RUBALCABA, AL
IGUAL QUE ZAPATERO, ESTÁ DESLEGITIMADO PARA DIRIGIR EL PSOE
Artículo de Francisco Rubiales
en "Voto en Blanco" del 25-11-11
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
A Zapatero le ha deslegitimado el pueblo español,
rechazándolo, y a Rubalcaba lo han deslegitimado las urnas, donde ha recibido
una severa derrota. Ninguno de los dos está capacitado, en democracia, para
dirigir un partido que ha sido noqueado y que necesita levantarse de la lona y
cambiar muchas cosas para poder volver a ser un partido útil para los
ciudadanos y con opción de gobierno en España.
La falta de legitimidad de Zapatero y Rubalcaba es tan
obvia que sorprende que el candidato recién vapuleado todavía aspire a ser
secretario general de su partido. En cualquier país democrático y en cualquier
partido decente, el rechazo de los votantes sería considerado un argumento
supremo en contra, irrebatible.
Puede aducir Rubalcaba que el
asumió la candidatura en momentos muy difíciles, cuando millones de españoles
se sentían indignados y cabreados con Zapatero por haberles conducido hasta la
pobreza, el desempleo, el endeudamiento y el inminente peligro de quiebra, pero
ese argumento también falla porque si no es el único culpable de la derrota
electoral del 20 de noviembre, lo que Rubalcaba no puede negar es que él fue el
príncipal cómplice de Zapatero, como vicepresidente
primero de su gobierno, en la actual tragedia de España.
El PSOE es un partido vertical, autoritario y, en algunos
aspectos, totalitario, que es incapaz de desarrollar en su vida interna un
auténtico debate, aunque sus militantes lo nieguen. Afirman creer en las
primarias, pero el propio Rubalcaba se negó a someterse a ese proceso de selección
cuando asumió la candidatura. Si sus militantes y cuadros, habituados a
someterse a los criterios de los líderes para poder hacer carrera en el
partido, se atrevieran a decir la verdad, reconocerían que el PSOE se encuentra
ante uno de los momentos más graves de su historia, tras haber perdido cinco
millones de sus votantes y ser considerado por buena parte de la opinión
pública española e internacional como un partido corrupto, adicto a los
privilegios y al dinero público y acostumbrado ya a anteponer sus propios
intereses al interés general y al bien común.
Lo que el PSOE necesita es una perestroika, todo un
proceso de cambio que le reconcilie con la libertad, la democracia, la verdad y
el concepto de ciudadanía, ajenos a un partido que ha renunciado a la ideología
y principios tradicionales de la izquierda con tal de mantenerse en el poder.
El PSOE, durante los dos últimos mandatos, comandado por
Zapatero, ha mentido, manipulado, comprado votos con dinero público,
protagonizado episodios de corrupción sobrecogedores, como los EREs falsos de Andalucía, alentado y fortalecido al
nacionalismo más radical, al que se ha aliado en Cataluña y Galicia, convivido
con los terroristas de ETA y protagonizado un desmantelamiento de España que ha
arrebatado a nuestro país la prosperidad ganada, convirtiéndolo en una piltrafa
que actúa como pordiosera desprestigiada en Europa y el mundo.
Cuando se han realizado todas esas "fechorías",
cuando se ha abrazado el clientelismo como método de dominio, se ha mentido y
se ha practicado una política que acogía en su seno la arbitrariedad y la
corrupción, un partido auténticamente democrático y decente debe reconocerlo,
pedir perdón y cambiar profundamente para volver a reconciliarse con la
decencia y ser útil al ciudadano, cosas que el PSOE no ha hecho ni piensa
hacer.
Lo que se está planteando ese partido no es una
renovación, ni siquiera la refundación y regeneración que necesita como el aire
que respira, sino un simple cambio de rostro para volver a las andadas. Unos
dicen que Rubalcaba; otros que Carme Chacón, pero ninguno dice que hay que
cambiar hasta el forro, que la vieja guardia, desde Felipe a Zapatero, pasando
por Guerra, Chaves, Rubalcaba, Pepiño, Carme y otros
centenares de rostros, todos comprometidos con los frustrantes gobiernos del
pasado, ya son momias amortizadas que con sólo aparecer en público pierden
votos y espantan voluntades.
Tomas Jefferson, que ha sido uno de los grandes
demócratas de la Historia, no confiaba en los partidos políticos porque los
consideraba incapaces de anteponer el interés general al particular. En uno de
sus libros argumenta, con gran carga de verdad, que ciertos partidos que ya han
cruzado la linea roja, anteponiendo sus intereses a
los del pueblo, la regeneración no es posible y que esos partidos quedarían
irremediablemente perdidos para la democracia.
¿Es el PSOE uno de esos partidos que ya no pueden
regenerarse? A juzgar por el triste espectáculo que estamos contemplando, es
muy probable que la respuesta sea "Sí".