GENERALITAT DE
CATALUÑA: ARBITRARIEDAD, ENGAÑO, CAPRICHOS DE LA "CASTA" POLÍTICA Y
QUE PAGUE EL PUEBLO
Artículo de Francisco Rubiales
en "Voto
en Blanco" del 26-11-11
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Con un
comentario al final:
LA
PARTICULARITAT DE CATALUÑA
Luis
Bouza-Brey (28-11-11)
A juzgar por la manera como emplea el dinero público, Artur Mas, presidente de la Generatat
de Cataluña y líder de Convergencia y Unió, el partido gobernante, no sólo es
el campeón de los recortes en todo el territorio español, sino también de la
arbitrariedad política y la injusticia. Mientras mantiene sus
"embajadas" en el exterior y sigue gastando a manos llenas en la
imposición lingüistica y en el cine subvencionado en
lengua catalana, por cierto de pésima calidad artística, derrocha en
propaganda, otorga subvenciones a los medios de comunicación afines y gasta en
taxis más que cualquier otra autonomía española, hace recaer sobre el pueblo todo
el peso de la crisis, eliminando pagas extraordinarias, aumentando los
impuestos de manera salvaje, elevando el precio del agua y de los combustibles,
de las matrículas universitarias e instaurando un no menos injusto
"copago" en la sanidad catalana que justifica recurriendo al
victimismo y culpando, como siempre, a Madrid de todas las desgracias.
No existe en toda España un gobierno regional más
insolidario, arbitrario e injusto que el catalán, una tierra donde la economía
se deteriora a gran ritmo por culpa de la crisis y del despilfarro y de la mala
gestión de sus gobernantes, mientras que desciende constantemente la calidad de
los servicios públicos. También resulta difícil encontrar en Europa un país o
región peor gobernado que Cataluña y más regido por el
capricho la arbitrariedad y la decadencia.
Si no existiera la estafa-excusa eterna nacionalista del
victimismo, según la cual España y Madrid siempre son culpables de todos los
males catalanes, esa región. poblada antaño por gente
sensata, ponderada y emprendedora, se habría rebelado
ya contra sus sátrapas. Los gobernantes catalanes se han ganado a pulso el
rechazo de los españoles y ese rechazo, temerariamente, incide negativamente en
la imagen y el consumo de los productos catalanes y en la economía.
La última arbitrariedad en la loca carrera catalana ha
sido un contrato del gobierno, otorgado a dedo, de 70.800 euros en taxis para
la Generalitat. Poco antes se ha sabido que el gobierno otorgó una subvención
al grupo Godó-La Vanguardia, una cifra que confirma
el inquietante dato de que ningún otro gobierno regional español gasta tanto en
subvenciones mediáticas como el catalán.
Albert Rivera, líder de Ciudadanos y una de las pocas
personas decentes que hay en la fauna política catalana, ha puesto el dedo en
la llaga al argumentar con razón y verdad irrefutables que castigar a los
ciudadanos con más impuestos y recortes sin suprimir primero las oficinas de
los ex presidentes Jordi Pujol, Pascual Maragall y Josep Montilla, lujosas,
incosteables en tiempo de crisis y sufragadas por el presupuesto catalán, es
una indecencia.
La oposición acusa a Mas de anunciar los recortes después
de las elecciones, un verdadero engaño a los ciudadanos que no es exclusivo de
Cataluña y que, por desgracia, es práctica habitual en todos los ámbito de la
sucia y degradada política española.
Comentario
final:
LA
PARTICULARITAT DE CATALUÑA
Luis
Bouza-Brey (28-11-11)
Los socialistas catalanes están pagando ahora la traición, el oportunismo,
la corrupción y la incompetencia demostrados durante los últimos años, pero que
provienen de su origen y proceso fundacional.
Hoy publica Antoni Puigverd un artículo en “La
Vanguardia” que comienza a plantear esta cuestión, pero con el enfoque de
desautorizar a los “capitanes” propio de un “opinador”
profesional, asiduo a los debates de TV3 y próximo al sector más catalanista
del sedicente socialismo catalán.
Pero este enfoque resulta incorrecto desde el punto de vista analítico, porque,
si bien los “capitanes” han traicionado los principios socialistas y
democráticos fundacionales del PSC, el otro sector, el catalanista proveniente
del MSC y el Reagrupament se caracteriza
primordialmente por su nacionalismo larvado, con lo que también es uno de los
factores predominantes en el fracaso del PSC como partido socialista, y como
partido democrático.
Porque, en efecto, desde su fundación, marcada por la hegemonía de este sector,
el PSC ha disfrutado del extraño rasgo característico de ganar las elecciones
generales y perder las autonómicas, en Cataluña, a favor de los nacionalistas,
hecho que aparenta ser algo consciente o inconscientemente programado para
favorecer al nacionalismo, y que no es más que la resultante estadística de no
ser capaz de sintonizar con el heterogéneo electorado de Cataluña, a causa del
predominio intelectual en su interior y en las élites culturales del país de
las actitudes etnonacionalistas, propulsoras del
alejamiento de España, del rechazo de una cultura e intereses comunes con el
resto del país, y de la desvertebración y centrifugación del Estado.
Estos no son si no los resultados de la obsesión por la diferencia que
pervierte patológicamente la cultura política catalana.
Puigverd se queja, con razón, de los complejos psicológicos que han lastrado a los
capitanes, impidiéndoles asumir con firmeza el liderazgo del partido,
cediéndoselo siempre a los representantes del sector catalanista, a personalidades
como Serra, Nadal o Maragall. Pero Puigverd parece
desear que el fracaso de los capitanes permita la devolución del liderazgo al
sector catalanista, como si esa fuera la solución al problema del PSC y de
Cataluña.
Para el sector catalanista, el problema del PSC es que ha sido traicionado
por Zapatero y el Tribunal Constitucional, al no dar a Cataluña un status
confederal y al no conceder al PSC el Estatuto de partido distinto con grupo
parlamentario propio en el Congreso, asunto que parece ser el gran objetivo
“socialista” del PSC. El sector catalanista del PSC denomina federalismo a la
confederación, Nación al imperio de una etnia minoritaria, Estado a España y
grupo parlamentario propio a la ruptura de la unidad de los socialistas.
El problema del PSC, y de Cataluña, es que el partido no ha sido capaz de
resistir la abducción de actitudes nacionalistas etnicistas,
antidemocráticas, antisocialistas y antiespañolas. El
problema es que el PSC ha sido incapaz de defender con contundencia y coherencia
los principios que todo socialista debe defender, naufragando finalmente en las
últimas elecciones, con la derrota frente a un nacionalismo que se ha ido
fortaleciendo con el transcurso del tiempo, aumentando sus exigencias, su
reaccionarismo y su independentismo, ante la incapacidad, oportunismo y
corrupción de una sedicente izquierda que no es sino un instrumento acomplejado
e incoherente del anacronismo vigente en la cultura política catalana.
Por eso, la “Generalitat” que retrata Rubiales no es más que la “Particularitat” resultante de la esquizofrenia paranoide
que impregna la cultura política de Cataluña, infundiendo en sus representantes
culturales y políticos, y en sus instituciones, un etnicismo particularista que
los separa del conjunto de España y de la mayoría del pueblo de Cataluña,
conduciendo al país y al conjunto de España a su declive y autodestrucción
crecientemente acelerados.
El etnicismo, la pretensión antidemocrática de imponer la cultura de una
etnia minoritaria al conjunto del pueblo, así como la perversión de las
instituciones por estos rasgos patológicos no conducen más que al desastre. El
PSC, primer culpable de esta perversión, ha comenzado a pagarla; no puede
transcurrir mucho tiempo sin que los nacionalistas comiencen a experimentar el
mismo castigo. El problema es que el proceso es tan lento que el país quedará
destrozado y a la deriva, o en el limbo del desgajamiento de Europa.