EL GRAN MISTERIO DE ESPAÑA: ¿POR QUÉ EL PP NO AVANZA?
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 28 de mayo de 2010
Por
su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en
este sitio web.
Muchos
ciudadanos, estudiosos, observadores y analistas políticos no consiguen
explicarse por qué extraña razón el PP no avanza en intención de voto a pesar
de tener enfrente a un Zapatero noqueado y rechazado por su pueblo, al que ha
llevado hasta el desempleo masivo, la ruina y la desesperación. El fracaso de
Zapatero es tan profundo y tan potente el grito que pide su dimisión que lo
lógico sería que en estos momento Zapatero y el PSOE estuvieran hundidos y que
el PP, principal partido de la oposición, tuviera una ventaja abrumadora en las
encuestas, de más de 20 puntos de diferencia, pero, en lugar de eso, la ventaja
de Rajoy es escasa y Zapatero, misteriosa e inexplicablemente, sigue
políticamente vivo y, según algunos, hasta con posibilidades todavía de dar una
sorpresa y de ganar las próximas elecciones.
Aunque en apariencia se trata de un misterio inexplicable, el estancamiento del
PP frente al peor gobernante de España en los últimos siglos es lógico y
responde a reglas sociológicas claras y científicas.
La
ciudadanía no percibe que el PP sea demasiado diferente del PSOE y son muchos
los que creen que el PSOE y el PP son dos partidos muy parecidos, casi gemelos,
nacidos no para servir al ciudadano sino para ocupar los espacios que cedió el
Franquismo al morir el dictador, lo que genera una inmensa frustración ante la
posible alternancia. En consecuencia, buena parte de la enorme sangría de votos
que está sufriendo el PSOE por el mal gobierno de Zapatero no la recoge el PP
sino que esos votos van a otros partidos pequeños y, sobre todo, a la
abstención y a la creciente marea de votos en blanco, asumidos como castigo no
sólo al PSOE y a Zapatero, sino también a la oposición, acobardada,
decepcionante e incapaz de ofrecer ilusión y esperanza.
Ambos partidos (PSOE y PP) y uno y otro líder (Zapatero y Rajoy) son hijos de
la corrupción del sistema y partidarios acérrimos no de la democracia sino de
la partitocracia. Como consecuencia de esa militancia de ambas opciones
políticas en la antidemocracia, ninguno de ellos puede satisfacer las
esperanzas y anhelos del ciudadano español actual, convencido de que la mayoría
de sus problemas no provienen solo de que Zapatero sea un pésimo gobernante o
de que el PSOE haya abrazado el poder y el privilegio como únicas ideologías,
sino de que el sistema vigente en España es una partitocracia corrupta,
urgentemente necesitada de transfusiones masivas de democracia y decencia.
Los Rajoy, los Arenas, las Aguirres, las Cospedal, las Sorayas y demás fauna
partitocrática del PP saben que la única manera de sepultar a Zapatero bajo la
losa del olvido que se merece y de ganar las próximas elecciones arrasando es
prometiendo a los ciudadanos una "Regeneración" profunda del sistema
y de la política española.
El problema es que no se atreven a pronunciar esa palabra mágica porque el
Partido Popular, al igual que el PSOE, no es un partido democrático sino una
estructura de poder basada en el control del Estado y en el dominio y
marginación de la ciudadanía, justo lo contrario de lo que es la democracia.
Prometer
regeneración, que es lo único que devolvería a la ciudadanía española la
esperanza perdida, la fe en sus líderes políticos y la confianza en el futuro,
significa, nada menos, que reformar la Ley Electoral y la Constitución para
garantizar que España sea una democracia, eliminar las listas electorales
cerradas y bloqueadas, castigar ejemplarmente a los corruptos, limitar los
mandatos presidenciales y los de los altos cargos, eliminar gran parte de los
asquerosos privilegios acumulados por la "casta" política en los
últimos años, restablecer al ciudadano en el lugar que le corresponde, como
soberano del sistema, respetar escrupulosamente la separación de los poderes,
permitir que el Congreso sea un templo de la libertad y de la palabra, no la
actual jaula de esclavos, someterse al imperio de la ley, dejando de aplicarla
según convenga al poder, devolver a la sociedad civil su independencia,
permitiéndole ejercer como contrapeso del poder político, restablecer la
libertad de prensa y la libertad de información, castradas por los actuales
partidos políticos, y realizar esfuerzos enormes para restaurar en la sociedad
española los valores y principios que les han arrebatado, de manera mezquina y
vil, los políticos: la verdad, la honradez, la libertad, la igualdad, la
seguridad, la solidaridad, el apoyo mutuo, la paz, la unidad, el amor a la
patria común, el respeto, el esfuerzo, la calidad en la educación y otros
muchos, todos ellos masacrados por una casta política que, consciente de que es
más fácil gobernar a un rebaño domesticado que a una sociedad de hombres y
mujeres libres, se ha dedicado a impulsar la división, el enfrentamiento, el
fanatismo, la incultura y la bajeza, en todas sus modalidades.
Pero
seamos realistas, dejemos de soñar y abandonemos toda ilusión porque pedir al
PSOE o al PP que abracen la "Regeneración" es tan difícil como pedir
a las serpientes que caminen alzadas o a los escorpiones que dejen de clavar su
aguijón. La solución de España solo puede venir de los ciudadanos decentes, no
de partidos degenerados.