LA DIMISIÓN
DE ZAPATERO, CUESTIÓN DE SALUD PÚBLICA
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 14
de octubre de 2009
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
El 12
de octubre, fiesta nacional de España, miles de ciudadanos, indignados ante el
mal gobierno y la arrogancia ineficiente de Zapatero, exigieron a gritos, en el
madrileño Paseo de la Castellana, durante el desfile militar conmemorativo, la
dimisión del presidente del gobierno español.
Aunque algunos políticos, como el alcalde de Madrid, condenaron la protesta,
fue un gesto importante para la democracia española, que recuperó parte de su
dignidad perdida cuando los ciudadanos, haciendo uso del derecho que les otorga
el ser dueños y soberanos en democracia, abuchearon al mal gobernante, gritándo al que pagan el sueldo ¡Zapatero, dimisión!
Cuando
una ciudadanía está sometida por un sistema degradado que ha dejado de ser
democrático y por una casta política arrogante y atiborrada de privilegios y
ventajas, debe aprovechar cualquier ocasión para demostrar su rechazo y repudio
al mal gobierno, a la corrupción y al abuso. Ese derecho ciudadano a protestar
es democracia en estado puro.
Si España fuera una democracia auténtica y si la sociedad española fuera lúcida
y responsable, sabriamos todos que los datos
económicos y el estado de la nación exigen la dimisión urgente de José Luis Rodróguez Zapatero y la convocatoria de elecciones
anticipadas.
La
estrategia del gobierno de separarse de la crisis como si fuera algo importado
del exterior, eludiendo toda responsabilidad en el desastre de la economía
española, que según algunas previsiones podría permanecer todavía varios años
en el foso, hasta alcanzar la espeluznante cifra de seis millones de parados,
es una falacia y un engaño contrario a la lógica y a la decencia porque, en
democracia, la culpa del drama siempre es del que tiene el poder y la
obligación de combatir el desastre con los inmensos recursos que hoy tiene el
poder.
Las medidas de Zapatero han fracasado, una tras otra, como demuestra la
situación de España, que es el único país de la Unión Europea que no reacciona
y sigue hundiéndose. Ese drama se debe a la tozudez de Zapatero en aplicar
recetas contrarias a las que han aplicado los demás países, como el
endeudamiento imprudente, la subida de impuestos y el desvergonzado
mantenimiento del despilfarro en el gasto público.
La
consecuencia de esas medidas gubernamentales ha sido la destrucción masiva del
tejido productivo, la desmoralización de la sociedad, el hundimiento del
consumo y de la demanda y la creación constante de paro y pobreza, una cosecha
tan desastrosa que en cualquier democracia exigiría dimisiones en masa y nuevas
elecciones para dar oportunidades a otros equipor más
preparados y con otras ideas.
El
balance del gobierno de Zapatero es desolador: durante su mandato España se ha
empobrecido, el desempleo se ha adueñado de la sociedad y se han ensanchado las
fosas que separan a los ricos de los pobres, a los ciudadanos de los políticos
y a las derechas de las izquierdas, además de potenciar la insolidaridad, la
desunión entre los españoles y la corrupción, sin olvidar que se han
consolidado los liderazgos internacionales y vergonzosos que España ostenta en
fracaso escolar, baja calidad de la enseñanza, desempleo, destrucción del
tejido productivo, prostitución, alcoholismo, consumo y tráfico de drogas,
despilfarro público, endeudamiento, avance de la inseguridad, crecimiento desordenado
del Estado, manipulación y propaganda del Estado, deterioro de la política y un
largo y lamentable etcétera que en un cualquier democracia seria ya habría
provocado la dimisión del gobierno en pleno.
Pero
Zapatero, que entiende poco de democracia y mucho de poder, se aferra a su
sillón y, sin sensibilidad ni sentido de la responsabilidad, seguramente es
capaz de hacer como Sansón, que provocó el hundimiento del templo para morir él
con todos los filisteos, bajo las ruinas (de España).