LA PUGNA INTERNA ES TERRIBLE EN EL MOVIMIENTO 15 M Y
PRONTO SABREMOS SI GANA LA LIBERTAD O SE IMPONEN LOS CANALLAS
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 20 de mayo de
2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
No sólo
España, sino el mundo entero tiene los ojos puestos en
las acampadas de jóvenes españoles rebeldes. En el extranjero le llaman la
"Spanish Revolution"
y ya están sentados en sus butacas para asistir al espectáculo de la demolición
de nuestra democracia fracasada. Todos hemos soñado con un despertar de la
España somnolienta y cobarde que soportaba sin rechistar los desmanes de
Zapatero, el dominio injusto y sucio de partidos políticos abusivos, dueños de
un poder desmedido, la visión cobarde de una oposición lamentable, que se
limitaba a esperar la derrota del contrario, el avance hacia el desempleo y la
pobreza, bajo el socialismo trasnochado del PSOE y el desmontaje de los estados
de bienestar y de derecho. Pero nadie consigue ver claro porque el movimiento
juvenil todavía está poco definido y porque los agentes y agitadores de los
partidos políticos luchan con todas sus fuerzas por mediatizar, prostituir y
envenenar ese movimiento libertario y rebelde.
Los mensajes son confusos. Los más limpios e independientes piden cambios en la
injusta Ley Electoral, el fin de los partidos políticos actuales, demasiado
impunes y corruptos, y más democracia auténtica, pero los agentes infiltrados
piden algo tan insólito y caduco como "más Estado", lo que equivale a
menos libertad y a más indecencia y abuso. La última petición, forjada ayer, jueves, fue la de una "Tercera
República".
Ese fue al menos el grito dominante que lanzaron los acampados en la madrileña
Puerta del Sol, crecidos tal vez porque la prensa internacional les concedía
sus portadas y la BBC, despistada como casi siempre, consideraba la acampada de
Madrid como la "nueva plaza Tahrir" (la
plaza de El Cairo donde se fraguó el fin de Hosni Mubarak).
¿Que habrá dicho el rey Borbón desde sus apartados cuarteles de la Zarzuela?
¿Tendrá él información privilegiada sobre el movimiento de los jóvenes? ¿Confía
en que su admirado Zapatero le preserve la Corona?
¿Que está haciendo el PP ante el fenómeno de las manifestaciones juveniles?
Parece que no hace nada, lo que responde a su espíritu siempre acojonado ante
la izquierda. Deberían saber que la calle es de quien la toma y que quien se
quede en su sede elaborando teorías conspiratorias puede perder la partida, una
vez más.
¿Se disolverán los jóvenes, como ha ordenado la justa electoral, para respetar
la jornada de reflexión? ¿Les disolverá el gobierno, como es su deber,
cumpliendo así el mandato de la ley? ¿Permanecerá la policía frenada por el
PSOE, un partido ya derrotado que cree que puede ganar votos con la revuelta?
Hay demasiadas incognitas, sospechas, indefiniciones
y canallas actuando en la trastienda.
Los demócratas españoles deberían estar entusiasmados, pero están confundidos y
con el miedo en el cuerpo. Esperaban que los jóvenes, víctimas del desempleo y
sin futuro, se revolvieran contra Zapatero, el que les ha empujado hacia la
desesperación y la pobreza, el gran culpable del drama de España, pero muchos
de ellos (los agentes de la izquierda) gritan más fuerte contra la oposición
del PP. Esperaban también que exigieran más democracia y una sociedad libre y
con oportunidades, pero algunos muchachos han pedido un Estado más fuerte y más
presencia de lo público en la sociedad, una ruta que estaba de moda en los
tiempos de Stalin, pero que, posteriormente, fue derrotada por la Historia,
tras el fracaso de la URSS, el Estado más asesino de la historia de la
Humanidad con su propio pueblo.
Muchos demócratas españoles, aterrorizados por lo que está pasando en las
calles y plazas, temen que la más certera versión sobre lo que está ocurriendo
sea la del American Chronicle que no sólo aplaude a
los manifestantes sino que anticipa la III República y tal vez un nuevo baño de
sangre, como el que hundió a este país entre 1936 y 1939. Dice el "Chronicle": "España finalmente vuelve a abrazar
su pasado radical, sus movimientos populares, sus tradiciones
anarco-sindicalistas y sus sueños republicanos".
¿Qué III República piden los jóvenes del movimiento 15 M, la nueva, limpia,
democrática, libre y occidental que soñamos los demócratas, o una reedición de
aquella desgraciada II República derrotada por el general Franco, que quizás
sea la que sueñen Zapatero y sus colaboradores?
España entera está confundida ante el fenómeno de las acampadas, que está
afectando emocionalmente a la ciudadanía en vísperas de la cita electoral del
22 de mayo, en la que el socialismo iba a ser masivamente derrotado en las
urnas. Curiosamente, otro fenómeno capaz de alterar las conciencias y los
votos, como aquel otro que elevó a Zapatero hasta el poder, contra pronóstico,
cuando los trenes volaron por los aires en Madrid, en marzo de 2004, víctimas
de bombas que, según dicen, pusieron unos aprendices de terroristas islamistas.
Algunos españoles crédulos y de buena fe exclaman: "Se cumple nuestro
sueño. La gente ya está en la calle". Pero la clave es saber para qué esta
la gente en la calle. Hay demasiadas incógnitas y sospechas: detrás del
movimiento, al que cada día se suman más españoles frustrados por el gobierno y
damnificados por el desempleo y la pobreza, hay agitadores profesionales de la
izquierda y, curiosamente, toda la prensa amiga de los socialistas apoya a los
manifestantes, mientras que los medios de comunicación que más han luchado por
la libertad, son agredidos por los jóvenes rebeldes.
Otros advierten que nos quitemos la venda de los ojos y que miremos bien y
veamos que detrás del movimiento están de nuevo socialistas y comunistas
intentando torcer el sentido del voto, violando el espíritu de reflexión y
calma que debe preceder siempre a la apertura de las urnas.
Nosotros, en Voto en Blanco, creemos que en el movimiento de los jóvenes
españoles hay de todo, desde gente de buena voluntad a muchos que reclaman
venganza contra los partidos políticos, gente hambrienta de democracia, gente
desempleada por la crisis, jóvenes frustrados, damnificados de Zapatero y una
masa enorme de profesionales de la mentira y de la manipulación, entrenados
como agitadores de masas y manipuladores de conciencias débiles en universidades,
asociaciones vecinales y otros espacios donde la izquierda entrena a sus
cachorros.
¿Qué saldrá de todo esto? Nos tememos que dentro del movimiento conviven
demasiadas fuerzas y que todo está por definirse. Si se imponen los canallas,
este es sólo el primer intento y que después, si la derecha gana las elecciones
de 2012 y consigue arrebatar el poder a los socialistas, esos movimientos, en
teoría populares y democráticos, convertirán la vida política y social española
en un infierno, sin otro fin que desgastar a los que gobiernan y devolver el
poder a la izquierda.
Pero existe también otra posibilidad, ésta ilusionante y esperanzadora, aunque
difícilmente creíble, conociendo la calaña del poder político, Consistiría en
que los auténticos jóvenes rebeldes, los que se han alzado contra el mundo
injusto que les ha creado el gobierno de Zapatero, plagado de corrupción,
despilfarro público, desempleo, desconfianza y desesperación, consigan
imponerse sobre la marea de canallas que quiere manipularlos en las calles y
plazas. Ojalá lo consigan y entonces España tendrá una oportunidad para
resurgir, libre de su peor enemigo y de su más letal obstáculo: los grandes
partidos políticos, que han olvidado la democracia, relegado el concepto de
bien común y abandonado toda ideología, valor o principio que no sea el poder
mismo y sus disfrutes.
El sueño de los españoles honrados y demócratas es que los jóvenes rebeldes se
impongan a los canallas que pretenden infiltrarlos y consigan, finalmente,
poder de rodillas a esos grandes partidos políticos españoles y a otros poderes
blindados, agazapados tras la falsa democracia, que son los culpables de la
postración del país, del asesinato de la esperanza, de la prostitución de la
democracia y de la felicidad de todo un pueblo. Esos partidos y poderes, a
juzgar por lo que han logrado, merecen ser borrados del mapa, como si sólo
hubieran sido una pesadilla.
Y a partir de ahí, a construir un verdadero Estado de hombres y mujeres libres
y responsables, de gente justa y reflexiva que no sea subyugada por la marea de
ineptos, cínicos, corruptos y avarientos que han ocupado el poder para
beneficio propio y de sus agrupaciones, que han relegado el bien común en aras
del privilegio y que han instaurado en España un sistema inicuo disfrazado de
democracia.