ENTREVISTA A MARIANO RAJOY
Por Ángel Expósito y Juan Carlos Martínez-Gauna.
Madrid, en “ABC”
del 25 de mayo de 2008.
Por su interés y
relevancia he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio
web.
«Soy
partidario de dialogar sin abdicar de nuestros principios, como en 1996 con los
nacionalistas»
Cuando
se relaja, su discurso repica con un ligero acento gallego. Y Mariano Rajoy
Brey (Santiago de Compostela, 1955), pese a la borrasca que le está calando
hasta los huesos, parece sorprendentemente cómodo en su despacho de la séptima
planta de Génova, el mismo despacho donde José María Aznar y Xabier Arzalluz, en 1996, sellaron su pacto con un apretón de
manos. Eran aquellos días en los que el viejo líder nacionalista proclamaba a
los cuatro vientos que lo hecho por Aznar en favor del autogobierno vasco «no
lo hizo nadie en veinte años». Los tiempos han cambiado una barbaridad, y Rajoy
—repite él con toda la intención— quiere que el PP «se adapte a la realidad».
Para acabar de redondear la frase dice que, sin perder anclajes y principios,
«no podemos ser estatuas de sal».
En
plena convulsión, recibe el presidente del Partido Popular con un puro en la
mano y traje gris sobre camisa blanca y corbata franjirroja.
En las paredes cuelgan fotos familiares, un «maillot» oro firmado de la Vuelta
a España y, enmarcada, una portada de ABC que recoge la derrota de Nadal en
Wimbledon, la victoria de Italia en el Mundial de fútbol y una gran foto de la
familia Rajoy al completo con Benedicto XVI durante la visita del Papa a
Valencia en 2007. En las casi dos horas que dura la entrevista concedida a ABC
y al resto de periódicos de Vocento, el líder popular
fuerza o rebaja el tono de voz según salga el toro.
—Hay
mucha gente en España, tanto votante del PP como no, que se pregunta si usted
resistirá...
—¡Ni una duda tenga usted!
El
mismo ímpetu le sale al asegurar que ahora menos que nunca está dispuesto a
tirar la toalla, a renunciar a su reelección en el
Congreso de Valencia, y que tiene posibilidades de ser presidente dentro de
cuatro años. «Estoy absolutamente convencido de ello», replica muy tajante.
Sobre
el espinoso asunto San Gil, «acontecimiento doloroso» lo llama él, responde,
con palabras esforzadamente neutras, que no acierta a comprender lo ocurrido y
que sus postulados sobre la nación española son inamovibles. Suena a forzado
carpetazo a un desencuentro irremediable. Al preguntarle, una y otra vez, por
su nuevo equipo y por qué ha licenciado al antiguo, Rajoy se escurre en los
golosos detalles, pero recalca que pondrá en liza dirigentes que hagan política
conciliando principios con —enfatiza otra vez— «adaptación a la realidad». ¿Y
los reproches de Aznar? «La actitud del ex presidente es impecable», placa como
un rayo.
Al
terminar la sesión de fotos para la entrevista en un parque cercano a la sede
del partido, el presidente nacional del PP se cruza con una joven madre que
lleva de la mano a un niño pequeño. «Me ha dicho: “Mucho ánimo, señor Rajoy.
Muy bien, muy bien...”». No todos los minutos de Mariano Rajoy son horribles.
—¿Aguantará usted hasta el mes de junio?
¿Se presentará al congreso?
—Yo presentaré mi candidatura en el congreso del 20, 21 y 22 de
junio. No tenga usted la más mínima duda. Y la voy a presentar por varias
razones: en primer lugar, porque me lo ha pedido una mayoría muy representativa
de mi partido y yo a esa petición no voy a hacer oídos sordos. Llevo muchos
años en este partido, lo conozco y lo quiero, sé cómo es por dentro y, por
tanto, sé que atiendo a la petición de muchísima gente. En segundo lugar,
porque me avalan unos buenos resultados electorales; es cierto que no hemos
ganado, pero hemos tenido 154 diputados, el segundo mejor resultado de nuestra
historia, nos hemos quedado a sólo 30.000 votos del año 2000. Y en tercer
lugar, y esto es lo más importante, porque me siento capaz, preparado, con
ganas y con ilusión para ganar las próximas elecciones generales. Voy a
presentarme porque tengo un proyecto de partido y un proyecto para España, y
fuerza para trabajar por ambos.
—¿Cuántas veces, desde el 9 de marzo, ha
pensado tirar la toalla?
—Desde que les di mi palabra a los compañeros del partido que me lo
pidieron, no he tenido ninguna duda.
—¿No ha llegado a pensarlo ni a meditarlo
en ningún momento?
—No, ninguna duda. Dicho esto, insisto en que cualquier militante
que desee presentarse lo puede hacer. Hasta el momento nadie ha anunciado su
candidatura, pero cualquiera tiene derecho a hacerlo.
—Ha
enfatizado que no va a tirar la toalla. De alguna manera, ¿esa expresión
refleja que se siente acosado y asediado?
—No. Me siento muy apoyado por mi partido. Es cierto que estos días
hemos presenciado algunos episodios que a mi juicio superan con creces la
crítica legítima por dura que ésta pueda ser, pero yo ya he visto y vivido
muchas cosas en los años que llevo en la política. Lo que más me duele es que
este tipo de ataques no se dirijan contra mí, sino contra compañeros más
indefensos cuyo único pecado es haberme apoyado.
—Las
concentraciones del viernes en la calle Génova ofrecen una imagen de su partido
un tanto extravagante. ¿Quién mueve los hilos?
—Lo ocurrido el pasado viernes fue un episodio muy triste para
todos, especialmente para unos alcaldes que cuentan con el apoyo de sus
vecinos, que llevan mucho tiempo defendiendo las posiciones del Partido Popular
y que no se merecían el trato que se les dio. No hago juicios de intenciones,
sólo que espero que esta situación se supere rápidamente. Insisto, no me cabe
duda de que tras el Congreso de Valencia el PP saldrá unido y reforzado.
—Sinceramente,
¿cree que el PP con usted puede ganar en el año 2012, a la tercera?
—Sinceramente, sí lo creo, porque en una legislatura tan difícil
como la pasada hemos logrado mantener al partido unido y recoger una parte muy
importante del voto de la moderación española. Hemos arrebatado muchos miles de
votantes al PSOE; ha ocurrido en Andalucía, en Castilla-La Mancha, Madrid,
Valencia... Si eso fue posible ahora ¿por qué no va a ser posible mejorar esos
resultados en el año 2012? Estoy absolutamente convencido de ello.
—¿El período precongresual
se está convirtiendo en una pesadilla?
—No. Los debates precongresuales nunca son
fáciles. Es normal que se produzcan tensiones, aunque también es verdad que la
intensidad de este debate está siendo mucho mayor que la deseable; pero lo que
quiero decir a todo el mundo, a mis compañeros de partido y a la opinión
pública, a quienes hayan confiado en el PP y e incluso a quienes no lo hayan
hecho, es que este partido saldrá reforzado del Congreso, que mi objetivo es
integrar a todo el mundo que quiera trabajar lealmente y que me siento
capacitado para conseguirlo.
—Dentro
de esa integración, ¿formará parte de la dirección del partido Esperanza
Aguirre?
—Como he dicho, pretendo integrar a todo el mundo, y por supuesto
siempre intentaré contar con las personas más representativas de mi partido. A
nosotros nos han votado diez millones y medio de españoles, es decir, gente de
muy diversa condición, y yo quiero que todos ellos se puedan sentir
representados en mi equipo. Todos nuestros votantes, y no sólo una parte de
ellos, han de verse representados en el Partido Popular.
—¿Y eso cómo se hace?
—El partido tiene, en estos momentos, que adaptarse a la realidad
sin perder sus anclajes o sus principios, y se puede hacer porque eso es lo que
siempre ha hecho el PP: adaptarse a la realidad sin perder los principios ni
los anclajes. Adaptarse a la realidad es imprescindible, lo contrario sería el
inmovilismo, y así no estaríamos respondiendo a los intereses de los españoles…
Hay problemas nuevos que antes no existían, como la inmigración o la
conciliación de la vida laboral y la familiar. Vivimos en un mundo distinto
donde la competencia es mayor, donde casi no hay fronteras. No podemos ser
estatuas de sal. Debemos tener voluntad de representar a muchos millones de españoles
que nos han votado y a muchos otros que aún no lo han hecho, para que lo hagan
en el futuro.
—La
pregunta era si junto con Gallardón, González Pons o Soraya Sáenz de Santamaría
usted quería también contar con otras personas, como Esperanza Aguirre.
—Sí, quiero contar con todos. En el partido hay personas que
defienden una posición y otros que pueden tener otra forma diferente de ver las
cosas, pero lo importante son los principios que nos unen a todos, en los que
todos estamos de acuerdo. Esos principios son la libertad, la igualdad, la
solidaridad, la unidad de la Nación española y la lucha contra el terrorismo.
Hay personas que ponen más énfasis en unos, y otras en otros, pero yo quiero
contar con todos.
—Hay
quien resta legitimidad al resultado previsible del Congreso de Valencia...
—El Congreso se celebrará de acuerdo con las normas que ha aprobado
el partido y nadie cuestionó nunca hasta ahora. A partir de ahí, pido respeto
para los tres mil compromisarios que han sido elegidos por los militantes y que
van a representar su voluntad libre y responsablemente. Lo que no me parece
serio es que desde fuera del partido se intente imponer unas normas distintas
de las que todos hemos aprobado.
—¿Está la renovación de cargos mostrando
su insatisfacción con el anterior equipo?
—En absoluto. Yo estoy muy agradecido a las personas que me han
acompañado en estos cuatro años, que han sido difíciles y duros. En política,
como en la vida misma, se trabaja al servicio de un proyecto desde distintas
responsabilidades, y cambiar de responsabilidad no significa cambiar de
proyecto. Yo, desde luego, no quiero prescindir de nadie y les estoy muy
agradecido a todos.
—Como
aficionado al fútbol, permítame un símil: ¿está buscando una alineación más
para tocar, un poco jugones, diferentes a la antigua
alineación, o más física y de patadón?
—En un equipo se necesita a todos; cada uno desempeña una función,
pero lo importante es el trabajo colectivo y el proyecto común. Para mí todos
los compañeros del partido son iguales, pero —por seguir con su símil
futbolístico— la alineación siempre es discutible, la anterior y la nueva.
—¿Son los mejores, como reclama Aznar?
—Yo intentaré que sean los mejores, claro.
—¿Le gustaría repetir en este despacho la
foto de Aznar con Arzalluz o el Pacto del Majestic?
—Fue un momento muy importante de la historia de nuestro partido,
nos permitió formar un Gobierno que hoy nadie duda que fue bueno para España.
—Fue
aquí la foto con Arzalluz, ¿no?
—Sí. Y después de hacerlo ganamos las elecciones con mayoría
absoluta. Yo soy partidario de dialogar con todo el mundo, lo cual no significa
abdicar de ningún principio; pero creo que el diálogo de por sí es bueno.
Luego, los resultados ya se verán. Soy partidario de dialogar sin abdicar de
principios, que fue lo que se hizo en la legislatura 1996-2000. Ahora, si el
objetivo político, por ejemplo, del Partido Nacionalista Vasco es hacer un
referéndum o la autodeterminación del País Vasco, es evidente que no es posible
llegar a acuerdos. En este momento, la deriva que ha tomado el Partido
Nacionalista Vasco hace imposible llegar a ningún entendimiento. Ahora,
¿diálogo manteniendo los principios? Yo creo que eso es posible. Eso es la
política.
—¿Con un PNV en otras tesituras, como
usted acaba de recordar, se puede llegar a acuerdos?
—Hoy no lo veo. En el año 96 sí fue posible, pero la situación hoy
del PNV es una huida hacia ninguna parte.
—¿El perfil del secretario general ha de
ser alguien que se dedique «full time» al cargo? ¿Cuáles deben ser sus
características?
—Tiene que ser una persona que se dedique «full time» al partido. Es
una actividad que requiere mucho tiempo y mucha entrega. No se puede ser
secretario general si uno no se dedica a ello, no hay precedente en este
partido de que eso no haya sido así. A la vez ha de ser una persona que tenga
el respeto y el respaldo mayoritario en el partido.
—¿Qué supone la marcha de María San Gil o
de Ortega Lara? ¿Un fracaso personal de Mariano Rajoy? ¿Es el inevitable precio
del cambio de estrategia que usted está diseñando para el PP?
—Para mí son acontecimientos muy dolorosos, y para mucha gente del
Partido Popular también. En fin, si usted me pregunta si es como consecuencia
de un cambio de estrategia, sólo puedo decirle que yo no he cambiado. Mi
posición en relación con la lucha contra el terrorismo es la misma, no he
cambiado ni una coma. Mi posición sobre la unidad de la Nación española es
exactamente la misma. Mi posición sobre las reformas estatutarias es
exactamente la misma, o mi posición sobre las pretensiones de Ibarretxe...
—Da la
sensación de que María San Gil dice cosas sobre el PNV que usted modula...
—Le pido que lea el debate sobre el plan Ibarretxe
que yo hice en las Cortes en el año 2005, le pido que lo lea. Esa era mi
posición entonces y hoy, mi posición es exactamente la misma, no la he cambiado
—María
San Gil, Ortega Lara, Regina Otaola... Se queda usted
sin símbolos muy notables. Ante la opinión pública, ¿su marcha debilita la
imagen del PP?
—Sería absurdo, injusto y mezquino negar la importancia de estas
personas. Son referentes de unos valores que nos unen a todos y un ejemplo de
coraje cívico. Lo único que espero es que pronto disipen sus dudas. Haré todo
lo que esté en mi mano para que así sea.
—Los
tres coinciden en que desconfían de usted y de una nueva estrategia del
partido. ¿No teme que su figura esté quemada?
—Siento que la mayoría de militantes de Partido Popular en el País
Vasco y en el resto de España me apoyan, y eso me reconforta y me da fuerzas
para el futuro. Lo más importante ahora es que el Congreso se cierre bien y que
la atención se traslade a nuestra labor de oposición y a las soluciones que
podemos plantear a los problemas de los españoles.
—¿Qué efectos puede tener entre el
electorado del PP vasco que San Gil abandone el escaño?
—María es un enorme activo. Por fortuna, en el Partido Popular del
País Vasco también hay mucha gente que lleva mucho tiempo, que ha defendido sus
mismas posiciones y que lo ha hecho muy bien… Yo tengo confianza en ellos y
creo que podemos tener un buen resultado en las próximas elecciones al
Parlamento vasco.
—No
obstante, el clima en el PP vasco no parece el más adecuado para afrontar unas
elecciones...
—Ahora mismo tenemos convocados un congreso a nivel nacional y otro
en el País Vasco. Estoy convencido de que una vez que hayan pasado estaremos en
mejores condiciones que ahora para presentarnos ante los ciudadanos como el
partido unido y fuerte que siempre hemos sido. El PP ha sabido sobreponerse a
más circunstancias difíciles y complicadas. Y esta vez también lo hará. Estoy
convencido.
—En el
País Vasco dicen que usted apuesta por Alfonso Alonso.
—No, yo no apuesto por nadie. Por fortuna hay personas muy
brillantes en el Partido Popular del País Vasco, y serán ellas los que tengan
que hacer una reflexión y decidir en el Congreso quién es su candidato.
—El
9-M su partido perdió por 17 diputados de diferencia en Cataluña y por 6 en el
País Vasco. Si descontáramos estas dos comunidades, sería presidente del
Gobierno. Usted mantiene que hay que hacer algo, ¿en concreto, qué?
—Desde luego, lo primero es mantener las posiciones, los principios
y aquello en lo que crees. A partir de ahí, hemos demostrado que somos capaces
en muchas comunidades de mejorar muy claramente los resultados, y lo hemos hecho
fundamentalmente a costa del Partido Socialista. Claro que tenemos que mejorar;
tenemos que reforzarnos, tenemos que trabajar más, explicarnos mejor, romper
algunos estereotipos falsos que nos han aplicado nuestros adversarios,
etcétera. Es evidente que la solución no es no hacer nada, y desde luego la
solución tampoco es cambiar de principios.
—¿Ustedes van a variar la política de
confrontación para hacer más políticas de acuerdos en comunidades como el País
Vasco?
—Si se repiten las circunstancias como las que han sucedido en esta
legislatura, es inevitable la confrontación. Si el Gobierno pretende negociar
con ETA o si el señor Ibarretxe pretende hacer un
referéndum de autodeterminación saltándose la Constitución, es evidente que
vamos a defender que se cumpla la ley, la España constitucional, y que no se
negocie con ETA. Si, por el contrario, la lucha contra el terrorismo se hace
como se decía en el Pacto Antiterrorista, estaremos apoyando al Gobierno. En
este momento la prioridad en el País Vasco es la recuperación de la libertad, y
eso pasa por la derrota de la banda terrorista.
—El
otro día dijo usted que el PP debe ser un partido de centro reformista. ¿Qué
diferencia hay entre el centro reformista, el liberalconservadurismo,
el centro-derecha o el reformismo liberal?
—Nosotros celebramos el congreso de la refundación del partido en
1989. Ahí se creó el Partido Popular. El PP era una operación para hacer el
partido que tenemos en este momento. Ahí se incorporaron el Partido Demócrata
Cristiano, los liberales, Alianza Popular como el grueso y otras fuerzas. A
partir de ahí se tomaron otras decisiones, como pasarnos al Grupo Popular
Europeo, donde estamos con Angela Merkel
y con Nicolás Sarkozy. El nuestro es un partido de centro y reformista, donde
defendemos la libertad como fundamento de la dignidad de la persona, la
igualdad de derechos y oportunidades, un estado de bienestar, la solidaridad,
la atención a los más débiles, la unidad nacional y la lucha contra el
terrorismo. Ser reformista es ser capaz de adaptarse a los cambios que se
producen en el mundo, en la sociedad, e incluso a las circunstancias. En este
partido tienen que sentirse cómodos todos los que nos han votado, y más porque
el partido tiene que intentar representar a todos.
—Partamos
de la base de que gana el Congreso de junio. ¿Usted se la juega de verdad en
las elecciones europeas y, más en concreto, en las gallegas?
—Esa misma pregunta me la hicieron en 2004. También había elecciones
vascas, elecciones gallegas, teníamos el Gobierno, dejamos de tenerlo, y había
elecciones europeas. Yo, si gano el Congreso, lo que habré conseguido es la
confianza de mi partido, y mientras mi partido me mantenga la confianza yo,
lógicamente, seguiré siendo el presidente. En cuanto deje de producirse, no lo
seré. Trabajaremos para que las cosas vayan de la mejor manera posible, pero yo
no puedo plantearme otro horizonte distinto del de hacer las cosas bien
pensando en las elecciones de 2012.
—¿Entendió, señor Rajoy, las palabras de
Aznar en su reciente intervención como un reproche hacia su gestión de la
actual situación?
—No, creo que el comportamiento de Aznar está siendo impecable.
Aznar vivió algo parecido a lo que estoy viviendo yo, en 1993. Yo estaba aquí,
era el vicesecretario general de Organización y lo vi muy de cerca.
—¿Qué pasó entonces? Refrésqueme la
memoria, por favor.
—Le invito a que repase las hemerotecas.
«NO MUEVO NI UNA COMA DE MI POSICIÓN
CONTRA LA NEGOCIACIÓN CON ETA»
-¿Ha rectificado tanto el Gobierno que se
ha acercado a los postulados que mantuvo el PP durante la tregua?
-En este momento,
lo único que hemos visto es que el Gobierno, la Policía y la Guardia Civil
están funcionando y, por tanto, deteniendo etarras. Yo juzgaré siempre al
Gobierno por sus hechos; si lo hace bien, lo apoyaré; si no, denunciaré sus
errores como hice en la última legislatura. Lo que da valor a un «no» es saber
decir que «sí» cuando corresponde.
-¿Qué ocurrió el 9-M, en este capítulo en
concreto? ¿La gente perdonó la negociación?
-Yo no creo que los
españoles apuesten por una negociación política con ETA. En cualquier caso, yo
no la defenderé nunca. Yo no muevo ni una coma de todas las intervenciones que
tuve en el Congreso de los Diputados en contra de la negociación política con
ETA. Son las posiciones que llevo defendiendo a lo largo de toda mi vida y que
se plasmaron en el año 2000 en el Pacto Antiterrorista.
-¿Usted hubiera recibido a Ibarretxe después del espectáculo en el Parlamento vasco
con el tema de las torturas de la Guardia Civil?
-La resolución del
Parlamento vasco sobre las torturas me pareció absolutamente lamentable, y
desde aquí manifiesto mi solidaridad con la Guardia Civil. El presidente del
Gobierno debe mantener relaciones institucionales con todos, pero a mí me
gustaría que hubiera recibido a los presidentes autonómicos para hablar de la
financiación autonómica, del agua o de otros problemas reales de las personas.
Porque, además de reunirse con los señores de su partido para hablar de
financiación autonómica, el presidente sólo ha recibido hasta el momento al
señor Ibarretxe, y puede transmitir la sensación de
que aquí, para que lo reciban a uno en La Moncloa, hay que plantear un plan
soberanista o ser del partido del Gobierno.
-¿Zapatero se niega a negociar con Ibarretxe asuntos que sí negoció con ETA en Loyola?
-Yo no sé lo que
negoció Zapatero con ETA en Loyola porque no me lo ha dicho, pero lo que es
evidente, y ya nadie discute, es que negoció cosas que no podía negociar. En
cuanto a la reunión con Ibarretxe, si el señor
Rodríguez Zapatero lo que le dijo fue que no podía celebrar un referéndum, yo
estoy de acuerdo. Yo creo que no se puede celebrar un referéndum porque es
ilegal, pero creo además que no hay ninguna necesidad de modificar el estatuto
jurídico y político del País Vasco y que la prioridad absoluta es la
recuperación de la libertad, es decir, la derrota de ETA.
-¿Una de las batallas políticas para esta
legislatura será la reforma del Estatuto vasco?
-Insisto en que no
me parece necesario; la prioridad debe ser derrotar a ETA y ocuparse de
necesidades reales de la gente. Espero que no se repitan los errores que se
cometieron con el Estatuto catalán durante la pasada legislatura.
-¿Está usted resignado, por decirlo así, a
que el Tribunal Constitucional falle a favor del Estatuto catalán tal y como
está?
-No, no estoy
resignado. Yo tengo confianza en que el Tribunal Constitucional atienda
nuestros argumentos, especialmente en un asunto tan importante como es el de la
relación bilateral que se establece en ese Estatuto y que, de llevarse a la
práctica, supondría cambiar el modelo de Estado y que España pasase a ser una
confederación, algo que, como es natural, yo no puedo aceptar de ninguna
manera. Yo defiendo el modelo constitucional, el del Estado de las Autonomías,
que es el que los españoles aprobamos en 1978.
«SOLBES SE COMPORTA MÁS COMO
COMENTARISTA QUE COMO GOBERNANTE. ESTAMOS PAGANDO LA PASIVIDAD DEL GOBIERNO»
-¿Nos acercamos a la supresión de la disciplina presupuestaria?
-Uno de los pocos asuntos en los que el Gobierno
podía presentar un balance razonable en política económica era el mantenimiento
del superávit, pero tengo la sensación de que ha tirado la toalla. No me gusta
que se permita a las comunidades autónomas aumentar su déficit en estas
circunstancias; le recuerdo que la devolución de los 400 euros puede costar a
las arcas del Estado cerca de 6.000 millones de euros. Tampoco me parece
correcto que no se esté haciendo un esfuerzo para reducir el gasto público. En
cualquier caso, lo más preocupante de todo es la absoluta inacción en materia
económica, que no contribuye a generar la credibilidad y confianza que la
sociedad necesita para salir pronto de esta crisis. El ministro de Economía se
está comportando más como un comentarista de los acontecimientos que como un
gobernante dispuesto a tomar medidas necesarias para hacer frente a los mismos.
-¿Cuáles son las previsiones de aumento del paro que hace el Partido
Popular?
-Los datos de crecimiento económico y las
previsiones para lo que queda de año son muy alarmantes, y no lo dice Partido
Popular, sino todos los informes económicos, como el último de la Fundación de
Cajas de Ahorro. En los dos últimos trimestres se ha venido destruyendo empleo,
y hay otros problemas de fondo, como el endeudamiento de las familias y de las
empresas españolas, un enorme déficit exterior y dificultades por la crisis
internacional para acceder al crédito. Pero, insisto, lo más negativo es la
falta de respuesta del Gobierno a esta situación. Ya advertimos en la pasada
legislatura que había que tomar medidas y no se nos hizo caso; ahora todos
estamos pagando las consecuencias de aquella pasividad. Tengo la sensación de
que el Gobierno sigue instalado en el mismo error.
-¿Crisis o desaceleración?
-Crecemos cada vez menos, se está destruyendo
empleo, la inflación no está controlada, el déficit exterior es del 10% del
PIB... Llámelo como quiera, pero es evidente que esta situación la están
sufriendo los españoles, aunque el Gobierno no quiera darse por enterado.