CAOS EN EL CORO

Está claro que algunos están asustados ante la devastación causada por la aventura zapaterista

Artículo de Hermann Tertsch  en “ABC” del 19 de julio de 2011

Por su interés y relevancia he seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web.

 

«LA pérdida de confianza en la gestión del actual presidente del Gobierno es clamorosa dentro y fuera de España. Es imposible suponer que de una legislatura como la que hemos padecido se derive ya ninguna de las soluciones que los ciudadanos reclaman. El deterioro preocupante del partido en el poder amenaza con desequilibrar el futuro inmediato de nuestras instituciones políticas. José Luis Rodríguez Zapatero debe de una vez por todas abandonar su patológico optimismo y renunciar al juego de las adivinanzas. Los titubeos, las dudas y los aplazamientos a que nos tiene acostumbrados son la peor de las recetas para una situación que reclama medidas de urgencia. Su deber moral es anunciar cuanto antes un calendario creíble para el proceso electoral. A la fecha nos encontramos con un país amenazado de ruina (atrapado en la vorágine de los mercados financieros desatada sobre Europa), sin perspectiva, con serios problemas de cohesión social y aun territorial, en el que cunde la desilusión entre los ciudadanos sin distinción de ideologías o de clase social. La pérdida de confianza en la gestión de José Luis Rodríguez Zapatero parece irreversible. El creciente escepticismo sobre la gobernabilidad española en las circunstancias actuales amenaza con acrecentar nuestros males. La crisis no es solo económica, sino también, y acaso sobre todo, política». «Hace ya mucho que las respuestas del presidente del Gobierno a los desafíos a los que se enfrenta España apenas merecen crédito alguno por parte de los ciudadanos. Aún peor: su incapacidad en la gestión, los magros resultados de las reformas apenas incoadas, más el lastre y la impotencia de una legislatura agónica auguran un deterioro imparable al que resulta imprescindible poner fin cuanto antes. A este respecto, la fecha sugerida por algunos dirigentes socialistas para celebrar elecciones (finales de noviembre) es del todo tardía. Si de verdad Rodríguez Zapatero quiere rendir un último servicio a su país, debe hacerlo abandonando el poder cuanto antes».

Estarán ustedes pensando que estoy pesadísimo, porque todo esto ya lo he dicho en anteriores artículos. Cierto, la gran noticia no es que sea verdad lo dicho, que lo es. La inmensa novedad es que lo reconocen y describen quienes durante años han ayudado a Zapatero a ocultar nuestra crisis y por tanto a agravarla. Quienes han dirigido el coro mediático del Gobierno socialista para descalificar y ridiculizar a quienes escribíamos y decíamos lo que ellos dicen ahora. Catastrofistas y antipatriotas nos han llamado. Y también agoreros y saboteadores vocacionales, que disfrutan con la desgracia de los españoles. La prensa socialista se ha caído este lunes del guindo. Y resulta que ahora, de repente, dicen lo que nosotros llevamos mucho tiempo diciendo. Está claro que reina el caos en el coro mediático. Que algunos están asustados ante la devastación causada por la aventura zapaterista. Mientras otros se aferran a la letanía de Zapatero de aguantar aunque reventemos todos. Lo expuesto arriba son citas textuales de un artículo de Juan Luis Cebrián y un editorial de El País. Parecen dictadas por un Mariano Rajoy decidido como un buitre a acabar con la enorme credibilidad internacional de Zapatero y su serenísima actitud de timonel de nervios de acero. Parecen insidias del PP, movido sólo por sus bajos instintos antipatrióticos y ansias de poder. Claro que lo podían haber dicho antes. Con su influencia en la militancia socialista quizás habrían logrado acortar la agonía y evitar al menos algunos daños a España. Por supuesto que sus prisas se deben a intereses propios. Que quieren elecciones porque Rubalcaba teme que cada día que pasa empeoran sus expectativas. Pero aunque sea por cálculo electoral de uno de los principales culpables de nuestra tragedia, alegrémonos de que aun sepan decir verdades.