RAJOY
IMPLACABLE, ZAPATERO INMÓVIL
Artículo de Pablo Sebastián
en “Republica.com” del 09 de junio
de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
El presidente del Partido Popular y líder de la
oposición, Mariano Rajoy, no piensa pactar con
este gobierno de Zapatero ninguna iniciativa política y
económica para la lucha contra la crisis que nos embarga porque considera que
el presidente y el PSOE son incapaces de enfrentarse al problema y
de tomar las decisiones de choque que hay que adoptar para relanzar el
crecimiento, reducir el paro y provocar confianza de los inversores. Para Rajoy
solo hay una salida posible: las elecciones anticipadas.
Por lo que el líder del PP no está dispuesto a ceder nada al Gobierno ni
a pactar ninguna de sus reformas, digan lo que digan la Unión Europea, los
mercados financieros, la prensa internacional o la banca y grandes empresas de
este país. Y menos aún ahora que el PP ha logrado controlar la gran mayoría de
las Comunidades Autónomas y de los principales ayuntamientos de España, lo que
provoca la dualidad de un poder central en manos del Gobierno de Zapatero y de
otro poder regional y local en manos del PP.
Dos poderes que parecen condenados a entenderse y que
están en el ojo del huracán por causa del poderoso déficit autonómico que
parece mucho mayor de los anunciado, y que está poniendo en juego la
credibilidad del ajuste del déficit del Estado, como lo ha advertido la
Comisión de la UE exigiendo a España otros recortes e impuestos, porque en
Bruselas consideran que la ausencia de crecimiento de la economía española y la
caída de la recaudación de los impuestos pone en duda la capacidad
española para hacer frente a los pagos de su deuda pública y privada.
Además, el PP no solo considera a Zapatero un desastre
de envergadura nacional sino que no olvida la marginación a la que ha sometido
al PP en sus años de Gobierno –en el pacto del Tinell,
estatuto catalán, debate sobre la Guerra Civil y negociación con ETA- rompiendo
el consenso en cuestiones que se consideran de Estado, por lo que ahora no será
el PP el que acuda en socorro de Zapatero cuando está con el agua al cuello.
Más bien al contrario, el PP no va a cejar en su acoso al Ejecutivo y buscará
el apoyo de las minorías nacionalistas para conseguir el adelanto de las
elecciones que muchos sitúan ya en el próximo mes de octubre.
Desde el PSOE se denuncia la actitud de Rajoy como una
posición irresponsable y mala para los intereses generales de España, y les
acusan de promover la ruptura de las negociaciones de la CEOE con los
sindicatos CC.OO. y UGT sobre la reforma laboral, de dañar la imagen
del país con acusaciones falsas sobre la presunta “quiebra total” de Castilla
La Mancha –mientras ocultan las de Valencia o Murcia-, y de buscar pactos con
los nacionalista para ver si rompen la mayoría parlamentaria que mantiene en
pie al gobierno de Zapatero. Incluso se ha dicho que al PP no le importa nada
el ataque de los mercados a España o la presión de la UE sobre los recortes del
déficit porque todo ello anima y ayuda en la caída del Gobierno.
Lo cierto es que Zapatero está acabado y su gobierno
–no hay nada mas que observar la cara de la
vicepresidenta Salgado- no puede ni con la crisis ni con la gestión (véase el
caos inicial ante el escándalo de los pepinos) de la vida pública. Pero las
preguntas que surgen son: ¿qué pasará si Zapatero se niega a adelantar las
elecciones y el nuevo gobierno del PP no llega al poder hasta dentro de un año?
¿Qué pasará si los mercados atacan la deuda española con la ferocidad que lo
hicieron con Grecia, Irlanda y Portugal y todo ello nos conduce a la antesala
de enorme crisis financiera y al riesgo de rescate por parte de la UE y el FMI?
¿Qué pasará con la creciente revuelta –los acampados de la Puerta del Sol ayer
llegaron a las puertas del Congreso de los Diputados- de las bases sociales del
país? Todas estas interrogantes son imputables a Zapatero y a Rajoy, por mas que la salida mas lógica y natural a la difícil situación española esté
en la convocatoria urgente de las elecciones generales, como se ha hecho en
otros países como Portugal.
Zapatero está aferrado al poder intentando salvar algo
de su desastrosa presidencia con un gana tiempo
imposible. Y Rajoy no quiere otra cosa que elecciones para alcanzar lo antes
posible la presidencia del gobierno y aplicar desde allí su programa frente a
la crisis. Entre los dos permanece la legalidad de la legislatura y las
presiones económicas, políticas y sociales que no cesan de crecer. Y al fondo
de todo ello está España a la espera de respuestas y decisiones que no se
deberían aplazar ni un solo día mas.