LOS DOGMAS
"PROGRES" SE VAN A PIQUE
Artículo
de Francisco Rubiales en “Voto en Blanco” del 02
de febrero de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
No
todo es malo en la crisis y en la actual experiencia dramática de España. Junto
a miles de efectos negativos, como la pobreza, la desconfianza, la desigualdad,
la inseguridad, la corrupción, la pérdida de derechos fundamentales y otros,
existen, también, cambios positivos, como el rechazo al mal gobierno, el deseo
de verdad, la añoranza de valores y principios morales, la conciencia de que
necesitamos democracia, no la oligocracia sucia que nos gobierna, y otro que
tiene una gran importancia cultural y política: el hundimiento de muchos
"dogmas progres" que han envenenado la cultura política española de
las últimas décadas.
Ya no
son creíbles ni velen mentiras como "la derecha siempre es mala",
"la cadena perpetua es inconstitucional", "las autonomías son
maravillosas", "papeles para todos" o "lo público es mejor
que lo privado". La crisis está demostrando que la realidad es muchas
veces la contraria y que esa filosofía "progre" era una estafa cuyo
fin último era sustentar en el poder y el dominio a unos partidos de izquierda
que se han olvidado del pueblo y del bien común para dedicarse de lleno a sus
privilegios y ventajas elitistas: sueldos, pensiones, coches oficiales,
tarjetas "visa", guardaespaldas, dietas, secretarias e incrementos
del patrimonio muchas veces injustificados.
Los
"dogmas progres" están siendo contestados por la sociedad cada día
con más intensidad. Las clases sociales más desposeídas están descubriendo que
los que afirmaban ser sus protectores no sólo les dejan sin trabajo y sin
esperanza, sino que también les retrasan la edad de jubilarse y ponen en
peligro los fondos públicos que deben pagar las pensiones de los ancianos.
Muchos
se preguntan si la filosofía "progre" mejora el mundo o si, como
parece evidente, conduce a Cuba, a Venezuela, a Irán y a otros paraísos de la
"progresía" donde los derechos humanos son pisoteados y la pobreza ha
"triunfado" en la sociedad.
Cada día resulta más evidente que aquel Alfonso Guerra que hablaba a los
"descamisados" de España pidiéndoles el voto era un farsante
manipulador que lo que pretendía con sus mensajes es seguir subido al coche
oficial, del que no se ha bajado desde que murió el dictador Franco.
El
pueblo, cada día más hundido por la crisis, con cinco millones de parados
reales y 1.2 millones de familias sin protección social alguna, es cada día más
consciente de que la filosofía del "progreso" no busca una nueva
sociedad más justa, sino el fortalecimiento de los privilegios de la
"casta" política, una estafa de grandes dimensiones que refleja el egoismo
y la miseria de aquellos que ordeñan a diario al Estado para su propio
beneficio.
La imagen de aquel alcalde "progre" de Madrid, Enrique Tierno Galván,
afirmando que las promesas electorales "están para no cumplirlas" y
la de aquel Alfonso Guerra desvergonzado, sosteniendo que "Montesquieu ha
muerto", se ven hoy con toda claridad como cargas de indignidad e
indecencia de una política que ya entonces era corrupta y antidemocrática,
aunque la mayoría de los españoles, ofuscados en aquellos tiempos por las
ansias de libertad, no supiéramos ver toda la indignidad y el desprecio a la
democracia que aquellas afirmaciones escondían.
Gracias quizás a la crisis y a que España está hoy de rodillas, al borde del
foso de la pobreza y la derrota, al que ha sido conducido por sus políticos,
con especial protagonismo de los "progres" fracasados, muchos
ciudadanos, hasta hace poco integrantes de la masa de borregos que ha votado en
las urnas a inútiles, ventajistas y tramposos nada demócratas, son conscientes
ahora de que han sido engañados y utilizados. Aunque no sean filósofos ni
doctores, la intuición y la lógica les hace sospechar que, bajo el paraguas de
la cultura "progre", se ha dilapidado el dinero en España, se ha destruido
el trabajo y la esperanza, se ha creado pobreza y desigualdad, se han formado
generaciones de jóvenes incapaces de esfuerzo y competitividad, se han
aplastado los valores, se han enriquecido legiones de políticos corruptos y se
han puesto las bases para que la próspera España caiga en la ruina y vuelva a
ser África.