LA REVUELTA CONTRA RAJOY

Artículo de José Antonio Sentís en “El Imparcial” del 07 de enero de 2009

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

A estas alturas de la Legislatura, ya queda claro que el debate en los agentes de opinión del centro derecha no se concentra tanto en la crítica al leve Zapatero, considerado ya como un fenómeno tan poco modificable a corto plazo como un desastre meteorológico, cuanto en la persecución a Rajoy.

Desconozco si en la dirección del PP, instalada en el búnker de Génova, anida la preocupación, puesto que, aunque aparece en conversaciones privadas, apenas se aprecia en las intervenciones o en las actuaciones públicas.

Pero una cosa queda bastante clara. Una amplia mayoría de los columnistas, articulistas o analistas que se encuentran en el entorno ideológico (no orgánico) del Partido Popular se han dado la vuelta. O, más bien, ponen a Rajoy de vuelta y media. Haga lo que haga, y diga lo que diga.

Baste como ejemplo la designación de Jaime Mayor Oreja, coherente y justa hacia el política del PP más representativo de quienes sostienen la defensa de la Nación española. Si hubiera sido otro el elegido, a Rajoy se le hubiera caído el pelo. Pero nombrarlo tampoco concita elogios para el líder popular, ya que lo habría hecho, según estos críticos, por puro miedo a Rosa Díez.

Se oyen y se leen pocos fieles a Rajoy, pero, además, éstos tienen un mensaje sumamente endeble. Pretenden decir que la ofensiva periodística que sufre el gallego se limita a un par de medios, como la Cope y El Mundo. Y, en primer lugar, eso no es verdad, porque no hay día en el que no silbe una bala contra Rajoy en cualquier otro medio, desde el ABC a La Razón, desde El Confidencial a El Imparcial, desde Onda Cero a Punto Radio. Y, en segundo lugar, querer menospreciar a sectores muy influyentes en un decisivo sector del electorado del PP, obviamente el más militante, es como si se despreciara una ofensiva de El País y la Ser contra Zapatero.

Es posible que la estrategia de Rajoy pase por desmarcarse de quienes antaño le apoyaron (o a su partido) desde el periodismo escrito o audiovisual, como si eso le diera un valor añadido de independencia. O bien es producto de una torpeza letal, impulsada por el desprecio al papel de los medios en los procesos políticos de liderazgo. O, peor aún, trae causa de una pereza y una desidia impropias de un aspirante a la gobernación.

En todo caso, parece un suicidio que el equipo de Rajoy vea día a día la desafección de una legión periodística, a su vez crítica con la socialnadería de Zapatero, y no haga nada por evitarlo. Una legión que o no entiende, o se desespera, por la falta de músculo político en la oposición, que rebusca en el hígado de las ocas una alternativa, que se lanza en brazos de Rosa Díez como el nuevo mesías de la derecha sin saber, o a sabiendas, que eso sería como votar a un rabino para Papa de Roma. Porque la estimable Rosa Díez es una mujer bastante más a la izquierda que el apparatchik de Zapatero y su principal diferencia con éste es que tiene una idea de España que al socialkeynesiano de La Moncloa se le desconoce. Eso sin contar con que es una excelente francotiradora, pero a su partido no hay por donde cogerlo.

Si muchos de los líderes de opinión del centro derecha liberal abrazan la causa de Rosa Díez no es porque hayan olvidado su propuesta ideológica antagónica con ellos (salvo, insistamos, la idea de España), sino por un punto de rebeldía moral ante el sistema oligárquico de partidos, que emerge mucho antes en el entorno de la derecha democrática que en de la izquierda, de militancia por lo general más lanar respecto a los suyos.
Y Rajoy es un autor y producto señero de esta cooptación partidaria, que hace y deshace sus estructuras de poder al margen, o incluso en contra, de sus propios electores.

¿Tiene solución esa desafección mediática hacia Rajoy? Básicamente, eso dependería de él mismo. Pero ganarse la enemiga de las elites de opinión de su entorno; luchar a la vez contra el buenismo propagandista del Gobierno; confrontar simultáneamente a los nacionalistas encantados con la no España de Zapatero; y convencer a sus militantes sobre su liderazgo y estrategia sin avanzar un paso en intención de voto componen un panorama bastante complicado.

En política, como en todo, sólo gana quien tiene voluntad de vencer, conoce sus fuerzas y las de los adversarios antes de librar combate, agrupa a los suyos mientras divide a los enemigos y sabe qué objetivo quiere lograr antes de preguntarse cómo hacerlo. Hace veinticinco siglos que eso está escrito, y alguno sigue sin enterarse.