POBRE ESPAÑA, TAN LEJOS DE DIOS Y TAN VEJADA POR
ZAPATERO
Artículo de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 26 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
¿Es Zapatero un
castigo divino a España por sus muchos pecados o más bien el resultado de la
cobardía y del envilecimiento colectivo de buena parte de los españoles?
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La
Historia y las estadísticas enseñan que cada dos o tres siglos un desaprensivo
peligroso consigue llegar al poder y encaramarse en la cúspide del Estado,
causando daños terribles a sus pueblos. Los países que disponen de leyes
acertadas, instituciones sólidas y ciudadanos preparados suelen impedir o
minimizar los efectos de esas catástrofes impidiendo el acceso al poder o
expulsando al dirigente maligno, pero otros sucumben y son llevados hasta el
fracaso y la derrota por el verdugo político.
Alemania tuvo a su Hítler, la URSS padeció al criminal Stalin en el poder,
Uganda tuvo a su Idi Amín, Haití fue destruida por Papa Doc y otros muchos
países padecieron a sus propios verdugos, aunque la mayoría de ellos, gracias a
sus leyes, controles y filtros, impidieron el acceso al poder de los más
miserables. Los que sucumben al predador vivieron tiempos tan terribles que sus
pueblos se sentían abandonados o castigados por el mismo destino.
España, cuya historia demuestra que es un país especialmente indefenso frente a
la opresión, el abuso y la corrupción de las clases dominantes, ya padeció a un
predador terrible en el poder hace tres siglos, con el rey felón Fernando VII,
cuyas mentiras y traiciones truncaron la modernización de España, exterminaron
a los mejores hijos de la patria, crearon divisiones y enfrentamientos todavía
no resueltos y debilitaron tanto a la nación que España perdió entonces casi la
totalidad de su enorme imperio colonial americano.
Tres
siglos después, de nuevo ha llegado al poder un predador sin compasión, cuyos
estragos a España ya nos han arrebatado la prosperidad y amenazan con
destruirnos como pueblo y como nación. Si las instituciones y la ciudadanía
hubieran funcionado, Zapatero no habría llegado jamás al poder o, por lo menos,
habría sido derrotado en 2008, impidiéndosele cuatro nuevos años de destrucción
y caos, pero no fue así porque coincidieron otros fenómenos y dramas: una
democracia ya asesinada y transformada en partitocracia, una sociedad
envilecida y narcotizada, un partido socialista que había perdido sus ideales y
principios, unas instituciones debilitadas y dominadas por el poder ejecutivo y
una oposición política decepcionante, cobarde e incapaz de sembrar ilusión.
A
mediados de 2010, Zapatero está punto de culminar su mortífera agresión a
España, después de haber recorrido un camino estremecedor de abusos, errores,
despilfarros, mentiras y mazazos a la columna vertebral de España. Ha dividido
la sociedad, ha estimulado la corrupción, ha endeudado al país hasta límites
groseros, ha despilfarrado, ha mentido, ha desprestigiado la democracia y a la
clase política, ha destruido gran parte del tejido productivo, ha sembrado el
país de desempleados y pobres, ha envilecido todavía más la sociedad , ha
comprado voluntades y votos, a diestro y siniestro, con dinero público, ha
llenado las administraciones de enchufados y parásitos que ordeñan el erario y
no aportan nada y ha hundido el prestigio y la imagen de España en todo el
mundo.
Aunque
una parte importante de la sociedad española, envilecida hasta extremos
inimaginables, todavía sigue apoyando al dañino sátrapa, ya ha sido desenmascarado
por la mayoría de los ciudadanos, que exigen la dimisión o elecciones
anticipadas.
Aunque su desprestigio es ya sublime y sus estragos le impedirán ganar las
elecciones del año 2012, es vital para la sociedad española, incapaz de
soportar por más tiempo los daños que Zapatero causa a diario, cortar de raíz
su caída en barrena y arrebatar inmediatamente el timón de la nación al
predador. Aguantar hasta el año 2012 para expulsarlo del poder es temerario y,
probablemente, suicida.
La
Historia también demuestra que solo los pueblos dignos que saben rebelarse
contra el abuso merecen sobrevivir.
¡Pobre España, tan lejos de Dios (y de la democracia) y tan vejada por
Zapatero, nuestra peor pesadilla!