POLÍTICOS Y PERIODISTAS, ENEMIGOS DEL PUEBLO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 28
de abril de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Políticos,
periodistas, jueces y policías figuran ya en las encuestas como los más
desprestigiados y rechazados por la sociedad española. Al ser profesiones de
gran importancia y peso en el sistema democrático, su rechazo indica que el
mismo sistema está siendo ya devaluado y cuestionado por los ciudadanos.
Tienen
razón los españoles cuando desprecian a políticos y periodistas. Los primeros,
con su mal gobierno, están llevando a España hasta el abismo, mientras que los
periodistas silencian la información, los dramas y errores que afectan al
partido con el que se sienten identificados. Las víctimas de esta sucia
conspiración son los ciudadanos y la propia España. La verdad es que, cegados
por el poder, envilecidos por los privilegios y entregados a la mentira y al
engaño, gran parte de los políticos y los periodistas españoles se están
convirtiendo en "enemigos del pueblo".
Al iniciarse la década de los ochenta, las encuestas señalaban a políticos,
periodistas, jueces y policías como los profesionales más respetados y
envidiados. Entonces eran considerados como "héroes" de la
democracia. Hoy, cuando apenas han transcurrido tres décadas, esas mismas
profesiones son las mas despreciadas y odiadas por
los ciudadanos.
¿Que ha ocurrido en España para que el cambio en los criterios y valoraciones
ciudadanas sea tan profundo?
Aquellas valoraciones del pasado eran el reflejo de una sociedad ilusionada que
miraba el futuro con esperanza; las de hoy son los sentimientos de una sociedad
frustrada, que se siente engañada y se lame las heridas.
Cansada de despreciarlos y de ser ninguneada, la gente está cambiando su
desprecio por odio y mira ya a los políticos y a los periodistas como enemigos
del pueblo y de la democracia. Y tienen razón porque políticos y periodistas
son los principales culpables del drama actual de España, un país que ha
traicionado la esperanza de sus ciudadanos y que ha convertido la democracia
ilusionante que sustituyó al franquismo en una sucia y penosa dictadura de
partidos políticos inútiles y culpables de que España avance hoy hacia el
desempleo, la pobreza, la corrupción, el desprestigio y hacia su derrota como
proyecto común de convivencia.
La
gente siente que no está representada por los políticos y por los periodistas.
Sólo los fanáticos y los que viven de ordeñar al Estado siguen siendo files a
una política degradada y a un periodismo que ha abandonado la verdad y se ha
vendido al poder. Pero quizás lo más grave de la situación es que los
ciudadanos han perdido la confianza en los políticos y en los periodistas. No
creen las promesas de los políticos, ni en sus explicaciones y recetas para
solucionar los problemas, como tampoco creen en el mundo que describen los
periodistas, ni en sus análisis, ni en su independencia, ni en la veracidad y
honradez de sus opiniones. Para muchos ciudadanos, sobre todo los más honrados
e informados, la mayoría de los periodistas y políticos españoles son miembros
destacados de la odiosa cofradía de la mentira.
La frustración ha convertido a la España es hoy en un territorio abonado para
la abstención electoral, el voto en blanco, el voto nulo, el desacato, la
lectura de información en Internet y el desprecio a los profesionales que están
más cerca del Estado, entre los que sobresalen políticos y periodistas.
Gran
parte de los que antes se abstenían en las elecciones lo hacían por desinterés,
pero la mayoría de los que hoy se abstienen lo hacen por rechazo a los
políticos y al sistema degenerado. Del mismo modo, la gente ha dejado de
comprar periódicos porque rechaza la mentira imperante en los medios y las
rastreras alianzas entre el mundo mediático y el político.
Cada día son más los ciudadanos que no pueden sentirse representados por gente
como Zapatero, Rajoy, Pedro Jota, Juan Luis Cebrian y
otros muchos miembros de la nueva aristocracia democrática española. A todos
ellos el pueblo los señala como traidores de la verdadera democracia y como
culpables de haber prostituido el sistema.
La gente es menos ignorante de lo que políticos y
periodistas creen. Saben, por ejemplo, que la vieja alianza entre la prensa y
los ciudadanos, fundamental para la democracia, ha sido sustituida por una
alianza bastarda y antidemocrática entre el poder político y los medios de
comunicación, cuyas principales consecuencias han sido el blindaje de los
políticos ante la opinión pública, la impunidad casi absoluta de los políticos,
la renuncia a la verdad mediática y el intercambio de favores entre la casta
política y los empresarios mediáticos, cuyas empresas editoriales se mantienen
vivas gracias al dinero público y a los muchos favores que reciben del poder, a
cambio de apoyos y propaganda.
Los ciudadanos, menos imbéciles de lo que los políticos y periodistas creen,
contemplan con preocupación como están siendo
pésimamente gobernados por una "casta" política que ha sustituido el
"servicio público" y el "bien común" por una amalgama de
intereses bastardos entre los que priman el enriquecimiento, la corrupción, el
control del poder, el enchufismo, el clientelismo, los privilegios, el
despilfarro y la marginación de los ciudadanos, mientras el país es empujado
por las "élites" de la falsa democracias hacia el abismo.
Contra
esa casta de malos políticos y periodistas, los ciudadanos reaccionan con la
única arma que poseen: el boicot. Y, en consecuencia, cada día son más los que
les desprecian, los que dejan de votarles, los que votan en blanco y los que se
niegan a comprar periódicos y a ver o escuchar los noticieros de una televisión
y una radio que han perdido la independencia y que están demasiado
comprometidas con el poder.