ESPAÑA NECESITA ERRADICAR LA PARTITOCRACIA CORRUPTA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 07 de abril de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Lo
ocurrido con Jaume Matas y el caso Gürtel demuestran que el PP ha seguido la
senda corrupta del PSOE y que hoy los dos grandes partidos políticos españoles
están corrompidos hasta la médula, sin que ninguno de ellos merezca el apoyo de
los ciudadanos decentes. Pertenecer a uno de esos dos partidos o apoyarlos es
ya prueba suficiente de que se milita en la indecencia y de que no se merece el
título de demócrata.
Pero el problema es más grave de lo que parece porque esos mismos partidos
políticos que han llenado de basura la política española se sienten tan felices
en el lodazal y están tan envilecidos que prefieren ignorar su hedionda
enfermedad y seguir aferrándose al poder y a los privilegios, hasta el punto de
impedir que se realicen las reformas urgentes que España necesita para dejar de
ser una pocilga.
España parece ya un país abandonado por Dios. Los ciudadanos españoles, ya
acosados por una crisis que fabrica miles de parados cada día y que llena las
calles de nuevos pobres, se enfrenta ahora a un nuevo dilema político
desolador: ¿Que es más urgente, expulsar del poder a un Zapatero inepto que nos
lleva hacia el abismo de la pobreza y la derrota como pueblo o combatir la
partitocracia corrupta que nos ensucia a todos? Si la prioridad es expulsar a
Zapatero, entonces habrá que dejar a un lado la miseria indecente del Partido
Popular y elegirlo en las urnas como alternativa de poder. Pero, si optamos por
combatir la partitocracia, habrá que llenar las urnas de votos en blanco y de
votos nulos que incluyan en las papeletas la leyenda "chorizos".
Mientras que el PSOE, con la ayuda de su eficaz propaganda y con la complicidad
de decenas de grandes medios de comunicación sometidos al poder, oculta sus
numerosos y repugnantes casos de corrupción, gran parte de ellos en Andalucía,
el PP aparece enfocado por las cámaras con toda su inmundicia a la vista: el
súbito enriquecimiento de Jaume Matas, que lucía sin pudor joyas, relojes y
palacetes, y las comisiones millonarias que, según el sumario, han sido
cobradas por Bárcenas, tesorero del partido, al que Rajoy sigue manteniendo
como senador, pagándole los abogados y con despacho en la calle Génova, son dos
arietes que ponen al descubierto toda la porquería que anida en la derecha
española.
La situación indigna al ciudadano y le lleva a exigir reformas urgentes para
limpiar el estercolero político español. Una de las más urgentes es que los
partidos sean considerados responsables civiles subsidiarios de los desfalcos
de sus dirigentes. Si fuera la misma organización que les ha incluido en las
listas electorales y les ha sentado en los gobiernos autonómicos o municipales
la que tuviera que hacer frente a la factura de sus pillajes, gran parte del
problema quedaría resuelto. El principio de que los partidos deben pagar por el
daño que causan al ciudadano, a la democracia y al erario público debe ser
sagrado en democracia.
Pero en España, un país indefenso frente a los poderes descontrolados de la
"casta" política, los partidos y sus dirigentes han conseguido ser
casi inmunes e impunes, con privilegios acumulados que dejan en ridículo a los
que disfrutaban el clero y la nobleza en tiempos del absolutismo.
Rajoy, quizás fascinado por el éxito electoral de unos socialistas que hasta
han conseguido ganar elecciones a pesar de haber tenido ministros y secretarios
de estado en la cárcel, ha demostrado ser un buen aprendiz, que sabe convivir
con la corrupción. Para muestra un botón: un día dijo de Jaume Matas: “Vamos a
intentar hacer en España lo que Jaume y todos vosotros hicisteis en Baleares”.
Los partidos deben cambiar y convertirse en organizaciones decentes, bajo
control de la Justicia y de la ciudadanía. España tiene que cambiar y dejar de
ser una dictadura de partidos para convertirse, esta vez en serio, en una
democracia. Todos tenemos que aprender que no es posible combatir la corrupción
sin vigilar el patrimonio y la conducta de los militantes de los partidos ¿Por
qué un partido como el PP es incapaz de detectar a uno sólo de sus 43
dirigentes regionales, entre ex presidentes, diputados, alcaldes, concejales y
gerentes de empresas públicas, que están en los juzgados por su extraordinaria
tendencia a apropiarse de lo ajeno?
Si el PP quiere merecer el gobierno, tiene que cambiar mucho y muy rápidamente.
Hay que acabar con las políticas mafiosas internas. No tiene sentido que el
partido abone a sus altos cargos que concluyen su mandato una compensación de
5.000 euros al mes durante un año para darles tiempo a encontrar trabajo, como
ha hecho con Matas, a pesar de que tres meses después de dejar su cargo, el ex
presidente balear ya ganaba dinero holgadamente. Menos sentido tiene que el
líder nombre a su sucesor, como hizo Aznar con Rajoy, o que las listas
electorales sean elaboradas por los partidos, que premian con ellas
fidelidades, silencios y adhesiones mafiosas. Todavía menos sentido tiene que
existan miles de cargos políticos incapaces de justificar su patrimonio.
Todavía es mas sucio que los políticos nunca dimitan en España, aunque se le
descubran fechorías. Mas nauseabundo aun es el silencio de la prensa comprada
con dinero público, un silencio que convierte al ciudadano en rehén indefenso
del abuso de poder.
Y, mientras tanto, España es un lodazal frente al que los ciudadanos decentes
sólo pueden sentir asco. La permanencia en el poder de políticos arrogantes que
regalan pisos de casi dos millones de euros a sus hijos o que cobran comisiones
millonarias, sin que les ocurra nada, es algo tan sucio que clama al cielo y
que pide a gritos urnas inundadas de votos nulos y blancos que lancen sobre el
rostro de los políticos la dura acusación que se han ganado a pulso:
"CHORIZOS".