LA GUERRA DE LA FINANCIACIÓN REABRE LAS HERIDAS EN LOS
FEUDOS DEL PSOE
Informe
de Fernando Cancio en “La Razón” del 11 de mayo de
2008
Por su interés y relevancia he seleccionado el informe
que sigue para incluirlo en este sitio web.
Las comunidades
socialistas plantan cara al Gobierno ante el modelo de reparto que propone
Cataluña - De la Vega asegura que se cumplirán los plazos del Estatuto y
aboga por un consenso
Las regiones socialistas desoyen a José Luis Rodríguez Zapatero y airean sus
quejas sobre el reparto de fondos.
Madrid- La guerra entre las comunidades del PSOE está servida. Nadie da su
brazo a torcer en la dura contienda de la financiación autonómica, donde se han
abierto varios frentes en los que cada uno defiende sus intereses. El modelo
vigente es el de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (Lofca), pero muchas regiones ven en él un régimen obsoleto
con datos no actualizados, sobre todo, los referidos al número de habitantes.
Y aquí arranca la primera de las batallas: la de reformar el sistema o no.
Entre quienes se oponen al cambio está el ex presidente del Gobierno, el
socialista Felipe González, que ya dejó claro el pasado miércoles, en un
artículo de opinión en «El País», que sería mejor aplazarlo «para un momento
posterior» para que el Gobierno se centre «en la recuperación» económica. Sus
palabras han sido el factor clave para reabrir las heridas entre los
socialistas. Como era previsible, el presidente de la Generalitat, José
Montilla, ha tardado poco en salir a la palestra. Alertó de los riesgos de
aplazar el debate, «porque debemos resolver una situación clamorosamente
injusta. Cataluña no puede esperar más». A esta reivindicación se sumó ayer la
líder del PSC y ministra de Defensa, Carme Chacón, quien calificó la reforma de
«urgente».
Y María Teresa Fernández de la Vega tuvo que terciar. La vicepresidenta primera
aseguró ayer que se mantendrán los plazos de negociación que están previstos
para alcanzar el nuevo modelo de financiación y apostó por el diálogo y el
consenso, algo que, actualmente, no existe entre las regiones socialistas.
Entre los más reacios al cambio se encuentra el presidente de la Junta de
Andalucía, Manuel Chaves, que ha repetido en numerosas ocasiones que «no es el
mejor momento» para afrontar la financiación autonómica con la situación de
desaceleración económica que vive el país.
Exigencias
Sin embargo, en esta «guerra económica» hay otra batalla más dura incluso que
la anterior: la de cómo reformar la Lofca, de forma
que se agrade a todas las comunidades. Cada una pide más fondos y se niega a
perder recursos. Y ahí es donde Cataluña se ha situado en el centro de todas
las miradas con la intención de que se aplique el modelo de financiación
pactado en su Estatuto, en el que se apuesta, entre otros aspectos, por las
relaciones económicas bilaterales con el Estado. Además, apoya la idea de que,
a la hora de repartir, se tenga en cuenta lo que aporta cada región a los
ingresos estatales. Pero no está sola, ya que la Comunidad Valenciana y
Baleares han mostrado su apoyo a la Generalitat.
Estas tres autonomías (dos socialistas y una popular) deberán hacer frente a
las críticas y reivindicaciones de otras que creen que, de aprobarse el modelo
catalán, saldrían perdiendo. Es el caso de Andalucía, Extremadura, Galicia,
Asturias, Aragón (todas socialistas), Castilla y León (PP) y Cantabria (PRC).
Entre las críticas al plan catalán destaca la reducción del fondo de
suficiencia sólo a los ámbitos de la Sanidad, Educación y Servicios Sociales.
La tensión entre comunidades del mismo color es patente desde hace varios
meses, lo que obligó al presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero,
a pedir a los suyos que solucionasen sus problemas «en casa», sin airearlos.
Pero los problemas están ahí y día a día las comunidades sacan a la luz más
quejas.
Una de las últimas en mostrar su enfado con las intenciones de la Generalitat
ha sido Extremadura. Su presidente, Guillermo Fernández Vara, se mostró el
pasado miércoles muy tajante y claro al respecto: «Si Cataluña toca nuestros
intereses nos van a encontrar, y si quieren cambiar el modelo de financiación,
entonces nos vamos a ver las caras». También se ha mostrado en contra
Andalucía, primera comunidad en enviar al Gobierno su propuesta de
financiación, en 2006. Esta autonomía se opone a que se tengan en cuenta las
balanzas fiscales a la hora de repartir recursos y exige que se estudien
factores como la densidad de la población, el envejecimiento de la misma, el
peso de los ciudadanos en edad escolar o el de los menores de cuatro años.
Incluso desde el PSOE andaluz han reclamado al presidente del PP de la
comunidad, Javier Arenas, que le traslade a su homólogo valenciano, Francisco Camps, que su alianza con Cataluña y Baleares «no beneficia
a Andalucía».
Pero las tensiones y discrepancias son mayores en el norte. Galicia y Asturias
decidieron en abril plantar cara juntas al modelo catalán con el objetivo de
defender sus intereses. Contrarias también estas autonomías a introducir en la
pugna las balanzas fiscales, exigen que se tenga en cuenta el envejecimiento de
la población, su dispersión o la orografía. Otras comunidades no tardaron en
mostrar su acuerdo con gallegos y asturianos, como Castilla y León o Cantabria,
que exigen también que se mantengan los baremos de solidaridad territorial y
rechazan cualquier relación económica bilateral.
Así, el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera,
rechaza un modelo que «en el mejor de los casos mantenga a la comunidad en una
situación similar a la actual mientras otras mejoran». Para el popular, el
debate se debe centrar en tres principios: el Fondo de Suficiencia para
garantizar servicios públicos de calidad, el de solidaridad y el de
Compensación Interterritorial. Todos se ven perdedores si se aceptan las
pretensiones catalanas, pero el presidente de la Xunta de Galicia, Emilio Pérez
Touriño, ya hizo hincapié en que «una relación bilateral a quien
beneficia sólo es a Cataluña». «El problema de Cataluña no es el nuestro. La
vida es así». Algo parecido opina José María Barreda. El presidente de
Castilla-La Mancha considera que en Cataluña «quieren demostrar que ofrecen
mucho y reciben poco, y eso es una falacia», informa Ep.
Por su parte, Aragón también defiende sus intereses y se postula en contra del
modelo catalán. Su presidente, Marcelino Iglesias, que defiende que la
financiación no puede basarse sólo en la población, reivindica la necesidad de
tener en cuenta más factores como la dispersión, el envejecimiento, la
superficie o el esfuerzo fiscal, ya que, de otra forma, sería «un modelo muy
injusto». Por ello, insistió en que Aragón no apoyará ninguna fórmula basada
exclusivamente en la población o la renta per cápita y mostró su esperanza de
lograr un acuerdo con el Gobierno. Además, critica cualquier tipo de pactos
bilaterales: «Estaremos en contra de que la financiación se imponga con
criterios en los que se ponen de acuerdo dos».
Y en medio de esta batalla se encuentra el vicepresidente económico, Pedro
Solbes, quien hace un mes ya avisó de que «el problema es complejo» y de que
los recursos a repartir son escasos. De momento, y pese a que la práctica
totalidad de comunidades socialistas están en contra, prometió que el Gobierno
cumplirá con el compromiso incluido en el Estatuto de Cataluña de que antes del
9 de agosto estén definidas las líneas del nuevo sistema para que entre en
vigor el próximo año 2009. De esta forma, desoye las reivindicaciones de sus
compañeros de partido.