HERMANN
TERTSCH: YA EMPEZARON
Artículo de Horacio Vázquez-Rial en “Libertad Digital” del 09 de
diciembre de 2009
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
El afán totalitario siempre genera falsos espontáneos que se ponen a patear
a la gente por si acaso, por si hay quien no quiere abortar, ni dejar de fumar,
ni que haya parados: por si se desvía, vamos.
Iba a pasar. Lo
percibo desde hace rato. Le pegaron a Hermann Tertsch. Es el primero. No se dice por qué, nadie le
explicó nada. Pero da la casualidad de que ocurrió poco después de que este
periodista y amigo, hombre valiente, desterrado por ello del imperio Polanco,
anunciara que se iba a querellar contra el pequeño Wyoming. La cosa se inició
cuando Tertsch dijo en el Diario de la Noche
que estaba dispuesto a matar a unos cuantos terroristas de Al Qaeda para
liberar a los secuestrados españoles de Mauritania. Wyoming replicó en su
magazine oficialista de la Sexta diciendo que así se inician las guerras. Tertsch, evidentemente, le estaba respondiendo al ex
presidente autonómico, ex ministro, actual presidente de ese Congreso de los
Diputados que ahora quiere sesionar en Palestina, ése, Bono, el que dijo que
prefería que lo mataran antes de matar a nadie, toda una filosofía si se toma
en cuenta que el hombre era entonces ministro de Defensa.
Ésa es la historia
mínima. La máxima se remonta a hace unos noventa años, cuando los nazis
empezaron a agredir a la gente por la calle, a incendiar el Reichstag para
colgarle la culpa a otros, a romper escaparates de tiendas judías. O un poco
antes, cuando los squadristi se lanzaron a la misma
política, antes y después de la Marcha sobre Roma. Vivimos una democracia
autoritaria, en la que los que ocupan el Estado desean en demasía perpetuarse
en él. El afán totalitario siempre genera falsos espontáneos que se ponen a
patear a la gente por si acaso, por si hay quien no quiere abortar, ni dejar de
fumar, ni que haya parados: por si se desvía, vamos. Recuerdo que hace unos
años comimos en Laredo, territorio amenazado por los euskaldunizadores
forzosos, Iñaki Ezquerra, que oficiaba de anfitrión, Tertsch
y el que suscribe, rodeados de escoltas. El riesgo era ETA, una cosa definida,
concreta, y los escoltas eran pagados por el Estado. Contra esto no podemos
pedir protección oficial, pero lo que le ha pasado a Hermann
nos va a pasar a unos cuantos: los piqueteros son así. No tienen amo
reconocible, como Julius Streicher,
porque les da vergüenza hasta a ellos asumirlos, pero están ahí y sirven a
quien sirven. Hemos pasado una línea puesta por ellos, invisible en democracia,
pero realmente existente cuando la democracia lo es sólo a medias. El que toque
el timbre a las seis de la mañana ya puede no ser el lechero.