ENTREVISTA A ENRIQUE DE DIEGO
en “El Semanal Digital” del 30-12-05, por Juan Delgado
"Rodríguez Zapatero es la degradación del político
profesional"
El periodista Enrique de Diego considera que "con Zapatero, está en riesgo la
unidad de España, el proyecto europeo y la libertad en Iberoamérica".
31 de diciembre de 2005. El subdirector de Época acaba de publicar un nuevo
libro, ZP en el país de las maravillas, en el que con su estilo crudo y directo
analiza la España que gobierna José Luis Rodríguez Zapatero. De Diego dirige
también un programa en Radio Intereconomía, que se emite los viernes a la una de
la madrugada, que se llama El país de las maravillas. Un espacio de análisis
político con mucho humor y mucha mordiente.
¿Cuáles son las principales tesis que defiende en "ZP en el país de las
maravillas"?
Principalmente, la consideración de que el progresismo se ha convertido en una
coartada para vivir del Presupuesto y expoliar a las clases medias. También
insisto en que para entender -es un decir- a Zapatero hay que saber que la
lógica se ha trastocado y el lenguaje se manipula continuamente, como si se
hubiera proscrito el sentido común. Y, por último, hago hincapié en que es hora
de que los ciudadanos se movilicen y la sociedad civil se rearme.
Usted reconoce en su libro que padece una
enfermedad que denomina zapaterofobia. ¿En qué consiste esa dolencia?
Una
patología, por cierto, cada vez más extendida. Se trata de la aversión al
presidente por accidente, a sus obras y a su forma de expresarse. Es darse
cuenta de que cuando habla con ese énfasis esdrujulizante, sólo dice, en
términos intelectuales, una sarta de chorradas vacuas. La zapaterofobia es una
manifestación de lucidez.
¿Cuál es su valoración del Gobierno Zapatero?
Pésima. El
okupa es la degradación del político profesional. Demostró su falta de
escrúpulos morales entre el 11 y el 14 de marzo de 2004 cuando utilizó el
terrorismo -el dolor y la sangre- para obtener beneficio político. Se ha formado
en el bar del Congreso. Un traidor, en términos de patriotismo, y sin el más
mínimo aprecio a la libertad. Su Ejecutivo paritario es de una excesiva
mediocridad. El 80 por ciento de los ministros no sirven y no hay crisis porque
ni tan siquiera hay Gobierno.
¿Qué es lo que más detesta de su gestión?
Su apoyo a
las tiranías y su destrucción de la nación. El elenco sería demasiado largo.
Sobre todo, su irreflexiva e irresponsable disposición a rendirse ante ETA y su
agravio constante a las víctimas. Y ese lamentable estilo según el cual todo el
mundo tiene un precio.
Afirma con frecuencia que practica un "periodismo de trincheras". ¿Por qué? ¿No
habíamos quedado que los profesionales de la información tienen que contemplar
la realidad desde una cierta distancia?
Lo de
periodismo de trinchera lo digo como provocación ante tanto periodista dedicado
a la supervivencia, que ha dejado de entenderlo como un compromiso honrado con
la verdad y como una relación de intermediario con los ciudadanos, para pasar a
servir a un partido o a un político que les va colocando en los diversos y
difíciles avatares de esta profesión. Es una reacción a las ristras de complejos
que se venden como moderación, y ante lo que yo llamo ideología mediática. Un
desideratum de estupideces políticamente correctas que casi todo profesional
lleva en el macuto para usarlas como plantilla de la realidad. La distancia más
habitual del periodismo actual es la del servilismo y la consigna desde Ferraz o
desde Génova. Y no digamos en las autonomías, donde el caciquismo es abrumador y
anestesiante.
¿Cómo ve la sociedad española? ¿Está muy crispada? ¿Existe sociedad civil?
Los
ciudadanos están empezando a tomar conciencia de que no pueden delegar su
responsabilidad en los políticos, que han de mantener criterios propios sin ser
hooligans de los partidos. En ese sentido, la crispación puede ser considerada
consustancial a la democracia. Lo que ahora está sucediendo es que al Gobierno
no le están saliendo sus planes. Creía que la gente iba a tragar con todo y se
han encontrado con que hay millones de patriotas españoles, que, por ejemplo, de
manera espontánea hacen boicots a los productos catalanes o están en contra del
Estatut, de la OPA y de La Caixa. El Gobierno se está crispando por momentos,
con sus aliados fascistas. Lo positivo es que empieza a haber un germen de
sociedad civil auténtica, de esa que está dispuesta a autofinanciarse para
defender una idea, no de esa,mercantilizada, que forma lobbys, para en nombre de
alguna causa noble, los pobres, casi siempre, pillar del Presupuesto y vivir de
la mamandurria, como los sindicatos o las ONGs.
¿Corre riesgo la unidad de España?
Mucho.
Incluso cabe pensar si no hemos llegado demasiado lejos para que el proceso no
sea irreversible. La cuestión es que la idea de España ahora es sinónimo de
libertad frente a los nacionalismos que riman con totalitarismos. Lo que sí
puedo aventurar es que si España se fragmenta, la monarquía no sobrevivirá. Y el
PSOE puede pasar a la historia como una formación de traidores y pesebristas que
acabaron con la nación más vieja de Europa. Además, como los nacionalismos son
imperialistas, se están sembrando conflictos futuros abusando del instinto
conservador de las gentes. Con Zapatero está en riesgo la unidad de España, el
proyecto europeo y la libertad en Iberoamérica. Aunque, no exageremos, él es más
efecto que causa de nuestros males.
¿Cuenta, a su juicio, el PP con un proyecto adecuado para España?
El PP forma
parte del problema. En ocho años de gobierno no cuestionó las bases del sistema.
Pactó con los nacionalistas, cediendo como el que más, y no tuvo empacho en
reunirse con ETA. Nada hizo para liberalizar la educación, aunque su política
económica fue manifiestamente buena. Ahora es el único partido que defiende la
unidad nacional, aunque carece de una alternativa intelectual y moral y cuenta
con un discurso meramente continuista y de resistencia, por lo que, para mí, no
pasa de ser un mal menor. Puede ser instrumento de regeneración. Si no cumple
ese papel, será sobrepasado a medio plazo.
Usted propugna la reforma de la Ley Electoral. ¿Por qué? ¿La ve factible?
La Ley
electoral es el talón de Aquiles de nuestra democracia. No hay nación capaz de
subsistir a esta demencial Ley que impuso el último secretario general del
movimiento, Adolfo Suárez. Impide la existencia de partidos bisagras nacionales
y concede esa función a las fuerzas nacionalistas, pues prima la concentración
de voto en unas pocas circunscripciones. Produce una degradante tiranía de las
minorías.
¿Qué le parece Mariano Rajoy?
Un
conservador, que ha sabido estar a la altura de las circunstancias y actúa con
responsabilidad, pero sin imaginación e incapaz de mover a nadie de su puesto.
Aunque para eso le pusieron Aznar y sus pretorianos.
Uno de sus temas preferidos es la cosmogonía progre. ¿Cómo la define?
La he
descrito en el libro Los nuevos clérigos. Una especie de nomenclatura por
adición de castas que se retroalimentan: docentes estatales, periodistas y
actores y artistas, los más vocingleros, dedicados a mejorar sus posiciones en
el Presupuesto público. Para conseguirlo se dedican a desarmar y cegar a la
sociedad con trabalenguas y extendiendo una maraña de prejuicios y pequeños
dogmas. Un mundo muy sectario y proclive al anatema fácil.
¿Quiénes son, a su juicio, los principales representantes del mundo progre?
Gentes como
Pedro Almodóvar, que especula en Bolsa con nuestros impuestos; Joaquín Sabina,
un multimillonario que termina sus conciertos diciendo que se mueran los ricos,
o Gabilondo, con esos tonos de clericalismo laico. En los tres mundos que he
descrito no se sobrevive fácilmente sin asumir los aromas de la secta. Por
ejemplo, ahora todos los franquistas, como Juan Luis Cebrián o Víctor Manuel, o
hijos de franquistas, andan intentando ganar -de nuevo, ahora en nombre de los
vencidos- la guerra civil 70 años después. Es gente inmoral e hipócrita, cuyos
únicos valores son el poder y el dinero.
¿Hay libertad de expresión en España?
Sí, usted y
yo, con esta entrevista lo hemos demostrado. Por cierto, gracias, en buena
medida, a Internet. Pero la libertad de expresión está muy condicionada. El de
los medios de comunicación es un sector económico muy mercantilizado,
dependiente de las licencias que concede el poder político y muy sensible a las
concentraciones publicitarias. En Cataluña puede decirse que la libertad de
expresión casi no existe, salvo en la clandestinidad. Y para terminar de
cercenarla, ya han instalado un organismo censor típicamente nazi. En el País
Vasco, los nacionalistas matan a los que no piensan como ellos y se atreven a
expresarlo. Bueno, porque la transición ha sido un fracaso, pero eso da para un
libro.
Precisamente, ¿qué opina del informe del CAC sobre la COPE?
Sólo en las
dictaduras hay organismos administrativos que se dedican a elaborar informes
sobre los medios de comunicación y a sancionar, ergo Cataluña es una dictadura
atemperada por su pertenencia a España. Nos retrotrae a las peores etapas del
franquismo y aún del nazismo. Goebbels se sentiría feliz presidiendo el CAC.