EL PORTAVOZ DE ERC RELATA SU NEGOCIACIÓN SOBRE LA
FINANCIACIÓN AUTONÓMICA
Ridao: 'Zapatero me dijo que Solbes era el problema'
«Yo le dije al
presidente: tú tienes un problema, ¿con qué socios vas a aprobar los
Presupuestos y cómo vas a ir a la Presidencia de la UE si no los sacas? Así que
haz un esfuerzo y pon más dinero sobre la mesa» /«Zapatero es el que le dice a
la vicepresidenta Salgado que hay que poner más dinero aunque sepa que va a
incrementarse el déficit público y va a aumentar la deuda del Estado. Eso es
algo que Solbes no habría aceptado»
«Oye, Joan, que sepas que estoy sobre el tema. Dile a Ridao que hable con
Elena, y a ver si nos ponemos de acuerdo. Esto hay que arreglarlo». Es sábado
11 de julio y son las 9.00 horas. Joan Puigcercós, presidente de Esquerra
Republicana de Catalunya, está en ese momento en su despacho del partido, en
Barcelona. Quien le habla por teléfono es el presidente del Gobierno.
«Oye,
Joan, ya he hablado con Puigcercós. Nosotros estamos con ganas de llegar a un
acuerdo. Habla con Elena, pero ten en cuenta que los recursos que podamos
arrancar tienen que poder adjudicarse también a otras comunidades». No ha
pasado ni media hora desde la anterior conversación, pero esta vez es Joan
Ridao, secretario general de ERC y portavoz de su grupo en el Congreso, quien,
sentado en su despacho a muy pocos metros del de Puigcercós, recibe la llamada
de José Luis Rodríguez Zapatero.
Los
dos jóvenes políticos de ERC comprenden en ese instante que están a punto de
ganar la apuesta más arriesgada que han mantenido en muchos años: la de forzar
la mano del Gobierno hasta conseguir doblársela en el último round.
«Nosotros
habíamos puesto un listón y el Gobierno empezaba a saltarlo, pero aún no había
llegado a superar esa altura. Hasta que la superó», dice con total aplomo uno
de los dos interlocutores del presidente Zapatero.
A
partir de ahí empieza el último tramo de una negociación a cara descubierta
que, hasta ese momento, se había movido en el terreno del amago y que, a lo
largo de todo ese sábado -que los de ERC califican con sorna de «Sábado Santo,
víspera del Domingo de Gloria»- cristaliza en un gran éxito del pequeño partido
republicano frente al todopoderoso Gobierno; representante y administrador, se
supone, del bien supremo que es el interés general.
SIN OXÍGENO
Todo
había empezado en el mes de marzo. El día 1, para ser exactos. Ése es el día en
que el presidente Zapatero, que durante toda esta legislatura había ignorado
olímpicamente a ERC porque disponía cómodamente del oxígeno que le
proporcionaban los votos del PNV y del BNG para sacar adelante sus proyectos en
el Congreso, empieza a ver lo solo que está: el pacto PSE-PP en el País Vasco,
que deja fuera del gobierno a los nacionalistas, tiene su inmediata traducción
en forma de castigo parlamentario en el Congreso de los Diputados a cargo de
los nacionalistas vascos, que le retiran su apoyo.
Es
entonces cuando José Luis Rodríguez Zapatero vuelve sus ojos de nuevo sobre ese
grupo de catalanes arriscados que llevan meses dándole la murga con lo de la
solución de la «carpeta catalana» como condición para ofrecerle sus votos, y
empieza a tomar medidas. La primera, prescindir de Pedro Solbes, su
vicepresidente económico y ministro de Hacienda.
«Durante
muchos meses, el problema fue él. Nadie esperaba que el Gobierno tuviera un
cajero tan incómodo como Solbes: cicatero, tacaño. A mí me lo dijo Zapatero. Me
dijo que Solbes era el verdadero problema», confiesa Ridao.
La
crisis de Gobierno tuvo, pues, según parece, ese propósito esencial: el de
poner al frente de las cuentas públicas a alguien más dúctil, capaz de sacar el
dinero de donde no lo hay y capaz de decir en público que «no puede no haber
margen» para aumentar la financiación que reclamaba Cataluña.
«Ya
lo hemos echado». Eso fue lo que el presidente del Gobierno le dijo a Joan
Ridao, «aunque creo que la frase que pronunció fue un poco más elegante»,
cuando se supo que Elena Salgado sustituiría a Pedro Solbes al frente de la
Vicepresidencia económica.
«Zapatero
es el que le dice a Salgado que hay que poner más dinero, aunque sepa que va a
incrementarse el déficit y va a aumentar la deuda. Eso es algo que Solbes no
habría aceptado», reconoce el propio Ridao. Mientras tanto, los encuentros
oficiales entre representantes del Gobierno y de la Generalitat para hablar de
la financiación se siguen celebrando.
Los
flamantes vicepresidentes Salgado y Chaves visitan al presidente Montilla en el
Palau de la Generalitat. «Cuando acuden por primera vez, hubo que ponerles al
día», recuerda Ridao, «pero ellos se comprometen con Montilla a que tras las
elecciones europeas, habría una respuesta del Gobierno.
Y,
efectivamente, la hubo».
Sucede,
sin embargo, que, para entonces, los jóvenes líderes de ERC ya tenían decidido
llevar adelante una estrategia propia al margen de las negociaciones del
conseller Castells con el Gobierno.
ÍBAMOS A SACO
«La
estrategia consistió en meterle al Gobierno toda la presión posible. Los
diputados del PSC en el Congreso no podían hacer nada, pero nosotros sí. Así
que ERC empieza a meter una presión brutal».
De
ese periodo datan las sucesivas derrotas que padece el Gobierno a manos de los
de Esquerra, asociados temporalmente con el PP: supresión de ministerios,
votación del techo de gasto... «Nunca habíamos hecho esto de apoyar al PP en
las votaciones, pero esta vez lo hacemos. Íbamos a saco y, además, estábamos
decididos a seguir. Entonces es cuando ellos se asustan», recuerda el portavoz
de ERC en el Congreso. «Y así es como entramos en la fase final».
Mientras
esto sucedía en el Congreso, la vicepresidenta Salgado mantenía frecuentes
contactos con el líder parlamentario de ERC, aunque sin mostrarle los números.
En realidad, ni Castells ni nadie llegó nunca a tener delante de los ojos el
modelo que el Gobierno estaba diseñando para todos. Lo único que estaba claro
era el temerario compromiso del presidente Zapatero de tener todo resuelto para
el 15 de julio.«A nosotros la fecha nos daba igual. Pero decidimos ir a por todas».
A
finales de junio se produce la primera llamada del presidente del Gobierno a
Joan Ridao, cuyo contenido, no literal pero sí muy aproximado, es éste:
Zapatero:
Hemos hecho un esfuerzo descomunal en financiación.
Ridao:
No es bastante.
Zapatero:
Yo entiendo que ERC se juega mucho en esto, pero tenemos que llegar a un
acuerdo antes del día 15. Si no hay acuerdo, yo puedo aprobar un crédito
extraordinario para las comunidades autónomas, prorrogo el modelo que había, se
acaba la negociación y asunto terminado.
Ridao:
«Estamos de acuerdo: el día 15 se acaba la función. Pero tú tienes un problema:
¿con qué socios vas a aprobar los Presupuestos Generales del Estado? Y ¿en qué
situación vas a ir a la Presidencia de la UE si los Presupuestos no los sacas y
si el PP te reclama que plantees una cuestión de confianza? Así que haz un
esfuerzo y pon más dinero sobre la mesa porque con los 9.000 millones
adicionales no hay bastante.
Zapatero:
Te llamará Elena.
CASTELLS, DESENCAJADO
Y
«Elena» llamó y, a partir de ahí, los interlocutores de ERC y el Gobierno
empezaron a hablar de números. El conseller de Economía y Finanzas, Antoni
Castells, que ha sido el negociador único con el Gobierno hasta el final, había
llegado ya a un acuerdo con Salgado en torno a los 3.500 millones para
Cataluña. Pero Puigcercós y Ridao deciden tomarle la delantera y lanzar en
público la otra cifra, la que hace año y medio había sugerido la Cámara de
Comercio de Barcelona cuando el contexto económico del país era muy diferente:
3.800 millones de euros. Es Puigcercós el que la suelta en público el 6 de
julio «y a Castells casi le da un infarto porque llevaba un año negociando y ve
que le sale un niñato diciendo que no, que tienen que ser 3.800», recuerda
Ridao.
El
miércoles 8 de julio, con el tiempo ya pisándoles a todos los talones, Castells
cierra definitivamente con Salgado la cifra de 3.500 millones. Dos días
después, viernes 10, el conseller catalán desayuna con los dos líderes de ERC
«y nos enseña un papelín que trae con las cifras y que no era el de verdad,
porque ése no sale hasta el fin de semana. Y le dijimos que no. El nos quería
arrancar el sí como fuera porque se había comprometido a darle el sí definitivo
a la vicepresidenta ese mismo viernes al mediodía. Pero nosotros seguimos
insistiendo en que no. Castells estaba ya desencajado».
La
reunión acaba mal. Por la tarde de ese viernes, los dos negociadores oficiosos
de la financiación catalana reciben el apoyo de su partido: «Seguid apretando».
NOS LANZAMOS
Puigcercós
y Ridao acuden a continuación al Palau de la Generalitat. Montilla y Castells
les están esperando. Intentan convencerles de que el acuerdo alcanzado sobre
los 3.500 millones es muy bueno. Ellos se empecinan en no aceptar. La reunión
es muy difícil y de gran dureza. «Estaban muy, muy enfadados, y nos dijeron:
'Esto se puede ir a la mierda por vuestra intransigencia'. Así que ya nos
lanzamos y dijimos que íbamos a hablar directamente con Zapatero. Les sentó
como un tiro nuestra posición, pero de esa reunión sale una autorización para
que lo hagamos. El encargo fue campi qui pugui [algo así como «sálvese quien
pueda»]. Salimos de Palau desazonados».
Y.
sin embargo, su pulso surte el efecto deseado. No había pasado media hora del
final del tenso encuentro cuando suena el teléfono de Joan Ridao. Es el
presidente Montilla, que le dice que ha hablado con Zapatero, quien le ha dicho
que sí, que a ver cómo desbloquean el tema. «¡Y eso es a la media hora de que
los dos, Montilla y Castells, nos hubieran dicho que ni hablar!»
Sábado
11. Nueve de la mañana. Suena el teléfono: «Oye, que he hablado ya con
Puigcercós. Nosotros estamos con ganas de llegar a un acuerdo. Habla con Elena,
pero ten en cuenta que...»
Pasadas
las 23.30 horas del sábado, Ridao y Salgado consiguen cerrar el pacto
económico.
El
domingo por la mañana, la vicepresidenta tercera del Gobierno se presenta ante
los españoles para anunciarles que ha logrado diseñar el modelo definitivo de
financiación para «el verdadero Estado de las Autonomías».
UN «ACUERDO POLÍTICO» NO DESVELADO
No
sólo es el dinero. Hay algo más. El acuerdo alcanzado por el Gobierno con ERC
en materia de financiación cuenta con un añadido de tipo político y de
contenido no precisado hasta el momento, pero de cuyo cumplimiento el grupo
parlamentario republicano en el Congreso va a hacer depender su posición. «Ese
acuerdo político entre nosotros y ellos lo hice llegar el domingo por la
mañana», dice el líder de Esquerra Joan Ridao sin querer precisar más. «No está
firmado pero ese acuerdo obliga a modificar la Lofca y si no queda reflejado
también en la letra pequeña de la ley, mal asunto», advierte Ridao, quien añade
que los votos de su grupo en el Congreso sobre leyes tan importantes como la
Ley de Economía Sostenible o los propios Presupuestos Generales del Estado
estarán condicionados a su cumplimiento. «El Gobierno debe saber que no puede contar
con los votos de ERC sí o sí. Si ellos cumplen, nosotros también, pero nunca
más vamos a dar el 'sí' gratis. El que se haya llegado a un acuerdo no
significa que a partir de ahora vayamos a ser el felpudo del Gobierno. Ni
hablar».