MONSERGAS DEL DIABLILLO COJUELO

Zapatero no quiere acabar con ETA, sino integrarla. De ahí la broma Troitiño. De ahí el desprecio a las víctimas

Artículo de Hermann Tertsch  en “ABC” del 22 de abril de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

Nuestro querido don Alfredo Pérez Rubalcaba, es cada vez más predecible. Puede que sea puro agotamiento ya que es el único bombero que le queda a un gobierno cuajado de pirómanos, su presidente el primero. O puede también que intente desmarcarse, de cara a la refriega partidista en ciernes con las primarias, de la bobalicona jovialidad pedagógica que despliega últimamente su rival en el PSOE, la ministra de Defensa, ahora doña Carmen de España. Nos cuenta Fouché, cómo no, que el único problema que hoy tiene España es el PP, que utiliza el terrorismo para fines electorales. Siempre ha sido una broma siniestra que el principal responsable de la detestable agitación desestabilizadora organizada en la jornada de reflexión del 13 de marzo del 2004 tras el peor atentado terrorista de la historia de Europa, nos venga con esas monsergas. Pero últimamente ya no sabe decir otra cosa, como si el agotamiento del Eterno Adolescente de La Moncloa se le hubiera contagiado al agente hiperactivo y diablillo cojuelo de la política nacional. Ha sido siempre el eje de la estrategia general de los socialistas la deslegitimación de la labor de oposición con este argumento. En el campo económico no se le puede criticar al Gobierno sus continuos disparates y mentiras, porque se convierte uno en traidor, antipatriota o saboteador. En su política exterior, que ha convertido a España en objeto irrelevante —salvo como fuente de problemas— y en hazmerreír en cinco continentes, tampoco puede nadie osar encontrarle pegas, porque quien lo hace pone en cuestión la «marca España» y nuestro buen nombre. Lo dicen quienes nos han enviado a la sentina del concierto internacional, degradando la «marca España» hasta tal punto, que nuestras grandes empresas en el exterior ocultan ya su origen.

En la lucha antiterrorista, hoy sabemos que nunca hubo buena fe. Al menos el núcleo duro en torno a Zapatero siempre ha tenido una agenda oculta tras su victoria en el 2000. Para comenzar la gran operación de reconversión del Psoe en punta de lanza para la reedición del Frente Popular. Para transformar este país con un nuevo régimen inspirado en la muy casta e impoluta II República. Y acabar de una vez con el puñetero pactismo con la «derecha eterna» que habían practicado con Felipe. Había que darle una vuelta de tuerca a la historia. Un salto cualitativo en la calidad democrática. Para eso era necesario ganarse a todos los nacionalistas, a todas las fuerzas antisistema y a los enemigos del Estado, ETA incluida. Como fuerza antifranquista que ya no necesitaban matar. Sus objetivos, en la nueva alianza serían alcanzables. Con todos contra el PP, un gran Pacto del Tinell en toda España podría garantizar una mayoría permanente que impusiera a una derecha convertida en minoría, este salto irreversible a la «democracia avanzada». Por eso Eguiguren tenía manos libres para negociar con ETA. Aunque para la galería se propusiera desde la oposición aquel Pacto Antiterrorista que se violó desde que se firmó. Probablemente haya sido bueno para España que el PP no reaccionara. La fractura social habría sido aun mayor. Quizás no se enteró, porque es cierto que pasa mucho tiempo en Babia. En todo caso persistía y persiste ese malentendido. Zapatero no quiere acabar con ETA sino integrarla. Y en estos años ese proyecto ha calado profundamente en todos los estamentos del Estado. Convencidos de que se mantiene la agenda. De ahí la broma Troitiño. De ahí el desprecio a las víctimas, parte del enemigo. Lo demás son monsergas intimidatorias del diablillo cojuelo.