RAJOY NO GANARÁ LAS ELECCIONES; LAS PERDERÁ ZAPATERO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 21 de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Felipe
González ganó las elecciones de 1982 porque la UCD de Suárez se había
suicidado, víctima de divisiones, traiciones y enfrentamientos internos. Aznar
sustituyó en el poder a un Felipe González que se había autodescartado
como líder por su fracaso económico, corrupción y práctica del terrorismo de
Estado. Aznar perdió la Moncloa por su arrogancia, por su participación en la
guerra de Irak contra la voluntad popular y por designar a dedo, como un
monarca absoluto, a su sucesor. Ahora, siguiendo la terrible tradición, es
probable que Rajoy sustituya a Zapatero no por haber entusiasmado a los
españoles con sus propuestas, sino porque el presidente socialista es un pésimo
gobernante que ha conducido a España hacia su ruina económica, el desprestigio,
la división y el fracaso.
---
Aseguran
las encuestas que Mariano Rajoy será el próximo presidente del gobierno de
España, sustituyendo a Zapatero en la Moncloa, pero esas mismas encuestas
revelan que mas que una victoria del Partido Popular
lo que se está preparando en España es una sonada derrota de Zapatero y su
gobierno, al que los votantes abandonarán por su mala gestión de la crisis y su
fracaso general.
En España, desde que murió Franco, la oposición nunca ha ganado unas
elecciones. Las pierde siempre el poder, que se autodestruye por sus fracasos y
errores. La terrible tradición, síntoma de que España es una democracia de
tercera división, volverá a cumplirse en las próximas elecciones generales, en
las que un Zapatero destrozado por su incapacidad como gobernante será sustituído, probablemente, por un Rajoy incapaz de
entusiasmar y de generar esperanza.
El fenómeno no sólo ocurre a escala nacional, sino que se está produciendo
región a región, incluso en feudos tradicionales del socialismo, donde las
encuestas reflejan no un incremento espectacular de votos hacia el PP sino el
abandono de los socialistas por parte de sus votantes tradicionales.
En
Andalucía, sI las elecciones autonómicas se
celebraran ahora, el Partido Popular ganaría por mayoría absoluta y Javier
Arenas sería el nuevo presidente de la Junta de Andalucía, según la encuesta
recién realizada por la empresa IMC para ABC.
El
panorama es desolador y revela ausencia de entusiasmo ante el programa
vencedor. Los españoles votarán al Partido Popular no porque creen en él o
porque se sientan atraídos por sus propuestas, sino porque quieren vengarse del
PSOE o porque creen que hacerlo peor que Zapatero es imposible.
La
falta de entusiasmo político en España es un sentimiento preocupante,
especialmente en la presente coyuntura de profunda crisis económica, de la que
únicamente se puede salir con esfuerzo generalizado y con una ilusión colectiva
por el resurgimiento y la reconstrucción de una economía que Zapatero dejará
hecha trizas y de una moral arrasada por males como la corrupción, la pérdida
de los grandes valores, el descrédito del liderazgo, la desconfianza y la
sensación de fracaso.
El
fenómeno actual no es nuevo en España, aunque nunca antes fue tan acentuado el
hundimiento del gobierno. Felipe Gonzalez solo ganó
las elecciones de 1982 cuando la UCD de Suarez se desmoronó y perdió el apoyo
popular por sus divisiones y enfrentamientos internos; Aznar sustituyó en el
poder a Felipe González cuando el gobierno socialista se había desacreditado
por su fracaso económico, corrupción y práctica del terrorismo de Estado.
Zapatero sustituyó a Aznar de manera inesperada, cuando el país estaba
paralizado por el miedo al terrorismo islamista, al que se acusó de los
atentados de los trenes en Madrid, después de que Aznar se autodestruyera con
su arrogancia, su participación en la guerra de Irak, contra la voluntad
popular, por la fastuosa boda de su hija en el Escorial y por designar a dedo,
como un monarca absoluto, a su sucesor.
Ahora,
fiel a la terrible tradición de que en España nadie gana porque es el gobierno
quien pierde las elecciones, Rajoy se dispone a suceder al fracasado Zapatero
en el poder, pero sin despertar entusiasmo, sin liderazgo, sin ilusión ni
esperanza, mientras el país se siente derrotado y envuelto en la tristeza.
Ese
tipo de relevo en el poder sin entusiasmo, tan típico de España, ha contribuido
poderosamente al deterioro de la democracia española y es especialmente nocivo
hoy, cuando el país, destrozado por la crisis, frustrado por los fracasos de
Zapatero y sin esperanza ni credibilidad, necesita un gobierno fuerte, con
capacidad de ilusionar y de arrastrar al país por los caminos del esfuerzo, la
excelencia y la regeneración, en todos sus ámbitos.