ANTE UN GOBIERNO RADICAL, ¿QUÉ VA A HACER EL PP?
Editorial de “El Semanal Digital” del 03.07.05
Por su interés y relevancia, he seleccionado el editorial que sigue para incluirlo en este sitio web. (L. B.-B.)
Sus acciones políticas
excluyen a una mayoría social de la nación española, única nación que cabe
dentro de nuestra Constitución.
Ni la modificación de los Estatutos de Autonomía, ni la apertura de cauces de
negociación con el terrorismo etarra, ni la aprobación del matrimonio de parejas
del mismo sexo, ni la instauración del divorcio-express, ni la supresión del
Trasvase del Ebro, ni el fin del proyecto de ley de calidad en la enseñanza, ni
la regularización masiva de la emigración ilegal, ninguna de las extravagantes
reformas legislativas de Zapatero son auténticas demandas sociales. El Instituto
Nacional de Estadística está ahí para demostrarlo.
Es verdad que una buena parte de la sociedad española parece no reaccionar ante
las políticas radicales socialistas. Desde el sobresalto insoportable de los
atentados del 11-M, una fracción de la ciudadanía permanece anestesiada. Mucha
de la España moderada que entonces propició el cambio mira aún hacia otro lado
sin querer ver el ataque que el propio Ejecutivo de Zapatero está infligiendo a
la España que debiera representar. Como si el asunto no fuera con ellos.
Sin embargo, hay otra estimable porción de españoles que sí han despertado. Lo
hemos visto con el desbordante éxito de las distintas manifestaciones convocadas
por asociaciones civiles, como la Asociación de Víctimas del Terrorismo o el
Foro de la Familia, cuyo clamor el gobierno radical de Zapatero y toda su
parafernalia mediática se ha esforzado inútilmente por difuminar en pura guerra
de cifras de manifestantes o en algarabías varias para consumo de telediarios.
Esta parte de la ciudadanía que se ha plantado y dice basta a las reformas
radicales, aunque no haya sido convocada bajo ninguna sigla política, simpatiza
en mayor medida con el PP.
Ahora mismo sólo hay una verdad evidente: Zapatero trata de conservar el poder,
un poder que atribuye más al voto radical que progresista moderado de muchos
millones de españoles que -identificados o no con la ideología socialista-
apoyan cada elección a los candidatos socialistas. Y en su arriesgada apuesta,
Zapatero no ha dudado en comprometer el futuro de España al embarcarse en
aventuras con los nacionalistas y en sinsentidos minoritarios.
Esta realidad puede y debe cambiarse, pero para ello se necesita que el Partido
Popular tenga las ideas claras y haga algo más que apuntarse a las
manifestaciones de la sociedad civil. ¿Será capaz de organizar una gran
manifestación en contra de la paralización del Trasvase del Ebro?, ¿se atreverá
a poner un recurso de inconstitucionalidad a la Ley de matrimonio entre
homosexuales y a comprometerse ante las familias españolas a variar tan
discutida reforma legal si llega al gobierno?, ¿estará dispuesto a promover una
reforma electoral que deje sentado al nacionalismo periférico que las minorías
no van a imponer más el rumbo político al resto del pueblo español?
Mariano Rajoy se ha dado cuenta de que la sociedad española demanda alternativas
y ha empezado ya a exponer algunas medidas al respecto. De la rapidez de su
reacción y de la claridad de sus mensajes puede depender el resultado de unas
futuras elecciones generales ante Zapatero. Para terminar de despertar, la
sociedad española le pide respuestas precisas y moderadas. Ante la radicalidad
socialista, España necesita ideas sólidas y liderazgos fuertes.