TRADICIÓN GOLPISTA
Artículo de Aleix Vidal-Quadras en “La Gaceta” del 30-12-09
Por su interés y relevancia he
seleccionado el artículo que sigue para incluirlo en este sitio web
En un
texto reciente de su blog personal, Josep Lluis Carod
recupera sin ningún pudor la tradición golpista de su partido. Al afirmar que
el futuro de Cataluña no lo decidirá ningún tribunal constitucional, sino el
propio pueblo catalán, desprecia la legalidad vigente y nos comunica que lo que
vale al final es la imposición por la fuerza de los hechos consumados.
Nadie
debe asombrarse de este tipo de planteamientos subversivos de un responsable
gubernamental perteneciente a Esquerra Republicana, formación que en dos
ocasiones, en abril de 1931 y en octubre de 1934, demostró su carácter
totalitario, revolucionario y violento, al rebelarse contra el ordenamiento
entonces en vigor e intentar, aunque sin éxito, proclamar unilateralmente la
independencia de Cataluña desde la Generalitat.
Para
Carod y sus secuaces el pacto de la Transición no ha existido nunca y por
supuesto el honor a los compromisos adquiridos es un concepto ajeno a su
conciencia. Cuando el vicepresidente del gobierno catalán nos dice que si la
tan dilatada sentencia del Tribunal Constitucional les es favorable, la
aprovecharán para seguir en su senda secesionista, y que si les es adversa, le
darán la vuelta, lo que nos está advirtiendo es que cualquier intento de
integrar a los nacionalistas en un proyecto común está condenado al fracaso y
que la persistencia en ir ampliando las concesiones a tenor de sus crecientes
exigencias sólo conduce al fracaso.
Sus
pomposas apelaciones a la lucha del pueblo catalán por las libertades, ignoran
que los catalanes gozan ya de todos los derechos democráticos propios de los
sistemas constitucionales modernos y que los únicos que limitan gravemente
dichas libertades son los gobiernos nacionalistas al situar la identidad por
encima de otros valores superiores como la igualdad, la autonomía individual,
la solidaridad y la justicia.
Por
supuesto hay que agradecerle su brutal sinceridad, que pone en evidencia su
convicción de que frente a su propósito disgregador no va a encontrar una
resistencia seria. Ha llegado por tanto la hora de que los dos grandes partidos
nacionales reaccionen y pongan en sus sitio a una
gente cuyo poder real no va mucho más allá de sus bravatas.