meses después, el 9 de julio, se
filtraba a bombo y platillo la consecución de un acuerdo
entre su sustituta, la Sra. Salgado, y el Sr. Castells,
que satisfacía plenamente las demandas de Castells y
del Sr. Puigcercós, líder de ERC. Salgado trasladó el
texto acordado con Castells y Puigcercós
el 12 de julio al resto de comunidades autónomas y éste fue finalmente aprobado
en el Consejo
de Política Fiscal y Financiera dos días después, con la abstención de las
comunidades gobernadas por el PP. También en este caso, Montilla asumió las
tensiones sin cuento que el asunto provocó entre los gobiernos catalán y
español desde la aprobación del Estatut hasta la
consecución del acuerdo.
Como acabamos de ver, si de seguidismo se puede acusar
a Montilla, es de haber seguido y avalado las políticas de Maragall y Castell.
¿Qué ha cambiado desde entonces para que ahora se desmarquen del moribundo
Montilla? El Sr. Castells "no entiende, por
ejemplo, cómo después de la sentencia del Constitucional sobre el Estatut, no hay una reacción de los diputados del PSC en
Madrid". No me sorprende nada que se exprese en estos términos el Sr. Castells que encuentra, en cambio, normal que esos mismos
"diputados del PSC en Madrid" –y el resto de los diputados del PSOE–
no reaccionen cuando el Gobierno catalán incumple reiteradamente el Real
Decreto de enseñanzas mínimas durante varios años. El ejemplo del Estatut ilustra las dos varas de medir de
los nacional–"socialistas" del PSC: el Gobierno catalán puede
llevar (y lleva) ante el Constitucional todas las normas que considera invaden
sus competencias, pero cuando otros partidos, Gobiernos de comunidades autónomas,
Gobierno de España, etc., hacen lo propio, se rasgan las vestiduras. Conviene,
además, recordar que Montilla ha mantenido sobre este asunto posiciones tan
radicales como las de sus consejeros más nacionalistas: cuestionó una y otra
vez la capacidad del Constitucional para ver los recursos presentados contra el
Estatut; promovió una intensa campaña dirigida a
deslegitimar a los miembros del Tribunal; les instó a declararse incompetentes;
y, finalmente, aceptó ir a la picota y encabezar la marcha del pasado 10 de
julio convocada por una organización independentista para reclamar el derecho a
la secesión, camuflado bajo de la expresión "derecho a decidir".
A los distinguidos representantes de la corriente
nacional–"socialista" del PSC, cuyo lenguaje y objetivos de
"país" resultan indistinguibles del egoísmo tribal y xenófobo que
fluye por las venas de Convergencia Democrática de Catalunya y ERC, sólo cabe
pedirles que no pierdan un minuto más haciendo amagos y aspavientos, y refunden
de una vez el PSC para independizarlo plenamente del PSOE. Somos muchos los
ciudadanos que saltaremos de alegría si lo hacen, y aguardaremos ansiosos el
momento de comprobar el respaldo con que cuentan en las urnas.
Clemente Polo es catedrático de Fundamentos del
Análisis Económico en la Universidad Autónoma de Barcelona. Escribe
regularmente en su blog.