LA SALIDA "JUDICIAL" A LA CRISIS ESPAÑOLA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 05 de abril de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
De las tres vías posibles para regenerar la democracia
española (la Judicial, la rebelión ciudadana y la reforma interna de los
partidos políticos), la única posible, por el momento, es la Judicial, lo que
implicaría encerrar en la cárcel a cientos, quizás miles, de políticos
corruptos, un enorme trauma que provocaría una reforma del sistema, cuya
podredumbre saldría por fin a la luz con toda su inmensa carga de vergüenza,
ignominia y oprobio.
---
De las
tres vías posibles para solucionar la profunda crisis de la democracia
española, prostituida y degradada hasta límites de vómito, la
"Judicial" es la más esperanzadora. Existen datos e indicios que
permiten a los demócratas españoles "soñar" en que muchos jueces
están diciendo "basta" a la corrupción y al abuso del poder político
e impulsando una rebelión cuyo doble objetivo es devolver la independencia
perdida a la Justicia y limpiar el sistema de corruptos y de políticos que
sabotean la democracia.
El vía libre del Tribunal Supremo y del Consejo General del Poder Judicial al
procesamiento del juez Baltasar Garzón, máximo símbolo, junto con el Fiscal
General del Estado, de la sumisión de la Justicia española al poder político,
junto con el visible impulso dado por los jueces a casos anticorrupción como el
de Jaume Matas y otros muchos que afectan a los dos grandes partidos españoles,
son claros síntomas de que algo se está moviendo en los ámbitos judiciales y
que el movimiento apunta hacia la rebeldía y la recuperación de la
independencia del sometido Poder Judicial.
Para los demócratas españoles, la vía de la rebelión judicial es la más corta y
menos traumática para acabar con la degradación de la política y de la
democracia en España. Las otras dos vías, que son la regeneración de los
partidos políticos, convertidos en el corazón del sistema, y la de la rebelión
de los ciudadanos contra sus dirigentes, son hoy poco practicables y
traumáticas, la primera porque el sistema de partidos (partitocracia)
está tan corrompido que ya es incapaz de percibir su propia indignidad y ni
siquiera puede regenerarse, mientras que la segunda no es viable porque el
gobierno y los grandes partidos han fanatizado, manipulado, comprado,
confundido y hasta envilecido a gran parte de la ciudadanía española.
La Justicia española ha vivido en los últimos años, bajo el mandato de
Zapatero, momentos de una desvergüenza insoportable. Basta recordar algunos
episodios como cuando el ministro de Justicia Bermejo dijo que en España la ley
se aplica "según convenga a la jugada", el pro-etarra Alnaldo Otegui, al ser detenido, preguntó si el Fiscal
General del Estado estaba al corriente de su detención, o cuando la propia
policía alertó a los terroristas de que iban a ser detenidos, desde el bar
Faisán, o aquella nauseabunda cacería compartida por el ministro Bermejo, el
juez Garzón y el jefe de la policía que investigaba el Caso Gürtel
contra el PP.
Sin
embargo, la degradación de la Justicia no es obra exclusiva de los socialistas.
El PP tuvo un protagonismo especial cuando Aznar, ayudado por su ministro Michavila, impulsó el "Pacto por la Justicia", al
que el PSOE se sumó de manera entusiasta, todo un atentado contra la
democracia, gracias al cual los partidos políticos pueden nombrar jueces y
magistrados.
Pero el símbolo supremo de la degradación de la Justicia y de su vil
sometimiento al poder político es el Tribunal Constitucional, minado por la
politización y transformado por los partidos políticos en una palanca de poder
sometida, un tribunal que es incapaz de pronunciarse sobre un Estatuto de
Cataluña, impulsado por el propio Zapatero, que, según los sondeos
demoscópicos, es considerado anticonstitucional por tres de cada cuatro
españoles.
El la Italia de los años 80 y 90 del pasado siglo, los jueces
fueron los principales artífices de la regeneración del sistema, convertido por
los partidos políticos en una mezcla nauseabunda de coprocracia
y cleptocracia. En España, donde la situación ya se
paree mucho a la de Italia en sus peores tiempos, debería reproducirse la
reacción digna y valiente de una Justicia que, desde el principio de los
tiempos, sintió la llamada de la defensa de los débiles frente a los poderosos,
de limitar y controlar el poder totalitario, y de frenar la corrupción y el
abuso en las entrañas del Estado.
El escritor y filósofo de Jaén Antonio García Fuentes publicó
recientemente un artículo titulado ¿SE REBELAN LOS JUECES?, en el que destaca
que uno de los más evidentes síntomas de la reacción de la Justicia española
puede verse en la edición del diario ABC del 19-02-2010, donde, bajo el título
"DESPOLITIZACIÓN JUDICIAL", podía leerse: “Mil magistrados han
firmado un nuevo manifiesto: Los jueces contraatacan con una plataforma por la
independencia: El movimiento, un año después de la huelga, surgió en Granada”.
Y también: “Denuncian la progresiva merma de la independencia judicial que no
solo ha repercutido negativamente en la confianzas de los ciudadanos en la
Justicia, sino que ha llevado a jueces y magistrados a un estado insostenible
de “desaliento, impotencia y frustración personal”