BALANCE DE SU "ANNUS HORRIBILIS": ZP TERMINA
SU PEOR CURSO SIN CASI ALIENTO Y CON UNA PILA DE SUSPENSOS
Informe
de Angel Tejedor en “El Semanal Digital” del 18 de junio de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el informe que sigue para incluirlo en este sitio web.
Lo
empezó con la foto de sus hijas con Obama inundando
Internet y lo termina con el tijeretazo, el anuncio de su primera huelga
general y los rumores sobre el rescate de la UE.
José Luis
Rodríguez Zapatero se despidió este jueves de la Presidencia de turno de la UE
-la que supuestamente le iba a hacer remontar en las encuestas y reivindicarse
como líder planetario- presidiendo su último Consejo Europeo. Y,
con ello, con la salvedad del Debate sobre el Estado de la
Nación -que este año se ha pospuesto hasta mediados de julio-,
puso prácticamente fin a su peor curso político desde que llegó a La
Moncloa.
Todo un annus horribilis que
comenzó con la famosa foto de sus hijas junto al matrimonio Obama
y termina de la peor forma posible: con la herida del mayor tijeretazo
a los derechos sociales de la democracia supurando; una reforma laboral por
decreto que hará que Zapatero se enfrente a su primera
huelga general nada más volver de sus vacaciones; y el fantasma de un rescate a
España al estilo de Grecia que cada vez ocupa más titulares de la prensa
europea y nacional, pero que el Ejecutivo desmiente una y otra vez. "No
hay nada mejor que la transparencia para demostrar la solvencia, para dar
confianza, para dejar atrás tanto rumor sin fundamento", insistió este
jueves el presidente desde Bruselas.
Y lo peor es que entre medias del principio y el final también han
abundado las malas noticias, empezando por el hecho de que la tasa del
paro haya superado la barrera psicológica del 20%. E incluso las relativas a
esa Presidencia de la UE que iba a ser el remedio de todos sus males. Aún se
duele Zapatero de la afrenta de su admirado Barack Obama,
que le convirtió en el primer presidente de turno de la UE que organiza una
cumbre bilateral con Estados Unidos y su presidente le planta (algo que jamás
hicieron George Bush padre, ni Bill Clinton,
ni tampoco George W. Bush). Y de la fallida Cumbre de la Unión por
el Mediterráneo, que debía haberse celebrado en Barcelona este mes y en la
que Zapatero quería abanderar un acercamiento entre
israelíes y palestinos. Finalmente se pospuso a noviembre, ya fuera de la
Presidencia española.
De puertas para adentro en el PSOE las cosas tampoco le han ido
mejor. Nada más empezar el curso -en septiembre-, El País
le provocó un auténtico terremoto en sus filas con una reveladora
información que narraba cómo el desconcierto se extendía entre los
dirigentes del partido por la improvisación ante la crisis. Después llegó
el debate sobre su continuidad en 2012, que alcanzó tal punto que en Ferraz
tuvieron que prohibir a sus cargos que se pronunciaran sobre el asunto para
no echar más madera. Y ahora que queda menos de un año para las
elecciones municipales y autonómicas, aunque tímidamente, algunos barones
regionales -como Guillermo Fernández Vara y José
María Barreda- se atreven a cuestionarse públicamente si el
actual debería ser objeto de una poda en profundidad.
Un Gobierno continuamente en la picota por los rumores que durante todo el
curso se han sucedido sobre una próxima remodelación y las
quinielas acerca de quién se quedará, quién ascenderá y quién se marchará.
Y un Gobierno para el que hasta en cuatro ocasiones el Pleno del
Congreso ha exigido una reducción de ministerios. El de Igualdad, el de
Vivienda, el de Cultura, tal vez la Vicepresidencia de Manuel
Chaves...
Precisamente en el hemiciclo los socialistas han vivido este año algunos de sus
peores momentos por estar constantemente sometidos a esa geometría variable
suya. Durante este curso el PSOE ha seguido sumando derrotas
parlamentarias, y ya lleva 24 en lo que va de legislatura. La última se
produjo este mismo jueves, y no fue una cualquiera: esta vez no fue una
proposición no ley o una moción pidiendo al Gobierno que haga algo, sino un
cambio en una ley que va directa al BOE y que, por tanto, es de obligado
cumplimiento. Algo inédito hasta ahora. En concreto, en la Ley de Morosidad.
En política exterior el balance tampoco es positivo. El episodio más
grave lo desencadenó el secuestro del atunero Alakrana,
cuya gestión dejó al descubierto la falta de coordinación del Ejecutivo y abrió
una honda grieta entre María Teresa Fernández de la Vega y Carme
Chacón. Por no hablar de la polémica visita que
protagonizó a Gibraltar Miguel Ángel Moratinos, cuya
imagen en un mirador del Peñón con Peter Caruana enseñándole sus dominios dio
la vuelta al mundo y aún permanece en la retina de muchos españoles. O de la
crisis humanitaria con Aminetu Haidar, en cuya resolución tuvo que
intervenir Nicolas Sarkozy. Y por
si a Zapatero le sobraran amigos, el mes pasado se
permitió plantar a Luis Ignacio Lula da Silva horas
antes de viajar a Brasil para participar en el III Foro de la Alianza de
Civilizaciones. Un invento suyo, por cierto.
Su relación con comunidades y ayuntamientos le ha dado más disgustos que
alegrías. Zapatero causó un auténtico maremoto entre
los alcaldes cuando a través del BOE se enteraron de que el tijeretazo
implicaba que no podrían endeudarse hasta 2012. El enfado fue tal que el
presidente de la FEMP, el socialista Pedro Castro,
amenazó a Manuel Chaves con una auténtica
rebelión municipal. La sangre no llegó al río, pero porque el Ejecutivo reculó
a tiempo.
Y qué decir de las encuestas. Durante todo el curso una tras otra han ido
detallando el declive electoral del PSOE y el deterioro de la
imagen de Zapatero, actualmente por los suelos. Las últimas,
de hecho, ya vaticinan una mayoría absoluta de Mariano Rajoy
y un hundimiento de los socialistas hasta los niveles de la época en la que
lideraba el partido Joaquín Almunia.
Así
las cosas, a pocos les extrañó que cuando el
pasado marzo se cumplieron dos años de la segunda victoria del de León en
las urnas, Ferraz decidiera dejar pasar
el aniversario sin pena ni gloria. Como también cuando un mes
después Zapatero llegó al ecuador de su segunda
legislatura. Y eso fueron palabras mayores, puesto que en otros tiempos el
PSOE celebraba todo lo celebrable. Incluso en tiempos
no tan lejanos. Sin ir más lejos, en pleno arranque de la crisis -julio de
2008-, el presidente no había desaprovechado la ocasión de
festejar los cien primeros días de su segunda legislatura.
Los
socialistas creyeron ver en el Caso Garzón un oasis en mitad del calamitoso
desierto por el que han transitado durante todo el curso. Una forma de
despertar a su electorado, totalmente noqueado, a base de un chute
ideológico, metiéndoles en vena la siempre recurrente dictadura
franquista. Pero ni por ésas. Así que sólo les queda esperar que el
próximo curso la cosa mejore. O que por lo menos no vaya a peor.