LA CAMPAÑA ELECTORAL DEL PSOE SE BASA EN LA MENTIRA Y
EN EL ODIO AL ADVERSARIO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 11 de mayo de
2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
La campaña
electoral del PSOE, financiada con el dinero de los españoles, está basada en
la mentira, apela a los peores sentimientos del ser humano y no aporta nada
positivo a la sociedad, salvo engaño y manipulación. Su núcleo es una
sofisticada abstracción de la crisis, que mientras en 2008 fue negada, ahora es
ignorada o achacada a José María Aznar. La última mentira flagrante de Zapatero
es afirmar que en España no se han producido recortes sociales. Es una campaña
que, por su bajo nivel ético, debería ser investigada por la Justicia y no
merece tener sitio en un país democrático.
Si el núcleo es contrario a la ética, sus líneas maestras son también de una
bajeza sorprendente. Una de las líneas consiste en asustar a los borregos
españoles gritando que la derecha viene, al igual que en otras campañas del
pasado, pero ahora calificando al PP como "la derecha de la derecha".
Otra línea es eludir responsabilidades y afirmar que la crisis que está
destruyendo España y los 5 millones de parados que padece la sociedad no son responsabilidad de los gobernantes. El propio Zapatero,
que ya es un cadáver ambulante, ha dicho que él no tiene responsabilidad alguna
en la crisis ni en el paro, negando de ese modo uno de los principios básicos
del gobierno en democracia, según el cual los gobiernos deben responder de los
errores y daños que causan a la ciudadanía.
El objetivo de la campaña no es ilusionar, ni presentar propuestas atractivas o
soluciones, sino algo mucho más simple y vulgar: lograr que la desastrosa
situación económica, social, política y ética de España no pese ni influya a la
hora de votar.
Para lograrlo, el PSOE no duda en mentir, en estimular el fanatismo de la
izquierda, en apelar al odio contra la derecha y en despertar en el electorado
las peores pasiones y los más bajos sentimientos.
Es duro, pero cierto, y la realidad es tan amarga que esa campaña debería ser
prohibida porque estimula el odio al adversario y todo lo peor que cada
ciudadano esconde en el interior de su alma.
Otra de las claves vergonzantes de la campaña socialista es ocultar a Zapatero,
como si su paso por el poder hubiera sido un accidente olvidado, como si el
presidente que casi ha destruido el país no hubiera sido el máximo jefe de los
socialistas.
Abrumados por los malos augurios de las encuestas, los socialistas, nerviosos y
casi desesperados, hablan sin pudor de democracia, cuando han violado decenas
de veces sus reglas básicas, de Estado de Derecho, cuando impiden la
independencia judicial y tienen la desfachatez de nombrar jueces y magistrados,
y de política social, cuando ha sido el gobierno que más derechos y logros
sociales ha eliminado en menos tiempos, desde la muerte del dictador.
En algunos escenarios, los nervios y el miedo a perder el poder traicionan a
los socialistas. La pancarta exhibida en Madrid, que decía que los socialistas
querían hacer en Madrid lo mismo que Zapatero ha hecho en España, fue retirada
porque su mensaje garantizaba indignación y una auténtica sangría de votos.
Los eslóganes hablan de "ganar" y los dirigentes gritan victoria. Han
renunciado a convencer, a entusiasmar, a aportar soluciones, a enaltecer y a
animar, concentrando su esfuerzo en "ganar", quizás una inmensa
traición del subconsciente, ya que está demostrado que, cuando los partidos
carecen de ideología y de principios, ya sólo piensan en victoria.