¿GANAREMOS ALGO SI DIMITE ZAPATERO?
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 22 de
enero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Muchos
ciudadanos, convencidos del terrible y dramático axioma de que "todos los
políticos son iguales", se preguntan si ganaríamos algo si Zapatero es
forzado a dimitir y el pueblo español se ve obligado a elegir entre otros
nuevos ineptos alejados de la verdadera democracia: Rubalcaba o Bono, por el
PSOE, y Rajoy, por el PP.
La
respuesta es sencilla: destronar a un inepto es ya un logro democrático. El
siguiente paso es evitar que otro inepto le sustituya y conseguir que los
ineptos y los sinvergüenzas no tengan cabida en nuestro sistema. Lograr que
Zapatero se vaya es, indiscutiblemente, una victoria popular y un avance de la
democracia, pase lo que pase después.
Si Zapatero fuera forzado a dimitir y a convocar elecciones anticipadas, la
victoria de la democracia frente al mal gobierno y la indecencia sería
indiscutible. Pero, como todas las victorias, nunca será completa y requerirá
vigilancia permanente, acoso al poder y nuevas luchas para cerrarle el paso a
los futuros ineptos, sinvergüenzas o canallas. El ciudadano debe aprender una
lección de gran dureza: la democracia jamás se consigue porque necesita la
vigilancia constante de la gente de bien, la defensa permanente de los
ciudadanos y la lucha sin cuartel de los hombres libres frente a los mafiosos,
los oligarcas, los falsos demócratas y otros especímenes de la peor fauna del
planeta humano, siempre atraída por el poder y el dinero, eternamente
obsesionada en el dominio y el abuso.
Hasta
que no aprendamos la lección fundamental de la existencia, que nada cambiará
mientras no cambie el ser humano, tendremos que vigilar y luchar sin descanso.
Cada
vez que el pueblo ganó una batalla en la Historia y la libertad y la decencia
parecían haber conquistado cotas de gran valor, el avance se convirtió en
retroceso, los cadáveres de los luchadores libres sembraron las calles y el
bien fue derrotado por los canallas y opresores de siempre.
El
imbécil borbón francés Luis XVI fue decapitado por el
pueblo en la Revolución Francesa, justo con su frívola esposa austriaca, pero
terminó sustituyéndoles Napoleón, un tirano con más poder que inundó Europa de
sangre y que llevó a la tumba a millones de franceses. El Zar fue fusilado en
Rusia, pero tomaron el poder los profesionales bolcheviques, asesinos y tiranos
de peor envergadura y calaña, gente como Stalin, capaces de sembrar la tierra
rusa de cadáveres. En nuestra España, los demócratas sucedieron al muerto
Franco, pero en realidad eran falsos demócratas que sustituyeron la dictadura
franquista por una dictadura de partidos que abrió las puertas a la corrupción,
envileció a la sociedad, la sembró de esclavos manipulados, destruyó la escala
de valores, instauró la mentira como esencia del poder y rompió el espinazo de
España.
El
problema siempre ha sido el mismo, pero los ciudadanos jamás aprenden esa
verdad suprema: nada puede cambiar si no cambia el individuo. No es posible
construir una sociedad noble y justa colocando a un canalla encima de un
corrupto, debajo de un sinvergüenza y al lado de un golfo. Mientras que las piezas
no sean buenas, el edificio construido será una estafa.
La única solución: fabricar verdaderos ciudadanos, gente libre y orgullosa de
sus derechos y deberes, cumplidora, reflexiva e incapaz de delegar lo que es
indelegable, la voluntad política, a representantes e intermediarios, sean los
que sean.