SARKOZY Y LA SIMULACIÓN DE ZAPATERO

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 27 de abril de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

Con un muy breve comentario:

RETRATO CERTERO

Luis Bouza-Brey, (27-4-09, 10:00)

Sarkozy nos ha sabido retratar bien como país: el nuestro es un país de borregos que da el poder a un corto de alcances, cuyo gobierno nos inyecta las siete plagas bíblicas. Y el país y el corto de alcances siguen impertérritos mientras las plagas se van extendiendo aceleradamente y creando destrozos que durarán años.

El síndrome de la era zapatera es el resultado de la colusión de un conjunto de factores que nos están enviando al basurero de la Historia: un liderazgo inepto; una casta política de incapaces aprovechados; unos partidos corrompidos; unas subculturas periféricas anquilosadas en la irracionalidad y el fundamentalismo; un clan de mercenarios intelectuales irresponsables; unos medios de comunicación falsarios y vendidos al poder; y un pueblo políticamente inculto, aborregado en fidelidades ciegas e incapaz de sostener la libertad y la democracia.

Mentiras y balidos son los sonidos que resuenan en nuestra escena política de hoy. Aunque ya comienza a escucharse el llanto, el crujir de dientes, y el sonsonete de la palinodia. Esa es nuestra deteriorada esencia como país hoy.

 

SARKOZY Y LA SIMULACIÓN DE ZAPATERO

Artículo de Pablo Sebastián en “La Estrella Digital” del 27 de abril de 2009

 

¿Imagina alguien que en Francia cualquier partido político decidiera usar la imagen y la figura del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, en unas elecciones como las del próximo 7 de junio que, para colmo, son para el Parlamento Europeo? Precisamente, lo que Nicolas Sarkozy propone en su país para estos comicios es más patriotismo y más cohesión de Francia. Pero Francia es una gran nación, unida, culta y democrática, que poco se parece en todo ello a nuestro país, y que cuenta con un líder de carácter y talento, que muchos españoles -de izquierda y derecha- ya quisieran para nuestro país, y no digamos si se tratara para sustituir al primer inquilino de la Moncloa, el presidente Zapatero, del que Sarkozy dijo en fecha reciente que no es muy inteligente aunque gane elecciones, lo que sin duda fue una descortés imprudencia del galo, aunque muy próxima a la realidad.

Y si no que alguien nos evalúe la inteligencia de un político que desenterró la guerra civil española de hace más de 30 años, dijo que la nación española era "discutida y discutible", habló de política con ETA y negó la existencia de la crisis económica, entre otros muchos disparates.

La última ocurrencia de Zapatero consiste en ponerse una careta de Obama para las elecciones europeas, como si el candidato fuera el presidente de Estados Unidos. Sin embargo, semejante gracia con la que Zapatero desea ocultar la crisis económica y social que nos invade, en la campaña electoral que está a punto de comenzar, constituye otro esfuerzo inútil porque todas las maniobras de distracción y su pretendido discurso de izquierda social se diluyen con gran facilidad en el gigantesco pantano del paro, del miedo y la desconfianza general por lo que se nos viene encima, sin excluir la llegada de una inminente sacudida financiera que afectará de lleno a bancos y cajas de ahorros.

La España que hoy visita el presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, ha cambiado mucho en los últimos meses. De hecho, algunos de los líderes europeos, como el propio presidente galo, la canciller Merkel y el primer ministro Berlusconi, ya lo veían venir cuando Zapatero amenazaba con sobrepasar a casi a todos ellos en porcentajes del PIB, cuando España presumía ser la octava potencia del mundo en crecimiento constante, la que creaba más empleo y se presentaba en la cumbre del G-20 de Washington -sentada en la silla que le había cedido el propio Sarkozy- como el país que disfrutaba del "mejor sistema financiero del mundo" (sic), como lo dijo sin recato Zapatero.

Ahora, cuando estamos en el fin de la simulación y del baile de mascaras con el que Zapatero ha pretendido ocultar sus enormes carencias políticas y personales, dañando en la primera legislatura la identidad y cohesión de la nación española, y negando en esta segunda la crisis de la economía, ahora el presidente español está en el final de su escapada, que ha sido demasiado larga -¡cinco años!-, lo que sólo se explica gracias a los errores y la falta de unidad y de liderazgo de la oposición.

En fin, la España que visita Sarkozy es: el país con más paro de la UE (17,2%) y de la OCDE; el número 12 del mundo en el PIB; el que sufrirá serios problemas en cajas de ahorro y bancos, desmintiendo la demencial presunción de Zapatero; el país que se acerca al récord de las naciones que más destrucción tienen del empleo y tejido empresarial; y el país que puede perder, en Europa, más turistas que ningún otro en el año 2009.

Todo esto ya lo saben en la UE y en Washington, y lo conocen en el G-20, donde la vicepresidenta del Gobierno español, Elena Salgado, no ha sido invitada -está intentando arreglarlo- a la cumbre de ministros económicos de la capital americana. Como tampoco estará el Gobierno de Zapatero en la ampliación del G-8, que Sarkozy pretende ofrecer a China, India, México, Brasil y Egipto, y a nadie más.

Y por supuesto todo ello lo sabe el presidente Sarkozy, que tiene, en el plano bilateral con España, el indiscutible mérito de ser un eficaz y activo luchador contra ETA -frente a la dejadez de sus predecesores-, pero que corre el riesgo de llenar su visita oficial a España con una empalagosa adulación a España, los españoles y sus gobernantes, utilizando un cierto paternalismo. Lo que sin duda es mucho mejor que la soberbia y el complejo de superioridad que han exhibido frente a España Giscard, Mitterrand y Chirac.

Afortunadamente no hay conflictos entre España y Francia. Existen campos de cooperación y competencia (por ejemplo en energía nuclear y eléctrica), en Marruecos y norte de África, y en América Latina, pero al día de hoy sin problemas significativos. El único incidente ha sido el famoso comentario sobre la inteligencia de Zapatero que el francés ha querido rectificar, y que desea hacer olvidar con ayuda de su esposa, Carla Bruni, convertida ahora en punto de referencia mediática de la visita que hoy se inicia en Madrid.