LA GRAN 'EMPASTIFADA'

Artículo de Pilar Rahola  en “La Vanguardia” del 20 de junio de 2010

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Millet fue un sistema, un magma, y en él cuecen hoy sus carnes políticos de todos los pelajes

 

Faltaba Carod. Después de que este enorme container llamado Millet hubiera ido escupiendo los nombres de una larga y transversal lista de políticos que, o comieron, o se pusieron al teléfono, o estamparon una firma, o cualquier otro verbo que estos días se conjuga en los sumarios judiciales, sólo faltaba acabar de afinar. Ya sabíamos que el conseller Castells salía en los papeles, se prodigaba en los micrófonos y se escondía de la comisión parlamentaria. Sabíamos también que lo del hotel estallaba en el corazón del Ayuntamiento de Barcelona, cuyos dirigentes socialistas aparecían, uno detrás de otro, en tan incómoda foto. Sabíamos que lo de Millet había estallado en Can Convergència, y que la explosión aún resonaba en sus delicados tímpanos. Es decir, sabíamos que el escándalo del Palau de la Música era una bomba atómica, cuya explosión no dejaba a nadie fuera de plano. Y así han ido aterrizando algunos de los nombres que faltaban en la lista, como Portabella o Carod o Fernández Díaz, o los que vendrán, que el container aún respira. ¿Quedará alguien fuera del área de influencia de los saqueadores confesos del Palau de la Música? Porque al final la lista de políticos tocados por el escándalo es de tal proporción que da la impresión de que nadie es nadie si no sale en ella. Más que una persona, Millet fue un sistema, un magma, y en ese magma putrefacto hoy cuecen sus carnes políticos de todos los pelajes.

 

El Palau es una gran metáfora de lo que ha ocurrido en Catalunya durante años, y pretender que esta manera curiosa de hacer las cosas, con presión del mandamás de turno, promiscuo amigueo entre políticos y poderes fácticos y papeles despistados, en los sinuosos aledaños de la burocracia, sólo afecta a unos es tomarnos por demasiado estúpidos. Decía el president Montilla que los socialistas habían aprobado la comisión parlamentaria para que no pareciera que "se escondían mutuamente las vergüenzas". Y no lo parece. Lo que parece, después de todo lo que sabemos, del baile de nombres, del lío del hotel, del blindaje a los dirigentes socialistas para que no vayan a la comisión, etcétera, es que el adverbio mutuamente sobra. Estos sólo quieren destapar las vergüenzas de unos, y por el camino, tapar las propias.

Lo de montar una comisión paralela en el Ayuntamiento ya es el recochineo. ¿Realmente creen que existe un solo ciudadano catalán que, a estas alturas, aún dude de que esto fue un gran compadreo? Todos se ponían al teléfono de Millet. Todos corrían ante sus propuestas. Todos aceleraban papeles. Porque Millet era Millet, el gran prohombre catalán, y la acomplejada clase política catalana nunca fue capaz de hacer un feo al representante más notable de la alta burguesía. De ahí que todos salgan pringados. No porque sean culpables de ningún delito, sino porque son cómplices de una manera de hacer las cosas.