LOS ASESINOS BUENOS
Artículo de Hermann Tertsch en “ABC”
del 30 de marzo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
Todavía habrá
quien diga que Jaime Mayor Oreja no tiene razón cuando advierte a los españoles
que este Gobierno está preparando otra negociación con ETA. Y desde luego hay
demasiados en su propio partido que se han precipitado en criticarle o
descalificarle diciendo que no entiende ya lo que pasa en el País Vasco. Lo
entiende muy bien. Tan bien que a ellos les molesta. Porque da la impresión de
que algunos en el Partido Popular han interiorizado tanto el discurso del
Partido Socialista y sus tesis de la eterna armonía que a veces parecen ya Eguiguren u Odón Elorza. La
noticia tiene guasa. Pero va en serio. Resulta que ahora -¡¡o qué
casualidad!!-, nos salen unos llamados «profesionales internacionales de la
negociación», políticos jubilados y necesitados de ingresos para alimentar su
pensión, que piden al Gobierno español la legalización de Batasuna. Y lo hacen
en el Parlamento Europeo. Los dirigen los surafricanos Brian Curry, Frederick
De Klerk y el arzobispo Desmond
Tutu. Pero son más por lo que la posible nómina amenaza con subir aún más el
déficit público español. Piden por supuesto también el acercamiento de los
presos al País Vasco. En realidad demandan a medio plazo -sin decirlo- que
todos los criminales que han causado casi mil muertos españoles vayan
preparándose para la libertad. Miles de años de prisión en condena quedarían
así en cuestión de meses. A eso llaman reconciliación.
Piden
también generosamente a ETA que declare un alto el fuego. «Plenamente
supervisado dicen». Se supone que como el anterior, en el que los zulos, según
el ministro Rubalcaba, no eran zulos. Y los etarras, según decían, eran ya
gentes de paz. Y ETA sería incapaz de volver a matar «porque el coste sería
demasiado alto», como decían los portavoces de los diarios oficiales del zapaterismo. Y las pistolas robadas por ETA y que después
han matado a manos de ETA las había robado algún chorizo, insistía Rubalcaba
Fouché.
Y a
partir de ahí, de la nueva tregua, todos amigos y dentro de un par de años,
para las elecciones generales, aquí se declara la paz y el olvido, el fin de
ETA, la legalización de Batasuna y la salida escalonada de prisión de todos los
asesinos. Ni «ley Parot» ni niño muerto. Se hace una
ley retroactiva y todos a la calle. Ya nos quieren hacer una ley para el señor
Garzón para que quede sin vigencia el delito de intervenir las entrevistas de
acusados y abogados defensores. Se hace otra. Y las que hagan falta.
Los que
recomiendan al Gobierno español y a ETA tan bondadosas medidas para la eterna
armonía no son otros que gente en parte implicada en la anterior negociación. Y
son gente que no actúa gratis. ¿Por qué de repente, cuando se le cae encima al
Gobierno español toda su ineptitud y su mentira sobre nuestra economía, cuando
el país ha entrado en una deriva hacia la pobreza que parece imparable, estamos
otra vez hablando de una paz con los terroristas de ETA ? ¿Por qué si la lucha
contra el terrorismo va bien? Y promete ir mejor con el compromiso de Sarkozy
tras la muerte del gendarme francés de acabar con todas sus guaridas. Pues
porque el Gobierno Zapatero necesita tanta árnica como la organización
terrorista. Y todo indica que ha acudido solícito a estos mediadores
interesados -digamos que recaudadores-, para irse preparando esta especie de
carta falsa en una partida, la electoral, que temen perder. Los españoles con
dignidad tienen la obligación de rebelarse contra esta nueva infamia cuyo fin
último es legitimar los crímenes de ETA y dejar en libertad a los criminales.
Como dice Mayor Oreja, el Gobierno y ETA tienen hoy intereses comunes. Y con ellos
los negociadores que pasarán por caja.
Y
hablando de asesinos, da gusto ver como Santiago Carrillo, en su día héroe de
la transición y hoy héroe del zapaterismo guerracivilista, se lanza al cuello de la oposición y
defiende a quienes lo han erigido en adalid de la mentira histórica, auténtico
caballo de batalla del caudillo vallisoletano que se creía leonés. Dice
Carrillo que Rajoy es Le Pen. Mala comparación. Con
lo fácil que sería decir que él es Laurenti Beria.