ESPAÑA SOLA EN EL LODAZAL
Por su interés
y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio
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Escribía Indro Montanelli en el momento álgido de la Tangentópoli italiana (algo así como Comisionópolis, un apelativo idóneo para denominar la España actual) que él no pedía a los políticos que no robaran; se conformaba con que no sólo robaran. Algo así podríamos decir nosotros a los nuestros.
En esta coyuntura dramática en la que estamos atrapados, camino de los cinco millones de parados, con más de 500.000 jóvenes reacios ya tanto a estudiar como a buscar empleo, centenares de empresas echando el cierre, una crisis de valores sin precedentes y una nación entera desesperanzada, los medios de comunicación escupen cada mañana la noticia de un escándalo más repugnante que el del día anterior. Alcaldes, asesores, consejeros, concejales. Autoproclamados representantes del pueblo que se llenan la boca de palabras como solidaridad o progreso, muy del gusto de los socialistas enfangados en la operación Pretoria, para mejor llenarse los bolsillos y hacer progresar sus cuentas corrientes. Ladrones. Infames. Vampiros de esos incontables trabajadores que sudan sangre cada mes para pagar la hipoteca de una vivienda cuyo precio ha sido hiper-hinchado para financiar su enriquecimiento. Criminales disfrazados de servidores públicos con quienes la ley, elaborada pensando en no hacernos daño unos a otros, se muestra de una blandenguería insufrible.
Nada
hay nuevo bajo el sol, es verdad. Corruptos los ha habido siempre. Pero cuando
sólo roban, como resumía con acierto Montanelli, se les ve, se les sufre y se
les desprecia aún más.
Porque
bajo esta catarata de heces que nos cae encima a diario hay una población
huérfana de liderazgo, anonadada, que no sabe a quién agarrarse para salir del
charco en el que se ahoga. Un presidente perdido en su propio parnaso, rodeado
de aduladores dispuestos a obedecer cualquiera de sus ocurrencias y
evidentemente incompetente, que se ha lanzado a la tarea de salvar al mundo con
su alianza de civilizaciones ante su manifiesta incapacidad para socorrer a su
propia gente. Una oposición descabezada, sumida en una guerra civil despiadada
(muy fuerte lo de Basagoiti presentando con entusiasmo un panfleto escrito sin
más finalidad que la de descalificar con saña a Jaime Mayor Oreja y María San
Gil) y empeñada en autodestruirse siguiendo el ejemplo de las taifas
medievales.
En
síntesis: un Gobierno que no gobierna y una oposición que renuncia a ser
alternativa, lo que nos deja a los ciudadanos solos, abandonados e impotentes
en el lodazal antes llamado España.