ENTRE MIEDOS Y MENTIRAS
Artículo de Hermann Tertsch en “ABC” del 24.12.07
Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que
sigue para incluirlo en este sitio web.
El formateado es mío (L. B.-B.)
Con un muy breve comentario al final:
ALTURA DE MIRAS
Luis Bouza-Brey, 24-12-07, 17:30
A punto de fenecer la legislatura moralmente más escuálida y
políticamente más tóxica y dañina de la democracia española -difícil es, presidente «Z», hacer tanto daño a las
instituciones en tan poco tiempo-, nos surgen patéticos fantasmas del más allá
para explicarnos cómo ha sido posible tanto dislate y para decirnos que no ha
sido tan grave y lo bien intencionados que estaban algunos, incluso los máximos
culpables. Tenían más enjundia y dignidad las explicaciones que dieron sobre
sus errores y complicidades gentes amenazadas por la muerte o la tortura en
regímenes implacables en el siglo XX que las tristes excusas de esas comparsas
del Gobierno de España que han saltado ahora a la palestra para intentar minimizar
los efectos demoledores infligidos por el líder al tejido social y al edificio
constitucional que juró defender.
Resulta vergonzoso comprobar cómo socialistas,
antes serios, previos a la secta, se apresuran ahora, unos en el mundo
editorial y en entrevistas, otros con infantil activismo, a intentar engañar a
la opinión pública en su cambio de rumbo. Pretenden, a nueve semanas de las elecciones,
que la vanguardia del disparate y la radicalidad irresponsable del izquierdismo
y la falta de principios, así como la coordinación política con las fuerzas antisistema, transmuten en una decidida y serena defensa
del Estado de Derecho. Y -¡sorpresa!- ponen fin a un silencio cómplice y culpable con
su hiperactiva defensa de una política antiterrorista efectista que a nadie
medianamente lúcido puede hacerle ignorar los inmensos y permanentes daños que
a la legitimidad del Estado, al monopolio de la violencia y a la estructura
institucional han generado los afanes del Gobierno de coordinar su política con
la banda terrorista durante la malhadada legislatura.
Falta de gallardía
Ahora se quieren justificar los que sabían bien los gravísimos
perjuicios para el Estado, la seguridad, la igualdad y la dignidad de los
españoles que causaba las ambiciones de «Z» y que no tuvieron la gallardía de
denunciar. Desde el Gobierno y los despachos del partido «Z». Pero resulta un
sarcasmo que todos estos pequeños o altos, flacos u orondos, autosatisfechos o torturados emuladores de Von Papen, que
-a diferencia de la tropa de irresponsables adanistas,
inventores del mundo y necios natos en torno a Z- sabían como
eran los nazis de enfrente, no levantaran la voz una sola vez mientras se
producía la inmensa tropelía que nos ha llevado adonde estamos. Y es una triste
felonía que ahora, esos socialistas silentes, lloren y acusen de la catástrofe
en que nos hallamos al único partido, al PP, que ha mantenido los principios en
la lucha antiterrorista que ellos defendieron en su momento. Como algún triste
periodista que intenta sin éxito conjurar sus tormentos con insultos a sus
colegas, hay socialistas y compañeros de viaje que enferman de mala conciencia
ante la situación creada por la organización «Z». Todos tienen miedo a las
consecuencias de sus actos. Ante todo a las electorales.
No se puede polemizar con quien no percibe diferencia entre verdad
y mentira. La obcecación en la negación de la realidad ha llegado a unos
límites enfermizos. El presidente del Gobierno de una democracia civilizada en
Europa no se atreve a rodearse de la población si no es filtrada hasta
limitarse a sus seguidores incondicionales u obedientes funcionarios. El
presidente tiene miedo. A la verdad y a sus ciudadanos. Es tan inútil
explicarle los datos obvios del desmoronamiento de la seguridad de los intereses
españoles en el exterior como convencer a un estalinista de que los «kulakos» (campesinos) ucranianos morían de inanición y no
de entusiasmo por el padrecito del Kremlin.
El balance es claro. Y tiene más que ver con el diván de Freud que
con la política adulta de ciudadanos libres en democracia. Es una disfunción.
Si un país moderno y sofisticado como España ha caído en manos de Zapatero a
nadie debe extrañar que alguien como Suso del Toro
escriba en el periódico de mayor difusión. Si políticos otrora respetados se
prestan a unirse al escribidor- ujier gallego en su defensa o justificación de
la política de destrucción mágica e irracional de nuestro Estado de Derecho,
parece casi lógico pensar que habrá millones de españoles dispuestos a
continuar el suicidio bajo la mentira y el miedo. Aunque puede, porque a veces
sucede, que se resistan la verdad y la decencia.
Muy breve comentario final:
ALTURA DE MIRAS
Luis Bouza-Brey, 24-12-07, 17:30
En Tertsch
uno siempre encuentra el criterio correcto de análisis en el nivel psicocultural de la realidad. Tertsch
es un verdadero maestro en el análisis de esa dimensión: lo que algunos otros
hacemos intuitivamente, intentando mantener la coherencia, Tertsch
lo dota de racionalidad y sentido a ese nivel. Por ello, al menos en lo que a mi respecta, siempre encuentro en él un referente a
tener muy en cuenta.
Y hoy, como siempre, atina, en la descripción
sociocultural de la realidad de nuestro país: estamos inmersos en un proceso en
que casi todos han perdido el rumbo, pero no sólo el rumbo en la definición de
objetivos, sino en lo más elemental, en la dignidad derivada de la coherencia
con uno mismo. Por eso, hoy que estamos en Nochebuena, quizá convenga conservar
la última esperanza en el milagro: porque "parece casi lógico pensar
que habrá millones de españoles dispuestos a continuar el suicidio bajo la
mentira y el miedo. Aunque puede, porque a veces sucede, que se resistan la
verdad y la decencia".
Dejemos fluir vibraciones positivas de
dignidad y coherencia hacia el medio cósmico: quizá, si no con la palabra, al
menos con el espíritu, podamos incidir sobre la realidad, y evitemos el caos
que se avecina. Que el Todo polisémico nos perciba: ¡Manitú,Yahvé, Alá, Brahma, Dios, escúchanos, imprégnate de
nuestras angustias y difúndelas en tu seno! ¡Despiértalos!