LA "EUROPA DE LOS POLÍTICOS" NI SIQUIERA
MERECE UN VOTO
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 24 de mayo de 2009
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web
Con un muy breve comentario al final:
EXTRAÑO DESPISTE
Luis Bouza-Brey, (24-5-09, 11:00)
La
situación de Europa es triste y dramática. En manos de políticos profesionales
que han decidido construir la Unión al margen de los ciudadanos, la única
respuesta digna y constructiva de un demócrata ante las urnas es decir de nuevo
“No” a los políticos que les convocan, ya sea mediante el voto en blanco, la
abstención o con un voto nulo acompañado de un mensaje de reproche. Para ser
justos, existe otra opción digna de demócratas: apoyar con el voto a partidos
pequeños y con futuro, todavía no contaminados por el poder, que sean críticos
con la sucia partitocracia imperante y hayan
demostrado su autentica fe en la democracia, como son los españoles UPyD y Ciudadanos, entre otros. Pero apoyar con nuestro
voto a partidos elitistas y profesionales, interesados en la actual deriva de
Europa, sería una imperdonable traición a la verdadera democracia y al noble
sentido de la ciudadanía.
Hace
muchos años que los expertos europeos vienen advirtiendo que el foso que separa
a los ciudadanos de los políticos es cada día más grande. El rechazo de los
ciudadanos franceses y holandeses, vía referendum,
del proyecto de Constitución Europea y el "no" de Irlanda al Tratado
de Lisboa fueron la constatación de que esa separación, todo un cáncer para la
democracia, es una realidad hiriente y preocupante.
En lugar de reaccionar ante la evidencia de que los ciudadanos están diciendo
constantemente “NO” a una Europa como la actual, controlada por los gobiernos,
poblada de políticos profesionales y sin poder de decisión ni protagonismo
alguno de los ciudadanos, los gobiernos europeos han optado por diseñar el
futuro de Europa manteniendo a los ciudadanos al margen.
Los políticos europeos tienen miedo a sus ciudadanos y han decidido marginarlos
del proceso de toma de decisiones. Saben que los ciudadanos piensan de modo
diferente a sus castas políticas y, en lugar de someterse al poder soberano que
el ciudadano tiene en democracia, han optado por la vileza de construir la
Europa que ellos desean, al margen de los criterios de la ciudadanía.
Ese pecado de los políticos convierte a la actual Unión en una entidad
bastarda, que solo interesa a los políticos profesionales, que la han
convertido en una mezcla de excusa para los fracasos, refugio para los
políticos desgastados y escenario secundario para ampliar sus poderes y
privilegios.
Las subvenciones y ayudas europeas son gestionadas y administradas por unos
gobiernos que, cuando no son finalistas, las derivan hacia sus amigos y
aliados, mientras que las niegan a sus adversarios. Los políticos utilizan la
Unión Europea para aumentar su poder y para marginar todavía más a los
ciudadanos. Aquella “Europa de los ciudadanos” e incluso el sueño de la “Europa
de los pueblos” son hoy cadáveres abandonados por estirpes de políticos
elitistas que han preferido construir, contra la opinión de sus “subditos”, la “Europa de los políticos”.
Por
estas y otras muchas razones, votar en las próximas elecciones europeas carece
de sentido para un verdadero demócrata, salvo que aproveche su momento de poder
para reprochar con dureza a los constructores de una Europa extraña al
ciudadano que su actitud traiciona los principios democráticos.
El asesinato de aquel hermoso y esperanzador poryecto
de la "Europa de los Ciudadanos", nacido a finales del siglo XX, por
parte de los partidos políticos y los gobiernos, constituye un lastre decisivo
en la construcción de Europa y motivo suficiente para que los ciudadanos hagan
morder el polvo a sus políticos en el único momento en que pueden hacerlo:
cuando se abren las urnas.
Ese
sentimiento de "rechazo a la casta" explica el fenómeno de que una
parte creciente e importante de los ciudadanos de Europa hayan decidido decir
“NO” cuando son consultados. La clave está en que la democracia europea está
enferma y que esa enfermedad que padece tiene su origen en la altivez de los
políticos y en el desencanto de unos ciudadanos que, aunque lo hayan olvidado
los políticos, son los únicos dueños de la soberanía y los únicos que tienen
capacidad para legitimar el sistema.
Ese
“divorcio” entre ciudadanos y políticos intensifica y acelera la decadencia de
Europa y es el culpable de que la hasta no hace mucho pujante Europa,
protagonista de un ilusionante proyecto de integración que fascinó al mundo,
está hoy postrada, semiparalizada, decaída y dominada por el aburrimiento y el
cansancio.
Consciente
de su incapacidad para implicar a los ciudadanos, el gobierno comunitario ha
optado por dialogar con los gobiernos, transformando el viejo proyecto de una
"Europa de los ciudadanos" en una vulgar y retrógrada "Europa de
los políticos profesionales", lo que representa un retorno al peligroso
espíritu de la primera mitad del siglo XX, el que hizo posible dos terribles
guerras mundiales.
La
enfermedad de Europa son sus gobiernos y sus estructura
políticas, trasnochadas, decadentes, alejadas de los ciudadanos,
desprestigiadas y aburridas. La Europa de los partidos políticos y de los
políticos profesionales ya no tiene capacidad para entusiasmar, ni siquiera
para embarcar a su gente en un proyecto común.
A esta
Europa dominada por políticos profesionales le faltan demasiadas cosas básicas,
entre ellas la generosidad de sus políticos para regenerar la democracia, ceder
soberanía y permitir controles populares a su gestión, un entorno fiscal común,
una legislación común o, por lo menos, complementaria, una Justicia homogénea y
más, mucho más espíritu de cooperación e integración.
Los
ciudadanos siempre han querido una unidad y un destino común que los políticos,
por miedo a perder privilegios y poder, siempre han frenado. Ahora, los
ciudadanos, frustrados y decepcionados, han perdido el impulso y el interés por
una Europa frustrante y contaminada por el déficit democrático.
El
mayor drama de esta “Europa de los políticos” es su comportamiento político
arrogante, cada día más alejado de unos ciudadanos que sienten un frío
creciente ante lo que, sin serlo, llaman democracia. Los políticos europeos han
eclipsado la sociedad civil porque la consideran un peligro para sus
privilegios y han anulado y aislado al ciudadano, conscientes de que es más
fácil gobernar a seres solitarios y aburridos que a gente organizada,
ilusionada y con capacidad de unirse. Los políticos europeos se han
profesionalizado y perdido todo esa generosidad y espíritu "amateur"
sin los cuales la democracia se torna oligocracia.
Los partidos políticos, en lugar de actuar como potenciadores de la
participación ciudadana y elementos democratizadores, han monopolizado la
política y son ya el mayor adversario de la ciudadanía y el gran obstáculo que
impide la regeneración de la democracia.
Muy breve comentario final:
EXTRAÑO DESPISTE
Luis Bouza-Brey, (24-5-09, 11:00)
Rubiales suele ser certero en sus análisis, pero en este
artículo llama la atención su extraño despiste al recomendar el voto a
Ciudadanos y UPyD cuando está criticando la oligocracia del resto de los partidos. Y no puede ser otra
cosa que un despiste el recomendar el voto para el caótico Ciudadanos, de
corpore insepulto en la actualidad, o para UPyD, otra
estafa oligocrática, construida sobre la base del
liderazgo de Rosa Díez reforzado con estructuras dictatoriales, tan
dictatoriales como para haber bloqueado todo atisbo de democracia local en su
interior durante dos años e impedir ahora que su Congreso Constituyente pueda
limpiar la Ejecutiva de dictadores.
Recomendar que se vote a dos partidos que han constituido una
estafa a la Regeneración de España y a la Democracia, copiando hasta la
caricatura las peores patologías del sistema oligárquico del resto de partidos,
es un despiste bastante inexplicable en analista tan certero.
Puestos a recomendar qué votar, uno pensaría en votar a Bríos o
a Sansansanfán, o quedarse en casa, o votar a
regañadientes a un PP poco de fiar en su flacidez y propensión a ceder ante los
nacionalistas, a ver si por lo menos consigue echar de una vez de la Moncloa al
ente antropopatológico que la puebla, a fin de poder
iniciar la Regeneración de España.