¿POR QUÉ DEBEMOS ECHAR A ZAPATERO?
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 02
de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con Zapatero en
el poder, España es como un pollo sin cabeza que corre, agonizante, hacia la
muerte, causando en el mundo más risa que lástima.
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La
salud pública, la decencia y el futuro de España exigen que Zapatero salga
pronto del gobierno. Durante los últimos meses, muchos españoles han afirmado
que Zapatero debe irse y han basado esa sentencia en diferentes argumentos, en
su mal gobierno, en que ha perdido la confianza, en su despilfarro, en el
endeudamiento en sus mentiras reiteradas y en muchos otros, pero muy pocos han
esgrimido el argumento más poderoso de todos: España, en estos momentos
difíciles, necesita un líder y Zapatero no lo es. Más que un líder, Zapatero es
ya un triste monigote chamuscado y sostenido sólo por su guardia pretoriana,
sin prestigio, sin credibilidad, sin la confianza de su pueblo y sin liderazgo
alguno.
La principal razón para expulsar a Zapatero del poder es que ya no es el
presidente de los españoles.
De nada sirven las medidas de austeridad y ahorro aprobadas si no van
acompañadas de un plan de crecimiento, de un proyecto común que nos permita
recuperar la confianza y volver a crecer. El esfuerzo y el sacrificio van a ser
nuestros compañeros de viaje en los próximos años y Zapatero no tiene fuerza
moral ni altura suficiente para pedir a los españoles sacrificio alguno. El
culpable del drama no puede ser también la solución. Quien ha gastado en la
Exposición Universal de Shanghai 74 millones de euros, más que la rica
Alemania, a pesar de la ruina de España, es un tipo lo bastante peligroso para
que España prescinda de él con urgencia.
En el
presente momento de España, el mayor drama es la ausencia de un verdadero
líder, de alguien capaz de conseguir la confianza de los ciudadanos para
encabezar la dura peregrinación hacia el sacrificio, el esfuerzo y las muchas
privaciones de un futuro que Zapatero nos ha arruinado.
El
nuevo líder deberá ser el presidente de un país en ebullición, capaz de dar
ejemplo para afianzar su liderazgo, impulsor de medidas justas y portador de
grandes dosis de ética y ejemplaridad, imprescindibles para que el país renazca
de las cenizas producidas por los incendios provocados por Zapatero y su equipo
de chapuceros ineptos y carentes de ética.
¿Alguien
se imagina a Zapatero exigiendo sacrificios al pueblo mientras sigue
despilfarrando y entregando dinero a espuertas a los sindicatos, a los partidos
políticos y a los cientos de miles de enchufados, paniaguados y amigos del
partido que él mismo ha colocado en el corazón del Estado?
Ni
siquiera tiene autoridad moral para cobrar impuestos, ni sus promesas son ya
creíbles. Ha mentido tanto que ya nadie le cree. Ha despilfarrado tanto que
despierta en los ciudadanos el deseo de esconder su dinero al fisco. Ha sido
tan mal gobernante que produce nauseas. ¿Acaso creía que sus pecados contra la
democracia iban a quedar impunes? ¿Pensaba, acaso, que sus pactos con partidos
de ideología contraria, sellados únicamente para mantenerse en el poder, iban a
quedar impunes? ¿Pensaba, el muy iluso, que los ciudadanos no iban a percibir
toda la vileza que encerraba su compra de votos en el Congreso, con dinero
público, para aprobar leyes contrarias a los deseos de la mayoría?
Zapatero, en el más justo y estricto sentido de la justicia, ha abusado del
poder, ha frustrado tanto la confianza que en él depositaron los españoles y ha
cometido tantos errores insensatos que se ha convertido en un estorbo cargado
de peligro, en un ser despreciado y nocivo para su pueblo al que los poderes
reales de la nación deberían declarar incapacitado para el liderazgo, evitando
así que permanezca ni un minuto más en la Moncloa y no cause mayores daños a
España.