LA CORRUPCIÓN EXTREMA EN ANDALUCÍA JUSTIFICA LA
REBELDÍA CIUDADANA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 14 de febrero
de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La
corrupción extrema y nauseabunda detectada recientemente en Andalucía, donde se
ha utilizado el dinero público para conceder, desde la Junta, pensiones
anticipadas truculentas e injustas a socialistas y miembros de UGT, justifica
que los ciudadanos salgan a las calles y plazas, como en Túnez y Egipto, para
exigir el fin de la corrupción y del abuso, la dimisión del gobierno, la
limpieza de un sistema infectado y la convocatoria urgente de elecciones
anticipadas.
Sin embargo, la protesta masiva no va a producirse en Andalucía por dos razones
principales: la primera es que las estrategias y tácticas del poder para
confundir y atolondrar a los ciudadanos mediante la propaganda, la mentira y la
televisión de baja estofa han funcionado, y la segunda es que el envilecimiento
de la ciudadanía ha alcanzado niveles tan altos que ha convertido a los
andaluces en una masa acobardada e impotente de borregos insensibles ante el
abuso y la iniquidad del poder político.
El alma de la corrupción detectada es tan burda, injusta e inicua que causa
estupor y vergüenza: socialistas y ugetistas fueron
introducidos en EREs de empresas teóricamente en
crisis, financiados con dinero público por la Junta de Andalucía, recibiendo
pensiones anticipadas sin que jamás hubieran trabajado en esas empresas. Para
colmo de inmoralidad, algunos de los afectados afirman ahora que jamás
recibieron dinero alguno, lo que todavía hace más grave e indignante esa
iniquidad. La pregunta que flota en el ambiente es: ¿Fue ese dinero a parar a
las arcas del PSOE o al bolsillo de algunos dirigentes corruptos?
La Justicia, que también parece horrorizada ante el alcance del drama y que ya
ha practicado más de una decena de detenciones, tiene las respuestas que espera
con impaciencia un país aterrorizado ante el enorme alcance de la corrupción
que ha incubado en su sector público.
Si como todo parece indicar, lo que se ha detectado hasta ahora apenas es la
punta del gran iceberg de la corrupción y que por debajo de la línea de
flotación se ocultan nuevos EREs fraudulentos, listas
negras de empresas y empresarios a los que se les vetan las subvenciones y los
contratos y concesiones públicas, amiguismo, nepotismo, enchufismo,
clientelismo, financiaciones sospechosas, enriquecimientos inexplicables,
concursos trucados, oposiciones falseadas, urbanismo delictivo, chantajes, uso
del dinero público para doblegar voluntades, intimidaciones, amenazas y una
larga lista de comportamientos y delitos contra la ley, la decencia y la
democracia que, el conocimiento en plenitud de esa sucia marea negra de
corrupción y abuso de poder marcará la presente época como una de las peores de
la historia andaluza y provocará en una sociedad que se sentirá asqueada,
desbordada y asustada ante el alcance del drama, el vómito, la indignación y la
vergüenza colectiva en la sociedad.
Ojalá el drama de los EREs fraudulentos sea, como
afirma la Junta, un abuso de cuatro golfos, pero mucho nos tememos que sea, en
realidad, la manifestación de la inmensa corrupción acumulada después de más de
tres largas décadas de poder casi absoluto de un gobierno andaluz socialista
que, además de corromperse, ha acumulado un poder tan denso, profundo e
incompatible con la democracia, que ha infectado a toda la sociedad y ha
invadido, hasta el agobio, a la sociedad civil, a la economía y hasta la vida
cotidiana de los ciudadanos.
Si como cabe esperar, el escándalo de los EREs, que
ya es, junto con el de los GAL, quizás el peor de los que han asolado España
desde la muerte de Franco, es sólo el primero de una larga serie de abusos hoy
cuidadosamente ocultos bajo las alfombras del poder andaluz, esta región andaluza,
la más poblada de España, va a necesitar un rescate ético profundo y un
tratamiento de choque intenso para evitar que la desmoralización y la rabia
afecte a varias generaciones.