DE INSÓLITO A PELIGROSO
Artículo
de Hermann Tertsch en “ABC”
del 18 de mayo de 2010
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.
Tenemos
a un presidente del Parlamento, del Congreso de los Diputados, sospechoso de
ser un auténtico trilero, que se ha enriquecido de
forma que sólo en los Balcanes y Asia central tiene un pase, que insulta al
máximo tribunal de España. La cosa tiene poca gracia. Cargos institucionales
máximos, don José Bono, el tercer representante institucional de este país, se
dedica a difamar a los jueces del Tribunal Supremo. Hasta aquí hemos llegado en
el sexto año triunfal de esta locura y esta tortura que se han autoinfligido los españoles a sí mismos.
Es el
inefable doctor Bono. Míster Bono, el amigo de los caballos. Bono de los
buenos, visto lo que le cunde todo cuanto tocan él o su hiperactiva familia.
Resulta que este señor, que miente cuando no lo agreden y que al parecer sabe
mover todas sus influencias de forma extremadamente peculiar, pero realmente
muy peculiar, aún no ha dimitido. Ahí sigue, y encima soltando soflamas de
protección a otros sospechosos como ese juez Baltasar Garzón, tan trincado en
el trinque como él mismo. Allá cada uno con su dignidad. Allá cada periódico
con la culminación de su miseria moral y de credibilidad. Pero, pese a las
campañas grotescas de la televisión socialista y bolchevique que sufrimos
-cadenas cautivas o cobardes-, cualquier individuo medianamente educado sabe
que el triunfo de Bono y Garzón sería aquí el triunfo de la chusma. Y que este
país puede convertirse en algo extremadamente peligroso si fructifica el
llamamiento a la chusma que estos señores ricos, cazadores y caballistas están
haciendo a la chusma para que los proteja.
Todo
esto resultaría insólito, por supuesto, en cualquier país de nuestro entorno.
Si tenemos aún entorno. Todavía. Tengo la sospecha de que cada vez menos.
Comenzamos a tener similitudes con los países de la nada. Por decencia,
corrección, transparencia y probidad o por la falta de todas ellas, perdón.
Todos los que tienen esas características tan aconsejables se distancian de
nosotros o nos amonestan. Que nos tenga que llamar un presidente chino que
ejecuta a más ciudadanos propios que ningún otro Estado del mundo dice mucho
del prestigio que tenemos hoy en el mundo gracias al Gran Timonel.
El
presidente de la máxima cámara del Parlamento español no responde a nada de las
acusaciones de trinque directo, de él y su familia. Igual que el vicepresidente
de la nada del Gobierno que es Chaves. Él y su familia. Y no pasa nada,
estimados amigos. El fiscal general debe de estar de vacaciones una vez más. O
echando una mano a Diaz Usabiaga, ese etarra que se
ha ido a ayudar a su dependiente madre en Lasarte,
gracias al ya casi ex juez Garzón, y nunca ha llegado. Este país puede estar
llegando una vez más a lo último que resiste. La angustia, la miseria y la
traición. Pero hay más. Bono, desde su cargo, ayuda desde un diario amigo al
sospechoso de prevaricación en nada menos que tres casos, al amigo Garzón -vaya
por Dios- e insulta a las máximas instituciones del Estado. Y Garzón ayuda al
Gobierno en la cooperación con los etarras. No es broma. Es la traición,
señoras y señores, nada menos. Si esto sucede, Dios quiera que no, estamos a punto de llegar a las manos. Que el presidente del
Congreso publique un artículo advocando por la demolición del Tribunal Supremo
es, cuanto menos, terrorífico. Que el petimetre cordobés que se hizo en su día
con esa venerable y honorable institución de la Generalitat catalana
-acuérdense de Tarradellas- haga lo mismo provoca la
náusea. Hay que remontarse a los años treinta para encontrar tantos agentes
enemigos del Estado de Derecho dentro de las instituciones. Y siempre son los
mismos. Comprendo que Bono esté incómodo. Tiene problemas. Porque las cuentas
no salen, querido presidente. Querido cristiano. Querido manchego. Querido
potentado nuevo rico. Bono es probablemente, mucho más que ese personaje
patético que ya es Rodriguez Zapatero, el símbolo del
diagnóstico de lo que se nos avecina.