MILLONES DE DEMÓCRATAS ESPAÑOLES NO SOPORTAN NI A
ZAPATERO NI A RAJOY
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto
en Blanco” del 14 de junio de
2011
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Hay motivos para la
esperanza porque el número de rebeldes y de los que aspiran a limpiar el
corrupto y antidemocrático sistema político español crece como la espuma.
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Hay muchos millones de demócratas y gente decente en España que se han pasado a las filas de la disidencia abierta porque no soportan a Zapatero ni a Rajoy y porque han descubierto que la democracia española está tan degradada que no merece ni respeto ni adhesión.
En esa lista, que cada día crece más, están incorporándose no sólo los parados,
los autónomos, los empresarios arruinados porque las administraciones no les
pagan, los nuevos pobres, los desahuciados y otras muchas víctimas del pésimo
gobierno socialista, sino miles de intelectuales, periodistas, escritores y
profesionales de todas las disciplinas, con gran capacidad de influir,
preocupados por la decadencia de España y hastiados de la mediocridad y del
déficit democrático que se respira en las filas del PSOE y del PP. Uno de ellos
es el escritor Fernando Sánchez Dragó, un crítico duro del sistema
desequilibrado e injusto y de la clase política española.
Para sopesar el volumen creciente de los disidentes españoles, basta darse una
vuelta por Internet, donde la protesta y el rechazo a la clase política son los
reyes absolutos de la blogosfera y de las redes sociales.
Muchos se han abstenido en las últimas elecciones del 22 de mayo; otros han
votado en blanco; otros ha emigrado hacia opciones minoritarias y críticas,
como Ciudadanos, Ciudadanos en Blanco y UPyD, pero la
mayoría, tapándose la nariz, han entregado su voto al PP, por una última vez,
para expulsar del poder al nefasto Zapatero y a su partido, con cierta
esperanza en que la derecha medite y se decida a regenerar el sistema, pero
tristes y conscientes de que ese voto alimenta la sucia partitocracia
española.
España es hoy un país sin alegría ni esperanza política porque la opción de
votar a la oposición no despierta ilusión alguna. A los demócratas no nos gusta
Rajoy ni su partido, porque se parece demasiado al PSOE, porque también está
obsesionado por el poder, porque es incapaz de afrontar la regeneración, porque
antepone los intereses propios al bien común, porque no tiene interés alguno en
reformar un sistema que cada día apesta más, marginador del ciudadano,
elitista, arrogante, encharcado en la corrupción y cobarde frente a un
nacionalismo que en territorios como Cataluña, el País Vasco, Galicia y
Baleares exhibe su desprecio por la Constitución, su odio a España, su soberbia
y espíritu de revancha.
Esa creciente masa de ciudadanos españoles disidentes y rebeldes aspira a
instaurar una verdadera democracia que sustituya a la actual oligocracia de partidos, una pocilga en la que sólo se
sienten a gusto los que ordeñan al Estado, los sometidos y subvencionados,
exigen una nueva Ley Electoral, una nueva Constitución y una verdadera
revolución política que erradique la corrupción y la indecencia que se ha
instalado en los despachos del poder.
La existencia de esa masa creciente de descontentos constituye la gran
esperanza actual de España y el germen de un futuro mejor, imposible mientras
la carroña que hoy gestiona el sistema siga imponiendo su poder y sucio estilo.