¿SOBREVIVIRÁ EL PSOE A SU MILITANCIA HAMBRIENTA? (NL)
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 07 de junio de
2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Una de las grandes incógnitas del presente político español es saber si el PSOE, transformado ya en un partido que reparte beneficios entre los suyos, sabrá sobrevivir en la oposición, con una militancia que ya no recibirá los habituales dividendos en forma de cargos públicos, favores, subvenciones, chanchullos y otros pagos extraños.
Se perciben síntomas de descomposición en las filas del socialismo español:
nervios y miedo a que se conozca la verdad económica en Castilla la Mancha,
dimisiones en Andalucía, enfrentamientos internos, etc..
Por culpa de sus errores y abusos, en especial por haber colocado al frente del
partido y del gobierno a un inepto sin control como Zapatero, el PSOE deberá
padecer una dura travesía del desierto, disminuido y relegado a la oposición,
sin dinero para seguir comprando voluntades y apoyos, sin poder compensar a sus
militantes con cargos y sin capacidad de "pagar" los votos y
adhesiones, como ha hecho hasta ahora.
La actual crisis sorprende al PSOE en un momento difícil. El "Zapaterismo", que es básicamente una estructura clientelar pragmática que pone el dinero público al servicio del partido, ha acabado con la ideología transformando al PSOE, que antes era un partido de militancia, en un partido que reparte beneficios.
La gran incógnita, después del batacazo electoral del 22 de mayo de 2011, en el
que los socialistas perdieron el control de miles de puestos de trabajo y de
más de 30.000 millones de euros de presupuesto público, es saber si el nuevo
partido, sin ideología y acostumbrado a disfrutar del poder y de sus
privilegios, es capaz de sobrevivir en la escasez que conlleva la oposición, en
la que muchos miles de colocados perderán su empleo y el partido será incapaz
de mantenerlos.
El PSOE, en la etapa de Zapatero, era como una gran empresa en la que entraban
todos los ávidos de riqueza y de dividendos, sin que importaran demasiado la
ideología y los principios. El Zapaterismo,
convertido en un gran contenedor dominado por los intereses, acogió a grandes
empresarios, banqueros, conglomerados mediáticos, intelectuales, periodistas,
actores, artistas, gays, lesbianas, feministas,
ecologistas, sindicalistas, movimientos ciudadanos de distinto pelaje y otros
muchos colectivos y entidades, todos ellos ávidos de cargos públicos, dinero
fácil y negocios con el poder.
Muchos creemos que, después del Zapaterismo, es
inevitable una refundación del socialismo, convertido hoy en un partido
acostumbrado a administrar el poder y la abundancia, incapaz de resistir la
escasez y el sacrificio.
El primer paso para esa refundación debe ser la desaparición del Zapaterismo y su condena pública. Sólo después de esa
medida, que conlleva expiación y catarsis, será posible refundar el PSOE y
convertirlo de nuevo en un partido de militantes esforzados, idealistas y con
más hambre de servicio que de cargos públicos.
La enfermedad que ha acabado con el socialismo español es el clientelismo,
desarrollado magistralmente en Andalucía y Extremadura por dos líderes
socialistas ya gastados y superados: Manuel Chaves y Rodríguez Ibarra, este
último retirado de la primera fila. Zapatero, fascinado por lo que los
socialistas andaluces y extremeños habían logrado, cerrando toda posibilidad de
victoria a la derecha en esas dos autonomías, perfeccionó el sistema y lo
convirtió en un sofisticado programa que, según sus propias palabras,
convertiría al PSOE en un partido invencible, una vez alcanzado el poder.
El Zapaterismo no fue otra cosa que la conversión del
clientelismo en política de partido y de gobierno. La tesis de partida que sirvió
a Zapatero para alcanzar el poder en el partido fue una simple ecuación
matemática que demostraba que, con el abundante dinero público que entonces
tenía España, era posible ganarse a colectivos determinados y crear una inmensa
red clientelar que agregara dos millones de votos más a la base de votante
fieles del socialismo español, lo que garantizaba la hegemonía del socialismo
por tres o cuatro legislaturas, como mínimo.
De ese modo, una vez alcanzado el poder en 2004, el gobierno de Zapatero empezó
a utilizar el dinero público para aislar al PP, comprar voluntades y votos,
ganarse la voluntad del nacionalismo extremo y conquistar, a base de dinero y
favores, grupos y sectores estratégicos como los grandes empresarios, los
grandes grupos mediáticos, los periodistas destacados, los gays,
las lesbianas, los intelectuales, los artistas y actores, el movimiento
ecologista, el movimiento ciudadano y otros muchos.
Las elecciones del 2008, ganadas por Zapatero a pesar de que España caía en
picado hacia la ruina y de una pésima gestión del gobierno, demostró
que el "Zapaterismo" era eficaz y que el
clientelismo y la compra de voluntades con el dinero de todos habían surtido
efecto, blindando al PSOE en el poder.
Pero la violenta crisis económica ha destrozado el maquiavélico proyecto de
Zapatero y la ausencia de dinero ha destruido la red de lealtades y adhesiones,
provocando justo un efecto contrario, el de la venganza por parte de aquellos
colectivos a los que se les había tenido que cortar el suministro de dinero.
Por eso Zapatero reaccionó como un poseso cuando la crisis empezó a mermar las
arcas públicas, endeudándose sin control para seguir disponiendo del enorme río
de dinero que exigía el inmenso programa clientelar que él había puesto en
marcha.
Zapatero fue lo bastante miserable como para arruinar a España para no perder
su hegemonía. Ese es el origen y la causa de la actual postración de España,
convertida por culpa personal de Zapatero en un país económica y moralmente
enfermo.