IZQUIERDA MEDIÁTICA SIN «SOFTWARE»
Artículo de Valentí Puig en “ABC” del 24 de diciembre de 2009
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
EL
pensamiento de la anciana izquierda española inventó hace tiempo el fantasma de
la caverna mediática de la derecha y se tomó un descanso. Así lleva décadas en
el sueño de la hibernación. Tanto da que le hayan pasado desapercibidas la
globalización, la demolición del muro de Berlín, la evaporación de las
políticas redistributivas, los países emergentes o figuras de tanto trasfondo
como Barack Obama. Con la
llegada de Rodríguez Zapatero al poder, la izquierda mediática recuperó cierto
«hardware», pero sigue sobreviviendo en precario, sin el aliento imprescindible
del «software». Inmovilizados con todo el equipaje en los andenes de la
estación Gramsci, los intelectuales orgánicos han
visto pasar muchos trenes con destinos que le son ajenos y remotos: meritocracia educativa, sociedad del conocimiento, valores
frente a relativismo, vinculación, ciberespacio, cultura digital. Ya ni
recuerdan cuando circuló sin pararse el tren que llevaba a Sillicon
Valley.
Al
final, la izquierda mediática de siempre tuvo que pactar con la izquierda de la
farándula y ha pagado esa complicidad con creces, perdiendo calado reflexivo,
utillaje intelectual y proyección de futuro. Preserva su hegemonía en el humus
post-ideológico, pero de modo decreciente, sin mucha autoestima, avergonzada
por esos extraños compañeros de viaje que viven de la simplificación, de la
pose y el estrago. Esa alianza fue un error que tuvo que sellarse como aquellos
matrimonios a la fuerza que luego ni tan siquiera llegan a consumarse.
Cuando
debieran estar pensando en la metamorfosis del Estado de bienestar se ven
implicados en las farsas tragicómicas de Hugo Chávez, cuando tenían la
oportunidad de pensar Europa se dedican al antiamericanismo primario, cuando se
les esperaba para entender el presente de Brasil se dedican a caricaturizar el
pasado de Israel. Es equivocarse sistemáticamente de hora y lugar. Es tal vez
lo último que queda de un pensar que pretendía ser sistemático, omnímodo,
absoluto. Es por eso que, en lugar de despedirse de todo fleco ideológico y
asumir una experiencia de la Historia, se quedan en la apariencia mediática y
en el despojo de una izquierda atávica. Y así va todo, en el empeño por poblar
de sombras una caverna mediática de la derecha que ya lleva un tiempo
prácticamente vacía, sólo con vestigios y posos de algo ido. Queda únicamente
un mínimo retén de guerreros ajados y castizos.
Repensar
la acción política de nuestro tiempo requiere de mucha claridad y alta
definición, de dosis generosas de megapíxeles. Como
son los demócratas de Obama o la reconversión en
marcha de la socialdemocracia en Europa, se perfilan actitudes en disposición
de dotar al centro-izquierda de más megapíxeles y de
un «sofware» más fluido y resolutivo. En lo mismo
está el centro-derecha, por completo libre de las penumbras de la caverna
mediática, presente en muchos puentes de mando de la Unión Europea,
pertrechándose de nuevas ideas en sus «think tanks», a la espera de una reorientación del partido
republicano que llegó al poder con Lincoln.
¿Derecha
mediática igual a caverna? Espantajo inútil y obsoleto para niños que han
sabido convivir con ET, para los nuevos ciudadanos que franquean todos los días
la frontera de la interconexión, creen en el fundamento familiar, acceden
naturalmente a los lenguajes de la moderación, comprenden que si hay más ricos
no quiere decir que haya más pobres, entienden que el libre comercio libera
energías, y saben mucho más de «software» que los socialistas de cátedra.