AZNAR SE OLVIDA -¿CONSCIENTEMENTE?- DE
QUIÉNES FUERON SUS ALIADOS EN EL 96: PUJOL Y ARZALLUZ
Artículo de Federico Quevedo en
“El Confidencial.com” del 20 de mayo de 2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un
breve comentario al final:
TEMPUS
FUGIT
Luis
Bouza-Brey, (24-5-08, 22:30)
En este debate del PP abierto por María
San Gil sobre si hay que fiarse o no de Mariano Rajoy hay
mucha falsedad y oportunismo, francamente. Es un debate falso porque nadie,
absolutamente nadie, ha propuesto un giro en el PP de 180 grados, es decir,
desde el más radical antinacionalismo a la entrega
sin condiciones a los enemigos de la Patria, que es como algunos están
planteando todo este dislate, porque no se le puede llamar de otra manera. Pero
desde que la política vasca por la que, lo digo con absoluta sinceridad, siento
una profunda admiración y un rendido respeto, abrió la caja de Pandora de la
confianza en el líder del PP, la crisis interna ha trastocado en colectiva
pérdida de papeles. Uno de los que hasta ahora se mantenía al margen de la
polémica, el ex presidente Aznar,
el hombre que señaló a Rajoy con su dedo como sucesor, ha roto su silencio y en
un gesto que se supone de apoyo a la líder del PP vasco ha salido a escena
pero, en el camino, se ve que se le han caído algunas páginas del guión.
Todo
esto es absurdo, perdonen que lo diga así, pero es que no tiene ni pies ni
cabeza. Se inventan falsedades y mentiras y se prodigan sin previo contraste
con la fuente, como esa según la cual José
María Lasalle, ahora convertido en pérfido Rasputín de las
esencias de la derecha, le dijo a María San Gil lo que, si alguien le conociera
–a Lasalle, me refiero-, se descojonaría de la risa antes de pensar que, en
efecto, el insigne profesor es capaz de proferir semejante estupidez nada menos
que a la presidenta del PP vasco. Ni de coña. Pero todas esas cosas, todas esas
mentiras sobre lo que unos dijeron y otros dejaron de decir, han ido calentando
el ambiente hasta el punto de hacer saltar nada menos que al Fundador II del PP
–al Fundador I, Fraga,
deberían retirarlo a sus aposentos para que no se meta donde no le llaman y le
diga tonterías a Esperanza
Aguirre- en contra del que fuera su pupilo. Muy
diplomáticamente, eso sí. El problema es que Aznar le canta las cuarenta a
Rajoy y lo hace comparándose y, claro, las comparaciones suelen ser odiosas,
sobre todo cuando al que compara le falla la memoria.
Estamos
en lo de los principios y los valores. ¿Realmente piensan ustedes que hay
alguna diferencia entre los principios y los valores que defiende José María
Aznar y los principios y los valores que defiende Mariano Rajoy? No, pero da
igual. Cuando se trata de atacar al líder del PP, todo vale, desde el insulto y
la descalificación a los que se desciende desde ciertos micrófonos cuando la
razón y los argumentos brillan por su ausencia, hasta la tergiversación de la
realidad. Porque todo este asunto nace de una simple y llana cuestión, que no
es otra que la relación del PP con los nacionalistas, algo que tiene mucho que
ver con el resultado electoral del PP en las dos regiones españolas con un
nacionalismo más entroncado en su vida diaria: Cataluña y el País Vasco. Y rizando
el rizo del despropósito, se puede acabar llegando, como llega sin decirlo Mayor Oreja, a la
conclusión de que Rajoy se ha vuelto como Rodríguez y acabará negociando con ETA,
pero es cierto que San Gil no ha ido tan lejos, aunque casi. Los principios y
los valores a los que se hace referencia, esos que supuestamente Rajoy ha
abandonado, no son otros que la idea de Nación y la unidad de la misma, para
cuya salvaguarda el PP no puede, ni por asomo, pensar en tener trato alguno con
los terribles nacionalismos periféricos.
¡Joder!
Viniendo eso de quien gobernó su primera legislatura, y la mejor de las dos,
gracias al apoyo de Xabier
Arzalluz y de Jordi Pujol, tiene
bemoles. Viniendo eso de quien sacrificó nada menos que a Vidal Quadras
para satisfacer los anhelos del político convergente y ex
presidente de la Generalitat, tiene narices. Viniendo eso de quien llegó a
ofrecer ministerios a CiU, e incluso llegó a pensar en darle la cartera de
Interior a Atutxa,
tiene cojones. ¿Y qué hacían entonces San Gil y Mayor Oreja? ¿Llorar por las
esquinas? ¿Por qué lo que valía entonces, ahora es anatema, pecado mortal,
motivo de excomunión en la cadena de los obispos? Pero, lo curioso de todo
esto, es que nunca han propuesto Rajoy, ni Soria, ni Alicia Sánchez Camacho -¡pobre
Alicia!, este nini siempre estará con quienes sufren
el acoso y la humillación de los violentos de toda clase, sean camisas pardas
de ERC o talibanes de las mañanas, que los extremos se juntan- un acercamiento
a los nacionalistas más allá de lo que el PP sea capaz de entenderse con un
nacionalismo moderado y comprensivo con la idea de Nación que tenemos todos, en
la que cabe una España plural y solidaria. Esa idea la defendió Aznar cuando de
verdad creía en un partido de centro, reformista y liberal. Tengo serias dudas
de que siga creyendo ahora en lo mismo.
Breve
comentario final:
TEMPUS
FUGIT
Luis
Bouza-Brey, (24-5-08, 22:30)
Días atrás,
Ruiz Gallardón exponía en el foro de “ABC” la idea de que hay que proponerles a
los nacionalismos un gran proyecto de modernización nacional, y esperar a ver
si lo aceptan, pero seguir adelante en cualquier caso; Rajoy decía que el PP
debe moverse, y Aznar afirmaba que lo importante es mantener los principios. El
domingo, Rosa Díez afirmaba que el artículo 3 de la Constitución establece que
“las distintas modalidades lingüísticas de España…será(n) objeto de especial
respeto y protección”, pero que quienes necesitan respeto y protección son las
personas, no las lenguas. Rodríguez Zapatero decía en su último debate de
investidura que el autogobierno es bueno, que la descentralización es buena,
que España es diversa, y no sé qué vaguedades más del catecismo de los años
ochenta. Y Quevedo se retrotrae a los años noventa para intentar definir
políticas de hoy.
El fallo de
todos, excepto de Rosa Díez, es no tener en cuenta la realidad para tomar
posición con respecto a los nacionalismos. ¿Y cuál es esa realidad? Que los
nacionalismos ya han obtenido todo lo que podían obtener en el marco
constitucional y quieren más: quieren
soberanía, independencia, confederación, monolitismo cultural, construcción
nacional, vaciamiento del Estado, ruptura constitucional, y seguir destruyendo
la democracia española, pues no creen en ella.
Porque lo que
en el nacionalismo moderado parecía “moderación” en los años ochenta y noventa era pura
táctica, camuflaje para obtener poder hasta alcanzar el límite que ya han
alcanzado. Después de ello, la moderación se acabó, y como viene diciendo Mas,
el objetivo es una “Cataluña sin límites”; o Carod, la autodeterminación y la
independencia; o Ibarretxe, el referéndum de
autodeterminación y Euskalherría.
Y lo que
aparentaban ser políticas lingüísticas y culturales para recuperar la cultura y
el idioma autóctonos de los efectos de la opresión franquista, hoy son ya
políticas de expulsión de todo lo español, y de aceleración en la construcción
de una sociedad monocultural y monolingüística,
en la que la cooficialidad del castellano y el bilingüismo en la educación y la
esfera pública van siendo eliminados a ritmo acelerado.
Y lo que
parecen haber asumido como inevitable nuestros políticos es la pauta de la cesión
ante este proceso destructivo de la democracia, la libertad y la igualdad de
todos los españoles. El PSOE ya ha interiorizado el nacionalismo y el modelo de
las taifas en su propia concepción; el PP comienza a derrumbarse por obra de
los impulsos “centristas” que creen que sólo rindiéndose al nacionalismo podrán
ganar alguna vez las elecciones; no se sabe muy bien cuál es la posición de la
Corona, pero las declaraciones recientes del Rey son incongruentes con sus
intenciones iniciales, de principios de su reinado,
de “ser el Rey de todos los españoles”; los barones de los dos grandes partidos
se mueven por tropismos cantonales o taifales que
rompen la solidaridad y el Estado; los empresarios no parecen haberse enterado
de lo que se juegan si se destruye la unidad de mercado y el Estado; la Unión
Europea tampoco se entera… y aquí sólo parece quedar Rosa Díez defendiendo la
democracia y los valores de unión, igualdad, libertad y solidaridad de la
Constitución del 78 para todos los españoles.
O se produce
una recuperación de la dignidad y el sentido patriótico, democrático y
constitucional del país, que obligue a los nacionalismos a actualizarse de una
vez, detener su fundamentalismo e integrarse en la democracia española, o esto
está perdido, y sólo nos esperan desorden, desestabilización, crisis económica
radical, retroceso profundo y un gran desastre nacional.
Ustedes
tienen la palabra. La realidad política de España no es la de los años ochenta
y hacen falta otras concepciones, otras posiciones y otras políticas. No sé si
el país se merece lo que le están preparando por inercia, ceguera y
oportunismo. Quizá la mitad de él sí.