EL URGENTE "RESCATE ÉTICO" DE ESPAÑA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 19 de febrero
de 2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
España
necesita con más urgencia un rescate ético que un rescate económico. Es posible
que la economía resista y se rehaga después del terrible mandato de Zapatero,
pero es seguro que la ética ha entrado en barrena y que cada día es mayor la
sensación de que el país ha caído en manos de delincuentes.
Basta contemplar el vídeo de la sesión del Congreso de Diputados del 16 de
febrero para darse cuenta que la política española está podrida hasta el
tuétano y que los que se sientan en los sillones de las Cortes son mucho peores
que los ciudadanos a los que dicen representar. El espectáculo de los dos
grandes partidos acusándose mutuamente de chorizos fue espantoso. Han perdido
la vergüenza y ni siquiera sienten miedo a unos ciudadanos que deberían ya
haberlos corrido a gorrazos por indeseables.
El protagonista de la sesión no fue el sufrido pueblo español, al que los
gobernantes han llevado hasta la pobreza, el desempleo, los impuestos abusivos,
la desconfianza y la desesperación, sino los casos Faisán, Gürtel
y los escandalosos EREs de Andalucía, quizás el más
espeluznante de los casos de corrupción que han asolado España y el que
demuestra con mayor solvencia que algunos gobernantes merecen la cárcel de por
vida.
En esa Andalucía considerada por el socialismo como su reserva estratégica y su
principal granero de votos se han cometido delitos públicos que no tienen
perdón y que merecen la cárcel. Socialistas y sindicalistas de UGT han cobrado
pensiones de empresas en las que nunca trabajaron, financiadas con dinero
público, mientras la Junta y los sindicatos, al unísono, han falsificado vidas
laborales para engañar a la Seguridad Social y conseguir pensiones suculentas
para enchufados, protegidos y amigos del poder.
Pero esa marea de excrementos públicos visible no es nada comparada con la
todavía oculta, que algún día saldrá a la luz, aunque ya puede señalarse y
describirse: concursos públicos amañados, comisiones cobradas con chantajes por
recaudadores que decían representar al partido, puestos de trabajo públicos
otorgados a dedo, oposiciones trucadas para que beneficien a los "amigos
del poder", listas negras de empresas y empresarios a los que les les negaban subvenciones y concursos, hijos y familiares de
altos cargos que conseguían contratos exhibiendo el poder de sus protectores,
reparto de dinero para comprar voluntades y silencios, intimidación, ocupación
ilícita de espacios libres de la sociedad civil, urbanismo delictivo, financiación
asquerosa, asesinato político de las cajas de ahorros, enchufismo, amiguismo,
nepotismo, dictadura de partidos y un larguísimo etcétera que rezuma lodo
putrefacto, desprestigio y vergüenza generalizada para la marca España.
La corrupción demuestra con claridad meridiana que algunos políticos se han
sentido tan poderosos e impunes que han dinamitado la Constitución y violado la
ley con un descaro propio de tiranos.
Al igual que el rescate económico de España, si llegara a ser necesario,
tendría que llegar de fuera, porque en España no existe dinero suficiente para
neutralizar los estragos causados por los peores políticos de nuestra historia
moderna, también el rescate ético de España tendrá que llegar de fuera, dado el
alto grado de envilecimiento de los partidos políticos y de contagio e
infección de grandes sectores de la sociedad.
El problema para España es que si bien el rescate económico llegará porque
interesa a nuestros vecinos y socios, el ético nunca llegaría del exterior,
donde se contempla con morbosa satisfacción la ruina moral de España,
capitaneada por una de las peores y más corruptas castas políticas del mundo
occidental. Para nuestros eternos competidores, en especial para franceses y
sajones, la ruina ética de España es, lamentablemente, una ayuda inesperada que
elimina a un competidor molesto.
Tendrán que ser los escasos ciudadanos que quedan en España, aquellos que están
hoy distanciados del poder y considerados como enemigos por los partidos
políticos corrompidos, los que tengan que capitanear la regeneración. Ocurre en
España como en la vieja URSS, que los disidentes, odiados y maltratados por el
régimen en decenas de oscuros Gulags, encerraban casi toda la dignidad,
decencia y futuro que poseía aquel desvencijado y corrupto sistema soviético.