DESPERTARES EN LA CATALUÑA DE VERDAD
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
web
Imaginar a Macià Alavedra o a Lluís Prenafeta en el furgón de la Guardia
Civil camino de la Audiencia Nacional, o al alcalde de Santa Coloma de
Gramenet, Bartomeu Muñoz, en el mismo viaje es tan difícil como pensar que
Cataluña iba a cambiar en tantas cosas con poco tiempo de diferencia.
Pero esa dificultad, ya no ha lugar. El número dos de los gobiernos de Jordi Pujol durante mucho tiempo, hombre con un tremendo poder y muchos negocios, Prenafeta, hizo el jueves exactamente lo que acabo de relatar. Igual que el buen amigo del ex president de la Generalitat durante los años del franquismo, Alavedra. Hacen eso, disfrutar de un viaje exclusivo en camarote con rejas destino a Baltasar Garzón.
Cuando
el martes llamé a varias personas para decirles exactamente que la Guardia Civil
estaba entrando en el Ayuntamiento de Santa Coloma y que se decía que habían
detenido a su alcalde, los comentarios eran de asombro pero calmados. Pero
cuando a continuación mis llamadas explicaban que habían detenido a Prenafeta,
la estupefacción no encontraba espacio suficiente.
Cuando
les decía a mis interlocutores: «¡han detenido a Prenafeta!». La respuesta era:
«¿Qué? Ja, ja, ja, qué bueno. Cómo sois los periodistas». Y yo proseguía
después de un serio silencio: «No, no, no me entiendes. Que han detenido a
Prenafeta y dicen que también a Alavedra». No les puedo enumerar la larga lista
de comentarios. En estas situaciones descubres cómo se les tiene ganas a
algunos personajes. No todo el mundo reaccionó en contra de los protagonistas.
Otros se sintieron muy apenados y preocupados por sus edades. Pero el asombro y
el desconcierto fue lo más corriente.
Escribía
en la edición del miércoles que esto ya no es un oasis y que se ha transformado
en una cloaca. Era una buena primera frase pero poco rigurosa. Los oasis deben
servir para coger fuerzas y Cataluña nunca fue un lugar revitalizante como
espacio político o de sociedad. Nos faltaba algo. Algo como lo ocurrido. El
shock ha sido tan tremendo que el silencio está siendo la vía de escape. Un
exceso de silencio en el caso del Parlament de Catalunya.
Y ésa
es la cuestión más importante. Lo que ha ocurrido tenía que pasar en algún
momento de la Historia contemporánea. Nada es eterno. Cuando una sociedad se
silencia con sus vergüenzas se pudre hasta que los cimientos ceden a las
presiones y, tarde o temprano, salta todo por los aires.
En
estos momentos el desconcierto en Cataluña es tan fuerte que de seguir
desbocado mucho tiempo van a brotar cadáveres como en una película de terror.
¿Es que todo lo catalán es corrupto? En absoluto. Muy al contrario. Los
políticos, los empresarios, la sociedad en general mantiene su habitual
disciplina. Lo que ocurre es que los malos son muy malos y descubrieron que
bajo la senyera estaban a salvo de cualquier inclemencia. De ello fueron
conscientes la mayoría de los hombres honestos y trabajadores. Pero callaron
por miedo a hacer el ridículo, a quedar desplazados de la tribu, al qué dirán.
Las ideologías se convirtieron en negocio por ellas mismas, en vez de ponerse
el servicio del ciudadano.
Llevamos
hablando bien de Jordi Pujol unos cuantos años. Sigo pensando que es el mejor
político que ha dado Cataluña porque, como escribí hace muy poco, tuvo una idea
y la desarrolló intelectualmente, fuera buena o mala. El problema es que
permitió que muchos se enriquecieran a costa de esa idea. Cuando se dieron
cuenta era demasiado difícil volver atrás. Quien más quien menos estaba
pringado de alguna información que no era conveniente que se supiera.
La
responsabilidad del que calla es casi tan elevada como del que comete la
irregularidad. Sobre todo, en política. Uno puede saber que su vecino trafica
con ropa falsa pero calla por el bien de la vecindad y porque la evidencia de
que los ciudadanos no pueden ser policías. Pero otra cosa es la clase política.
Los dirigentes políticos son funcionarios públicos porque cobran de nuestros
impuestos. Si saben de un ladrón, aunque sea de su partido, deben denunciar con
rapidez. Pero en Cataluña todo era silencio.
El
aire fresco ha entrado por la tarde. Millet, los espías de Laporta, Alavedra,
Prenafeta, 'Barto' y 'Luigi', nadie de una única ideología. Todos unidos por
irregularidades torticeras, lo que es lo mismo, conseguir dinero irregular para
convertirlo en dinero sano. Ocultando esas situaciones se pudre cualquier
situación colectiva.
Que
nadie olvide que Cataluña no está podrida. Lo son las personas implicadas y así
se debe explicar. Así que si oyen decir que de todo esto tiene la culpa Madrid
para mirar hacia otro lado, la crisis o Aznar, porque nos hace vudú u odio al
pueblo catalán, no se dejen enredar. A Cataluña no le hacen falta blanqueadores
de dinero, pero sí está carente de blancura ideológica. Y ahora que cada uno
piense como le dé la gana.